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"Es cierto que una ciudad no puede ser desagradecida con su puerto"

BIAU 2012

Teófila Martínez participó junto al presidente de la Autoridad Portuaria y a destacados arquitectos en un debate sobre las posibilidades y la necesidad de la integración del muelle y el casco urbano

De izquierda a derecha, José Luis Estrada, Pedro Górgolas, Andrés Salazar, Teófila Martínez, Rafael Barra, Rinio Bruttomesso y el moderador del debate, Manuel Matoses.
Joaquín Benítez / Cádiz

14 de septiembre 2012 - 01:00

Como en todo buen debate, distintas visiones de una misma realidad. Al un lado de ring, la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, y al otro, Rafael Barra, como máximo representante del muelle gaditano. Animando a los contendientes, destacados arquitectos lanzando sus propuestas y experiencias ejemplificadoras sobre distintos casos en los que ha sido posible o imposible la integración o la convivencia, como prefieren denominar estos arquitectos urbanistas, entre el puerto y la ciudad.

Por un lado, un Rafael Barra que se sentaba en representación no sólo del ente sino como cabeza visible del empresariado del sector marítimo. Y al otro lado, la primera edil de una ciudad que necesita suelo y que anda a la caza de espacio en el que depositar los planes de expansión y de desarrollo de cualquier innovadora actividad empresarial.

Salió a relucir el concepto de áreas de oportunidad que brillan por sí mismas en el vigente PGOU de Cádiz. Por un lado, parte del Muelle Ciudad que discurre en paralelo a Canalejas y, por otro, el suelo que quedaría ocioso desde el momento en el que los contenedores se desplacen hacia la nueva terminal que ahora se construye sobre las cenizas de la antigua planta Delta.

Por un lado, un Barra que defiende la necesidad de una valla para cumplir con las exigencias que imponen las normas de seguridad a raíz del 11-S y, por otro, una alcaldesa que defiende que "para que no exista la tentación de saltar la valla, lo mejor es que no exista esa barrera. Control sí, pero sin valla permanente", según Teófila Martínez.

"Basta ya de bla, bla, bla. Es hora de actuar porque el tiempo que pierde una ciudad es muy difícil de recuperar". Pero Rafael Barra piensa que no se está perdiendo el tiempo y más teniendo detrás a una empresariado que necesita de ese espacio portuario para desarrollar sus actividades y para atender unas posibles necesidades futuras.

Un espectador de este conversatorio organizado bajo el cobijo de esta VIII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU 2012 Cádiz) estimó en voz alta que llevaba muchos años escuchando hablar de esta integración pero que no veía ningún avance. A eso, el presidente de la APBC defendió los últimos ejemplos de cesión o de clara convivencia entre el muelle y la urbe. Ahí, la cesión, "gratuita", tal y como recordó Barra a la alcaldesa, del suelo que antiguamente ocupaba la Comandancia, de ahí la cesión, "también gratuita", del espacio necesario para la construcción del parking de Canalejas... "No se ha perdido el tiempo".

Por contra, la alcaldesa de Cádiz se quejó, aunque avisó de que no lo haría, de lo acotadísima que tenía su capacidad de actuación por culpa de la Ley de Costas y de la Ley de Puertos "que me eximen de toda autonomía... y que me obliga a pagar un canon a la Autoridad Portuaria hasta para construir una pequeña pista deportiva". Pero el mensaje, aparte de ese "dejémosno ya de bla, bla, bla" fue el de que "es necesario el diálogo, el equilibrio, la lógica y el respeto" y que una "una ciudad no puede ser desagradecida con su puerto". Además recordó que para que las mercancías lleguen a los puertos por tierra son necesarias vías y carreteras, "y eso no puede estar sobre las costillas de los presupuestos municipales".

En cuanto a los usos, la alcaldesa Teófila Martínez defendió que "no podemos desperdiciar la oportunidad que supone para la ciudad el tráfico de cruceros", pero que el Muelle Ciudad debe ser una "zona de esparcimiento", como ocurre en Santander o Alicante. Y ahondando más en su concreción defendió un planteamiento en el que sería compatible esa zona de esparcimiento, "de manera que pueda ser paseable si no hay barcos, pero si llega un crucero se pone una valla de sube y baja y punto". "Hay que dejar que el ciudadano se acerque al mar", sentenció la alcaldesa.

En cuanto a Pascual Pery, consideró "que es un auténtico desperdicio que no sea ya un paseo que añada belleza a la ciudad".

Barra respondió a una estudiante de arquitectura con una pregunta: "¿Le han permitido alguna vez despedir a un familiar a los pies de un avión?". De esta manera convirtió el factor de la seguridad en un elemento indiscutible tal y como dicta la normativa internacional. "Los controles son necesarios. La valla tiene que existir... de sube y baja, de vidrio o de lo que sea, pero tiene que existir, si no, no vendrán los cruceros". "Hay que convertir la valla en una zona de convivencia más que de separación", concluyó Rafael Barra.

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