Céline Cousteau en Cádiz: “Las respuestas locales al cambio climático no son menos importantes que las cumbres globales”

Un proyecto para ayudar a indígenas en el Amazonas, un evento como el Blue Zone Forum-Innovazul 2024 y vivir cada día con menos para reducir el consumo de energía

Todo suma para proteger los océanos y el planeta, según la cineasta y activista ambiental, nieta del comandante Jacques Cousteau

Céline Cousteau, en Cádiz: "Si los peces comen plástico, nosotros también comeremos plástico"

Universidad y Zona Franca se unen para volver a convertir Cádiz en capital mundial de la Economía Azul

La cineasta y activista ambiental Céline Cousteau, nieta de Jacques Cousteau, esta semana, en el Blue Zone Forum-Innovazul 2024, en Cádiz.
La cineasta y activista ambiental Céline Cousteau, nieta de Jacques Cousteau, esta semana, en el Blue Zone Forum-Innovazul 2024, en Cádiz. / Julio González

Pregunta.–Habla usted un español con un lindo acento hispanoamericano ¿dónde aprendió el idioma? 

Respuesta.–Viví tres años en Costa Rica, pero hace veinte trabajé en Chile haciendo una serie de doce documentales para la televisión chilena y también como guía turística en Cataluña, en Perú...

P.–Imagino que estará ya cansada de que se lo digan, pero permítame que lo haga: Yo también fui un niño que, como tantos otros de mi generación, creció navegando y buceando con su abuelo, descubriendo los misterios del fondo marino desde el sofá de casa…

R.–Nunca me cansa eso…

P.–…que de mayor quería ser Félix Rodríguez de la Fuente en tierra y Jacques Cousteau en la mar ¿Cómo recuerda al comandante? ¿Cuál cree que es la piedra angular de su legado?

R.–Viéndolo desde la familia, desde mi parte, como nieta, yo siempre lo veía como soñando, siempre con la cabeza pensando en un proyecto y viendo la estrategia de cómo se podía hacer ese proyecto, buscando la gente que él necesitaba para hacerlo. Y eso lo entendí como adulto. Creo que una parte de su inteligencia fue querer saber lo que no sabía y buscar la gente que sí podía explicárselo. Y así lograba hacer sus sueños.

"Yo siempre veía a mi abuelo soñando con proyectos y preparando la estrategia de cómo podía hacerlos realidad”

P.–Usted navegó en el Calypso…

R.–Sí , pero estuve muy poco, muy poco. Yo tenía nueve años cuando fui al Amazonas y estuve un par de semanas con él y el resto del tiempo mi mamá y mi papá querían que yo tuviera una vida más normal, así que no navegué mucho. En ese tiempo hay que recordar que no había teléfono celular ni satélite ni nada de esto. Y que el barco no era un lugar para niños...

P.–Por lo que pudo vivir ¿cómo era la vida a bordo? 

R.–Bueno, todo era trabajo, navegar. Aquello era como otra familia, como si todos fueran hermanos, trabajando allá. Mi abuela [Simone Melchior Cousteau] siempre estaba navegando y ella los cuidaba a todos ellos. Por eso la llamaban la bergère, que significa la pastora en francés, porque cuidaba a toda la tripulación.

P.–Hay quien dice que su abuela era la verdadera capitana del Calypso…

R.–Sí (ríe), él lo dijo también. 

P.–Obviamente todos los focos iluminaban a su abuelo, pero su abuela fue también una mujer exploradora…

R.–Ella nació en una familia de marineros y en ese momento las mujeres no navegaban. Pero navegar era lo que ella quería. Y encontró cómo hacerlo.

"Mi abuela Simone estaba tan implicada en el trabajo de mi abuelo que solo fue posible gracias a ella”

P.–¿Qué es lo que aprendió de su abuelo y qué de su abuela?

R.–Pues de mi abuela, más que todo, un equilibrio entre sus deseos y la discreción. Que la voz más alta no siempre es la más presente. Y que si sólo vemos lo que hay encima del mar, como si hablásemos de un iceberg, y no vemos nunca lo que hay abajo, estaríamos viendo solamente un pedacito de la historia. Y eso lo encuentro muy lindo también porque cada historia tiene que ser compartida. Lo que vi yo fue que mi abuela estaba tan implicada en el trabajo de mi abuelo que fue por ella, gracias a ella, que su trabajo fue posible. Porque desde el principio hasta vendió sus cosas, sus pertenencias, de su matrimonio [joyas, abrigos, muebles] para pagar la reparación del Calypso para poder empezar a navegar. Y eso ella no tenía la necesidad de contarlo. Y lo que veo en eso es algo más profundo que un deseo, es una pasión.

P.–¿Y qué aprendió de su padre, Jean-Michael, oceanógrafo y cineasta, también, como usted?

R.–Mi papá trabajó mucho con mi abuelo. Creo que, de alguna manera, él sacrificó una parte de su vida, porque él era arquitecto y cuando mi abuelo le pidió trabajar a tiempo completo con él tuvo que tomar una decisión y dejó al lado la arquitectura. Pero todavía tenía los sueños de tener una vivencia submarina. Recuerdo un dibujo que hizo mi papá, que ahora no sé dónde está, creo que está en París, que era como una habitación bajo el mar. Así que los sueños siempre pueden existir aunque hagamos otra cosa.

P.–¿Y de su tío Phillippe?

R.–Murió cuando yo tenía siete años. No me acuerdo de él. No lo conocí en persona.

P.–Hablemos de lo que está haciendo usted ahora desde CauseCentric Productions. Tienen como lema narrar historias para encender la acción y así amplificar grandes causas ¿En qué grandes causas están ahora?

R.–Hace unos años terminamos el documental Tribes on the edge [Tribus al límite] y después de hacer eso puse en marcha una organización que se llama The Javari Project, que es para apoyar a los indígenas del Valle del Javari [Brasil] donde hicimos el documental. Así que CauseCentric Productions paró un poco de hacer documentales porque nos centramos más en la parte de acción tangible, lo que nos resulta súper difícil en esta zona. Estamos haciendo muy lentamente lo que queremos hacer, lo que tampoco está muy mal…

P.–¿Qué quieren hacer allí?

R.–Lo que nos piden los indígenas, porque no hacemos lo que nosotros pensamos qué es mejor. Y para eso tenemos que regresar allí. Y es muy difícil porque hay mucha agresión contra personas como nosotros que hacen un trabajo en derechos humanos, en favor de los derechos de los indígenas. Lo que nos piden es que le ayudemos en el terreno de la salud porque tienen un problema endémico con las serpientes y no tienen los antídotos que necesitan. Padecen enfermedades que llegaron de fuera, con los blancos que vinieron de Europa, como dicen ellos, como hepatitis, que afecta a entre un 50% y un 80% de la población. No creo que nosotros vayamos a poder apoyarles en esto. Están pidiendo también ayuda para construir una especie de farmacia natural con sus plantas medicinales en un invernadero, porque quieren protegerlas. Ahora están decidiendo si lo quieren hacer dentro de la selva o en la ciudad más cercana.

P.–¿Se siente más cineasta o activista ecologista?

R.–No me lo planteo así. Ambas labores van de la mano.

P.–Pero me dice que ahora tiene algo aparcada la producción de documentales…

R.Tribes on the edge lo hice como documental independiente porque no quería vender la historia. Me pidieron ellos contar su histotria al mundo, por eso no quería venderla antes de terminarla. Cuando una tiene financiación de fuera, los que pagan tienen el derecho al final de la edición. Y yo, en plena conciencia, no podía dejar que otras personas que no conocían a los indígenas con quienes trabajé contasen su historia. Estuve siete años haciendo esto y me cansó mucho. Fue para mí un gran reto, personal y profesional, y necesitaba un tiempo de descanso. Además de eso, llegó el Covid. Los proyectos de documentales pararon y eso me dio una perspectiva, un espacio de respiración para empezar de nuevo con otras cosas.

"Tenemos trabajar todos juntos porque la economía azul, el bienestar humano y la salud de la naturaleza están interconectados”

P.–¿Cuál es el principal mensaje que ha querido transmitir aquí, en este Blue Zone Forum-Innovazul 2024?

R.–Me estoy dando cuenta de que a veces, cuando hablo en público, empiezo a hacerlo con el corazón. Porque en un foro así estamos muy concentrados en nuestras cabezas, pero si uno empieza con el sentido de ser un ser humano entre muchos otros, y sabe que toda la gente que viene tiene una historia, un interés, un deseo o unos sueños o una elección, veo necesario proponer que lo que hagamos tenemos que hacerlo todos juntos. Y esa idea de colaboración, de interconexión entre la economía azul, el bienestar del ser humano y la salud de la naturaleza van juntos.

P.–De economía azul llevamos hablando desde 2011, que es cuando Gunter Pauli difunde el concepto en el libro del mismo nombre. Su abuelo falleció en 1997 ¿Que le hubiese parecido a Jacques Cousteau esta idea, esta teoría?

R.–Creo que la parte innovadora le habría gustado mucho porque él era un soñador. Porque todas estas ideas que veo aquí en los estands, en las ponencias, a los estudiantes haciendo researchs [investigaciones], como una pintura hecha con algas, cualquier cosa innovadora que sea, creo que a él le habría gustado.

P.-Claro, porque Jacques Cousteau también estuvo detrás de la invención de innovadores dispositivos y herramientas para la exploración del mar como la escafandra autónoma, el Aqua-Lung, que marcó el inicio del buceo moderno, entre otros…

R.–Sí, pero eso siempre en colaboración con el ingeniero Émile Gagnan, que fue con quien inventó el Aqua-Lung.

"Si algo funciona acá ¿por qué no usarlo en otro lugar?"

P.–Su abuelo también promovió una Carta de Derechos de las Generaciones Futuras que pretendía garantizar a nuestros sucesores en la Tierra el derecho a un planeta no contaminado, saludable y libre de daños ¿Ve viable que en algún momento se firme algo así de manera global, después del fracaso que está suponiendo la COP29 [la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático]?

R.–Espero que sí. Creo que cuanto más avanzamos más se complica el hecho de que esas cumbres sean la única respuesta. Creo que no solamente las COPs, sino eventos como este, el Blue Zone Forum-Innovazul 2024, tienen que juntarse para dar soluciones. Las soluciones locales no deberían ser menos importantes que las soluciones globales. Y por eso creo que lo que está pasando aquí puede ser un ejemplo de lo que se puede hacer en cada lugar. Lo lindo, lo bonito sería no pensar que tenemos que empezar de nuevo, sino reproducir lo que funciona. Si algo funciona acá ¿por qué no usarlo en otro lugar? Y creo que de alguna manera el ego del ser humano le lleva a querer ser el primero, el premiado, el que luce. Pero si alguien brillante de aquí puede dar un ejemplo de lo que se puede hacer y lo podemos reproducir ¿por qué reinventamos las cosas? 

P.–¿Había estado antes en Cádiz y en Andalucía?

R.–En Andalucía sí, pero hace 20 años.

P.–¿Cree que un lugar como este puede tener futuro en esto de la economía azul?

R.–Sí, claro ¿por qué no? [...] No, no conozco todavía el Parque Natural de la Bahía de Cádiz y me marcho mañana a las seis. Así que no voy a ver mucho...

P.–Su abuelo también fue un gran activista contra los residuos nucleares, sobre todo por el daño que estaban causando a los oceános, y contra la producción de energía a partir de esa fuente. Parece que en los últimos años estemos ante un resurgir de la energía nuclear…

R.–Eso es lo que estoy viendo, sí.

P.–¿Qué piensa que se puede hacer frente a esto?

R.–Yo no tengo buenas respuestas para esto, honestamente, porque no trabajo yo ese tema. Lo que sí veo es que tenemos que reducir el consumo. Estamos pensando en como solucionar el crecimiento de la necesidad energética, pero ¿la estamos disminuyendo al mismo tiempo? No sé. Yo cada vez estoy viviendo con menos. Estoy convirtiendo un autobús escolar en casa. Por el momento sólo tiene los paneles solares que tenía cuando lo compré. Y voy a hacer un experimento. A ver si se puede. Creo que va a ser muy difícil y creo que haciéndolo poco a poco y viendo cómo lo podemos hacer en nuestras vidas, puede dar un ejemplo, aunque sea un ejemplo pequeño.

P.–¿Sería para viajar por dónde? Veo que está muy centrada en Sudamérica…

R.–No creo que se vaya a mover mucho (ríe) el bus se va a quedar en Estados Unidos. Compré un terreno de bosque y lo voy a anclar allí, quizá lo mueva solo una vez por año.

"Protegemos lo que amamos y cuando aprendemos a amar, aunque sea a nosotros mismos, protegemos”

P.–¿Tiene usted hijos?

R.–Tengo un hijo.

P.–¿Y está interesado en todo esto, en seguir la senda de la familia?

R.–Por el momento, no. No se lo pido. De momento lo que estoy haciendo es contarle lo que hago, ver lo que le gusta a él y darle el espacio para que pueda ser quien es. Y nada más que viendo documentales, con conversaciones y viajes, con ver la naturaleza, él va a desarrollar quién es.

P.–¿Qué edad tiene? 

R.–Trece años a final de enero.

P.–Tiene tiempo para elegir…

R.–Claro, tiene tiempo… Estamos apurando a nuestros hijos de más y yo veo que la juventud la tenemos una vez, una vez en la vida, es un etapa única de libertad total, de no tener ansiedad de lo que vamos a hacer en nuestra vida en el futuro. Lo dejo vivir esto.

P.–Son muchas las frases célebres de Jacques Cousteau. Entre ellas: “Los oceános no son solo un recurso económico, sino también un tesoro valioso que debemos proteger y preservar” o “No es necesario civilizar la ciencia, sino que necesitamos utilizar la ciencia para civilizar a la civilización [Céline Cousteau vuelve a reir con muchas ganas] De todas, ¿con cuál se quedaría?

R.–Que protegemos lo que amamos. Es una frase que he dicho mucho, que mi papá ha dicho mucho y que han dicho otras muchas personas, no solamente mi abuelo. Creo que cuando aprendemos a amar, aunque sea a nosotros mismos, protegemos. 

stats