De castañas y calabazas

El delegado de Hermandades, Juan Enrique Sánchez, ha acertado de pleno en su intervención para que las hermandades no celebren Halloween

Castañas preparadas para ser degustadas en el patio franciscano, en la fiesta celebrada ayer por la Vera-Cruz.
Pablo-Manuel Durio

01 de noviembre 2015 - 01:00

POR suerte o por desgracia, ingresar un euro en cualquier hermandad de Cádiz es una misión de lo más complicada. Por eso, cualquier acontecimiento y cualquier fecha se aprovecha para exprimirla al máximo y lograr algunos beneficios que permitan, principalmente, seguir manteniendo la labor social que cada vez es más intensa. Este es el punto de partida de todo lo que ha pasado esta semana (ya saben, las dos cofradías que tenían previsto celebrar Halloween de alguna manera y el golpe en la mesa que al respecto dio el Secretariado de Hermandades).

Lo ocurrido con Despojado y Piedad ha causado un tremendo revuelo, tanto que ocupó incluso informativos nacionales. Y quizás en exceso se ha puesto el ojo en la actuación del delegado episcopal de Hermandades, Juan Enrique Sánchez, por su decidida mediación para que esos dos eventos previstos no se llevasen a cabo. Frente a las críticas que haya podido recibir (algunas incluso por parte de un cura en las redes sociales, dando un ejemplo muy apropiado), el delegado no ha hecho sino cumplir su misión. Y es que más allá de lo gracioso que se pueda considerar ver a un crío disfrazado de fantasma o que a uno le gusten las películas de vampiros, la fiesta de Halloween tiene unas connotaciones que son incompatibles con la Iglesia. Y si las cofradías son Iglesia, pues con ellas también.

Por tanto, acierto pleno el del delegado de Hermandades reconduciendo al camino indicado a estas hermandades. Los cofrades lo que necesitan de la Iglesia es eso, una corrección fraterna, un indicar el camino, una enseñanza en el momento debido para hacer las cosas bien. Qué bien nos iría si los directores espirituales actuaran igual.

Además, en los dos casos las hermandades aceptaron y suspendieron sus respectivas convocatorias, sin más problemas ni quejas, por lo que también actuaron debidamente.

El problema ha estado en concebir Halloween como una fiesta más a la que sumarse en busca de esos pequeños ingresos que las hermandades de Cádiz tienen que buscar de donde haya. Como hizo ayer Vera-Cruz con las castañas asadas que dio a degustar en el convento de San Francisco. Al final, todo era tan fácil como saber elegir entre una castaña y una calabaza.

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