Una cesta de la compra barata; ¿y saludable?
Consumo
Los alimentos de una compra semanal deben perseguir el objetivo de confeccionar la dieta mediterránea
El nutricionista Julián Correa aboga por incluir en la cesta productos frescos
Cádiz/La intención del Gobierno español de topar el precio de los productos más básicos de la cesta de la compra ha destapado simultáneamente varios debates a la vez y, como suele ser habitual en las decisiones políticas, en este caso aún intenciones, polémicas más o menos ásperas en un asunto en el que se mueven muchos intereses, quizás demasiados. Al anuncio gubernamental, de hecho, le sucedió casi de inmediato el lanzamiento por parte de una cadena multinacional de hipermercados de una cesta de la compra con productos por valor de 30 euros. Dejando a un lado la idoneidad de la propuesta, en un contexto desde luego de una irrefrenable alza de precios por encima de las subidas, si es que las hay, de las nóminas, en esta ocasión tratamos de comprobar si una cesta de la compra básica puede ser, además de barata, saludable.
Lo hacemos con el asesoramiento del nutricionista gaditano Julián Correa, que en principio ve carencias nutricionales en esa cesta de la compra de 30 euros que contiene también productos de limpieza e higiene que no entran lógicamente en este análisis. En el apartado alimenticio, Correa duda y mucho de algunos productos de esa cesta; como la sal, cada vez menos recomendable en nuestra dieta; la harina, que invita a consumir alimentos fritos; el pan de molde hamburguesa, de por sí no recomendable y que incita al consumo de un producto escasamente saludable, y el aceite de girasol, que en una dieta mediterránea debe dejar paso al de oliva virgen extra. Chocolate, cereales procesados o una conserva de albóndigas en salsa completan el desajuste nutricional de esta cesta que apenas se salva, y tampoco en exceso, por las conservas de maíz, guisantes, champiñones, atún en aceite (mejor al natural) o pimientos del piquillo.
Julián Correa entiende que se ha confeccionado una cesta integrada por alimentos no perecederos, de larga duración. Una apuesta más comercial que nutricional en la que, a su juicio, faltan claramente productos frescos, lácteos, huevos, frutos secos, legumbres o productos integrales como el arroz.
De hecho, el nutricionista gaditano ha elaborado a modo de ejemplo una lista alternativa, a partir de productos del mismo hipermercado, destinada a una familia tipo de cuatro personas y para consumir entre cuatro y cinco días. Incluye productos frescos, como pescado, carne magra y verduras, además de lácteos, huevos, vinagre, legumbres, arroz... La cuenta final casi alcanza los 60 euros. O sea, que dobla el precio de la cesta barata pero no demasiado saludable con la que se respondió a la demanda del Gobierno.
Y es que Julián Correa piensa que en esta campaña de topar precios, complicada porque no es lo mismo un comercio minorista que una gran superficie, se podría aprovechar para abaratar los precios de los productos frescos y, de paso, incentivar a la población en general a adquirir hábitos saludables respecto a la alimentación y la confección de los menús de cada día. La campaña económica, así, serviría también de campaña nutricional en positivo.
El objetivo es claro: la dieta mediterránea. Legumbres, frutos secos y aceite de oliva virgen extra en una pirámide alimenticia en cuya base se sustenta la salud de una sociedad demasiado acostumbrada a la comida procesada y a productos cuya inclusión en la dieta debe ser excepcional cuando no inexistente.
Si comer bien, en el sentido de hacerlo de manera saludable, no está al alcance de todos los bolsillos, la desigualdad social comienza a construirse desde las cocinas de familias para las que la cesta de la compra puede ser un escollo insalvable.
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