El cementerio del Pabellón Portillo
50 aniversario de la inauguración de Pabellón Fernando Portillo de Cádiz
Este mes de octubre se cumple el 50 aniversario de su inauguración y permanece sin proyecto y sin futuro
Vecinos y comerciantes piden una actuación urgente
Noviembre de 1969. La ciudad acogía con alborozo la puesta en funcionamiento del Pabellón Portillo. No era la inauguración oficial pero los gaditanos empezaron a llenar sus gradas.
Han pasado 50 años desde entonces y 11 desde su cierre definitivo por parte del Ayuntamiento y los vecinos y comerciantes de las calles adyacentes, sobre todo Brunete y Ciudad de Santander reclaman a las administraciones implicadas actuaciones urgentes que pongan fin a esta situación que se alarga en el tiempo más de lo deseado.
Cabe recordar que meses antes de su derribo, allá por 2007, ya anunció el equipo de gobierno de la entonces alcaldesa Teófila Martínez un ambicioso proyecto y todo parecía ser verdad. Se clausuró en junio de 2008 y en octubre de ese mismo año se metieron allís las excavadoras y bolas de demolición.
Pero las prisas y las esperanzas de tener allí en torno a 2010 unas instalaciones deportivas de referencia para toda la provincia se desvanecieron por cuestiones económicas. La empresa que se iba a encargar de su construcción, Promotora San Miguel, no pudo afrontar el proyecto y el contrato de adjudicación y canceló la obra casi a finales de 2013.
Para intentar resucitar al antiguo Fernando Portillo, Teófila Martínez, a días de abandonar la Alcaldía (2015), pone sobre la mesa un nuevo proyecto que lo reducía todo a una sala con pistas deportivas de barrio y las mil localidades con las que se soñaba en el proyecto inicial se pasaron a cabida para 216 espectadores, a lo que se le sumaría para ayudar a financiar el proyecto dos sótanos de aparcamientos, un local comercial de 2.500 metros cuadrados para un supermercado. Cinco vestuarios y un gimnasio para unas 70 personas completaban este proyecto, cuyo inicio de obra se situaba para 2019.
Pues llegó 2019 (o, mejor dicho, casi terminó) y el solar sigue ahí abandonado, rodeado de unas horrendas chapas y sirviendo de hogar para las cucarachas y roedores. La ciudad ha quedado perjudicada por este fantasmagórico proyecto, pero más su vecindario y los comerciantes que aguardan con desvelo la reapertura “de lo que sea, ya nos da igual lo que hagan pero que hagan algo”. Así se contundente se mostraron a este Diario José María de la Rosa y Marina Garrido, propietarios de la cafetería Tropical. José María lleva allí instalado hace 31 años lleva 11 sobreviviendo sin el pabellón: “El Portillo nos traía mucha clientela. No se me olvidan esos fines de semana de fútbol sala en los que se quedaba el barrio sin aparcamiento. Y tampoco olvido a esos padres que se tomaban aquí su cafelito mientras sus hijos hacían sus entrenamientos o daban sus clases de yudo”. “Pero parece que los políticos tienen dinero para lo que les da la gana y el dinero de aquí se lo han llevado a otra parte”. El propietario del Tropical insiste en que “nos quitaron el pabellón, el mercado de San Severiano, el INEM, Epicsa. Ahora no nos queda nada, sólo un solar convertido en un cementerio que ahora sólo pone a nuestra diposición cucarachas y ratas”. Marina, la esposa de José María, reclama a los políticos que pongan allí lo que sea:instalaciones deportivas, pisos para jóvenes... “lo que sea”.
Cambio de planes
El último plan del Ayuntamiento era levantar unas pistas deportivas de barrio
Antonio Carrera tiene también en la calle Brunete una floristería desde 1983, por lo que también le tocó vivir el esplendor y la decadencia del Portillo. A lo mejor no es lo mismo una floristería que una cafetería pero Antonio confiesa que más de uno aprovechaba su paso por el pabellón para llevarse de aquí el regalito para la esposa. Antonio sigue utilizando el pabellón como referencia para indicar dónde se encuentra su floristería pero “esto ya no es lo que era. La calle se queda desierta y cuando entra la tarde la gente prefiere coger por la Avenida para evitar esta zona que queda oscura y desierta”. Lo peor es que Antonio Carrera aprovecha para recoradr que le han robado tres veces en un año en la tienda.
Paqui Vázquez es otra de las muchas perjudicadas. En la calle Ciudad de Santander, ya cerca de Tolosa Latour, tiene allí su Baguetería La Paqui. Allí lleva 20 años y sobrevive gracias a los jóvenes de los centros escolares de la zona. “Recuerdo esos autobuses que llegaban de toda la provincia e incluso de fuera para jugar en el Portillo. Eso era una mina. Yo abría a las 6 de la mañana y cerraba a la 1 de la madrugada”. “Esto ha sido un crimen porque han dejado la zona como un auténtico cementerio”, afirma Paqui Vázquez, que confiesa que los propios vecinos se echan a temblar cuando cierra por vacaciones porque “mi clientela y las luces de mi tienda hacen olvidar un poco toda esta desolación”.
El alcalde José María González ‘Kichi’, cuya presencia es bastante asidua en la zona por cuestiones familiares y personales, solventa el asunto diciendo que “hay una serie de problemas de carácter administrativo al tratarse de un bien demanial del Ayutamiento”.
Pero el barrio no entiende ese lenguaje y no olvida y Cádiz tampoco. El Fernando Portillo sigue sin resucitar y lo peor es que tampoco se le espera.
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