Una casa viajera y con mucho arte en el barrio de Bahía Blanca de Cádiz

De andar por casa

Los cambios en la decoración de la casa son reflejo de los países visitados por la propietaria en sus viajes, en una vivienda luminosa donde los cuadros cobran protagonismo

Imagen de la cocina y el comedor, dos estancias comunicadas. / Ignacio Casas De Ciria

Hoy entramos en la casa de la periodista Carmen Morillo, ubicada en el barrio de Bahía Blanca. La vivienda tiene una superficie de 150 metros cuadrados que se reparten en un salón, estudio, comedor, cocina y dos dormitorios con dos baños.

En la entrada da la bienvenida un retrato de su propietaria pintado por el pintor gaditano Pepe Baena. Una pequeña biblioteca con libros de periodismo y de autores amigos de Carmen Morillo ocupa sus diferentes estantes. Entre sus elementos decorativos cuelga una marioneta antigua adquirida en Bali y también un retrato de María Morillo. Todo este espacio se ilumina con una lámpara modernista reciclada por la dueña.

La cocina y el comedor es la zona más frecuentada de la casa tanto por su ubicación como por su distribución y luminosidad.

Estantería con una biblioteca en la entrada de la casa. / Ignacio Casas de Ciria

La cocina se ha diseñado como un espacio abierto que combina el dibujo hidráulico del suelo con la encimera de mármol blanco al ácido. El color de su mobiliario es gris, que se combina con una original puerta india de uno de sus muebles. La parte central la ocupa una antigua mesa de hierro y mármol y le acompaña en este espacio, como mueble auxiliar, un mueble indio. Entre sus paredes cuelga una antigua bandeja de ébano y marfil de Etiopía. Seguidamente se pasa al comedor que lo preside una mesa de pino con la tapa de color madera y las patas decapadas. A ello le acompaña un juego de sillas de hierro y piel. Una bonita vitrina antigua india de finales del siglo XIX preside uno de los espacios. Entre los objetos de su interior, un juego de café de Satsuma y otro juego de café de Macao. Una de sus paredes está cubierta por un papel nórdico que representa un bosque tropical con pájaros, dando luz a todo el conjunto descrito. Una de sus esquinas la ocupa una columna antigua de alabastro. Una pintura que representa el edificio del Ayuntamiento de Cádiz, pintada por Mariano García, cuelga de una de sus paredes.

El salón de la casa tiene en su parte central una mesa con un brasero de cobre en su parte inferior y en su parte posterior un cristal de procedencia familiar. A ello le acompaña un sofá de piel en blanco y en su parte posterior, en la pared, una pintura de gran formato de la colección de burritos del pintor gaditano Manolo Cano. En uno de sus laterales se contempla un antiguo arcón de boda indio de madera de con sus caras labradas. En la parte superior se sitúa una pintura que representa un patio gaditano con un brocal, obra también de Manolo Cano. En una de sus esquinas se utiliza una pequeña mesa tocinera para apoyar la televisión. En otra de sus esquinas se ha creado un lugar de lectura con un sillón orejero y una silla de camello que se utiliza como reposapiés. Gran parte de los objetos decorativos de esta estancia provienen de Marruecos, lugar muy frecuentado por su propietaria.

Dormitorio principal de la vivienda. / Ignacio Casas de Ciria

Para el dormitorio principal ha elegido el color verde suculenta para su pared. Una cama cubierta por un textil antiguo de Jerusalén junto con unos almohadones mejicanos ocupan parte del espacio. En los laterales de la cama se utiliza como mesilla de noche un mueble chino y en el otro lateral una ménsula de madera antigua. Una mesa inglesa reina Ana se utiliza como mesa de trabajo junto con un sillón directorio. Entre las paredes de esta habitación cuelga una torre gaditana pintada por el artista local Cecilio Chaves. De su techo cuelga una lámpara de cristal de los años cuarenta del siglo pasado.

El estudio es otro de los lugares más utilizado por la propietaria. Una mesa antigua de pino se usa como mesa de trabajo. En este espacio destaca una pareja de puertas de un armario, diseñada y realizada por un artesano con una celosía pintada en plata. En sus paredes cuelgan diferentes bordados antiguos, algunos chinos, de herencia familiar.

Los viajes de su propietaria y el amor por Marruecos se reflejan en los objetos decorativos que ornamentan los diferentes espacios de la vivienda.

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