Tribuna Económica
Joaquín Aurioles
Inventarios de diciembre (4). Desigualdad
El arquitecto catalán Claudi Aguiló es un referente en materia de sostenibilidad. Cofundador del estudio de arquitectura DATAAE, sus proyectos siempre se mueven en el ámbito del consumo cero y el respeto absoluto por la naturaleza, de los que habló en su conferencia en el Colegio de Arquitectos de Cádiz.
Pregunta.–¿Cuál es su concepto de sostenibilidad?
Respuesta.–El gran objetivo de la sostenibilidad es construir siguiendo los patrones de la naturaleza. Esto tiene que ver con intentar que todo lo que hacemos reduzca al máximo el número de residuos, pues la naturaleza no los genera, todo es cíclico. Y que la actividad también entre dentro de un proceso cíclico y, por lo tanto, el uso de la actividad arquitectónica genere el mínimo de consumo energético y reduzca al máximo el nivel entrópico de nuestra existencia. Cuanta más energía consumimos, más entropías generamos.
P.–Esto supone eliminar los sistemas de climatización de los proyectos, una vuelta a los orígenes ¿Es fácil venderlo al cliente?
R.–El objetivo es obtener el confort con sistemas pasivos. Y sí que está empezando a ser fácil venderlo. Ya existe mucho cliente al que no le apetece a vivir en un espacio cerrado con sistema de climatización.
P.–Dependerá del clima, hay lugares donde es imposible vivir sin aire acondicionado
R.–Habría que ir a esos lugares y ver si realmente es necesario. El problema es de la arquitectura moderna, porque ha reducido y encorsetado tanto el espacio para optimizarlo y ponerle un precio, que lo ha despojado de todos los sistemas pasivos que hacían posible mantener el confort sin energía. Venimos de una tradición en la que salía más barato hacerlo así y meter energía. Y ahora estamos descubriendo que será menos barato y planetariamente insostenible. A lo mejor lo puedes pagar, pero no conviene que lo pagues.
P.–Habéis entrado de lleno a poner esto en práctica en la vivienda social en Cataluña, en la que habéis demostrado que es posible.
R.–Yo soy una máquina de perder concursos. Pero en vivienda hay personajes que empiezan a entender todo esto. En otros ámbitos no ha habido tanta visión. Pero lo hacemos igual en todos, la lucha es la misma.
P.– Al final depende de la sensibilidad y la concienciación.
R.–Detrás de una buena arquitectura hay un buen cliente o personas que están preparadas y tienen capacidad de escuchar.
P.–¿Hay un boca a boca entre los inquilinos de estas viviendas que difunda que se puede vivir bien sin estas máquinas?
R.–En vivienda social, los arquitectos anteriores a nosotros no ponían sistema de clima por cuestiones de precios. El concepto de confort fue evolucionando y la vivienda social no duda en que la gente debe tener sistemas de climatización, no quieren la queja, en parte por el miedo político. Pero nosotros luchamos por lo contrario, estamos yendo por otro sitio, estamos siendo valientes, vamos a sacar las máquinas de las casas, pero siempre buscando el confort. Y es necesario valentía política para confiar en los arquitectos, pero requiere que el usuario entienda que un barco a vela no es a motor.
P.–¿Hay un manual de normas de uso en estas viviendas sin máquinas?
R.–En eso estamos, en recuperar la memoria de los abuelos, de lo que significa ventilar por la mañana, cerrar los porticones cuando salimos, abrir a las siete de la tarde, bajar la persiana a la hora de la siesta. El sentido común atmosférico.
P.–Entiendo que para conseguir el confort sin climatización artificial, vuestro trabajo va de la mano de un proceso de investigación, ¿no?
R.–Hay una normativa que da soluciones, pero para llevar la contraria a estas soluciones, lo que siempre hacemos es trabajar con unos software que construyen tridimensionalmente y materialmente el edificio. Simulas las condiciones atmosféricas determinadas con estos parámetros y el programa te dice si funciona o no. Yo acabo de ganar un concurso con una vivienda sin sistemas de clima y con galería solar, pero hay una montaña delante que genera una sombra en invierno, y es la lucha que tenemos. Posiblemente no todos los pisos no podrán no tener sistema de clima, hay que ver cómo lo hacemos.
P.–-Al final, ¿es el entorno es el que moldea la arquitectura?
R.–De siempre el arquitecto ha sido experto en su entorno. Si no, toca introducir el grosor de aislamiento que indica el código técnico, pero esto es un error. No se resuelve así porque solo ayuda a que el aire se encienda más o menos, pero no tiene que ver con que el espacio sea agradable o no.
P.–Aunque se vuelva a los orígenes. La arquitectura contemporánea sí puede ir un punto más allá a la hora de aportar más precisión ante la montaña...
R.–El aire acondicionado ha anulado las microsensibilidades relacionadas con los microclimas. Y aunque antes de todo esto sí se tenía en cuenta, sí que es cierto que con este software es posible ajustarse mucho más a la información estrictamente correcta.
P.–¿Qué elementos pasivos introducís en vuestros proyectos?
R.–Que haya más espacio intermedio. El secreto de la arquitectura vernacular es la cantidad de espacios intermedios que tiene. Fui a pasear por Cádiz y es extraordinario la cantidad de filtros que existen en sus edificios antiguos, la doble puerta hasta el patio -casapuerta-, la escalera, después la galería en torno al patio, la montera, el porche y ya la puerta. Y todos estos sistemas de estos filtros no renunciaban a que el aire corra.
P.–¿Lo ha podido comprobar entonces en el caserío tradicional gaditano?
R.–Sí, es extraordinario. Como llueve y se recoge el agua en los pozos o aljibes, y las plantas que bajan unos grados las temperaturas que junto al aljibe es un espacio que como mínimo baja tres grados al entorno y, a su vez, es un espacio con el que intercambias al abrir la ventana. Si el único mecanismo que tienes es la puerta, la calle y tu casa es directamente proporcional a máquina de aire acondicionado.
P.–¿Y cuál es la clave para volver a estos sistemas del pasado?
R.–Pues todo esto es ideal, pero va en contra con los parámetros en objetivos con los que valorar los concursos de arquitectura, porque el promotor lo que vende al final son metros útiles y lo que le cuesta son los metros construidos. Así que nosotros trabajamos para que el promotor público encuentre herramientas para hacer posible estas cosas y poderlas pagar.
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