Todas las claves para el futuro de Cádiz

Ahora es el momento, en pleno proceso de recuperación económica, de plantear con claridad el modelo que debe seguir Cádiz para evitar su retroceso como ciudad y como capital

La Constitución de 1812 debería de ser un referente cultural, turístico y comercial de Cádiz.
La Constitución de 1812 debería de ser un referente cultural, turístico y comercial de Cádiz. / Julio González

El nuevo año se presenta lleno de incógnitas, marcadas todas por la evolución de la pandemia. Pensábamos que ésta estaba en retroceso en el final del pasado 2021 y pasamos las fiestas, por lo menos los que asumieron su responsabilidad con la salud propia y la de todos, en peor situación que las de 2020.

La persistencia de la pandemia toca de lleno a nuestro estado de ánimo, dificulta la normalidad en el día a día (laboral, social, de gestión pública) y vuelve a poner en entredicho la recuperación económica, más allá de la reducción del desempleo.

La llegada de los fondos europeos de recuperación, sobre los que nos íbamos a apoyar no solo para salir del bache económico provocado por el Covid-19 sino, también, para activar nuestro desarrollo como ciudad, está ralentizándose más de lo esperado, aquí y en toda España.

Todo ello produce incertidumbre respecto a cómo va a desarrollarse este 2022.

Puede resultar muy manido para el lector aquello de “un año trascendental”, pero a veces nos tenemos que agarrar a estas frases, a estos deseos, a estos planteamientos, para animarnos a tirar hacia adelante con más brío.

Si apostamos todo, o casi todo, a los fondos comunitarios, porque ya está claro que esta ciudad no puede contar con el aporte decisivo de las administraciones regional y central, mientras que la local sobrevive con recursos tan escasos que impiden sacar adelante grandes operaciones urbanas, no nos queda más remedio que esperar a que se aclare el dinero que nos debe llegar de Europa y los proyectos que se van a ver beneficiados.

Sólo convendría, y no es poco, que las administraciones, y especialmente el Ayuntamiento, aprovechasen esta espera para engrasar su organización interna para que, si llega el maná, no agotemos tiempo en dudas, zancadillas y otras cuestiones que en los últimos años han retrasado algunas operaciones ciudadanas.

Pero, más allá de ello, sería necesario aprovechar este tiempo de duración indeterminada para poner sobre la mesa el modelo de ciudad que Cádiz necesita. Que necesita no solo para salir de esta crisis puntual, sino que necesita para sobrevivir como ciudad, como capital, como urbe con tres mil años de historia. Una apuesta pensada en décadas, no en lo que nos pueda ocurrir esta temporada o la siguiente.

Es cierto que, cada cuatro años, los ciudadanos acudimos a las urnas para votar a unos partidos en cuyos programas electorales se incluyen, se supone, la ciudad con la que ellos sueñan para los años siguientes, y al votarlos se supone que en parte estamos de acuerdo con ello. A veces algunas apuestas se extienden en el tiempo, pero todas, todas, se quedan cortas en la reflexión sobre cómo debe ser el Cádiz que llegue a mitad de este siglo.

Así que tenemos ahora la oportunidad para definir cómo debe afrontar nuestra ciudad las próximas décadas.

En esta reflexión hay varias premisas esenciales. Por una parte, algo obvio: vivimos en una ciudad de poco más de 12 kilómetros cuadrados de los que unos 5 lo ocupan las playas y el Parque Natural de la Bahía, con un suelo casi agotado para nuevas viviendas y con un espacio más que reducido para atraer industrias; por otra, una cuestión igualmente obvia pero que ha sido ignorada durante décadas: Cádiz capital no puede vivir de espaldas a su Bahía, como los distintos pueblos que la conforman no pueden lograr un desarrollo más armónico sin contar con sus vecinos.

No entremos ahora en reflexionar sobre el fracaso de la Mancomunidad, el municipalismo excluyente de nuestras ciudades, el afán de quienes las han dirigido en estas décadas de barrer, la mayor parte de las ocasiones, para casa. Una Bahía de más de 400.000 habitantes la convertiría en la tercera gran conurbación de Andalucía. Pensemos únicamente cómo funcionaríamos con una política cultural común, con una oferta turística potente de cara al exterior, con un reparto de los servicios comunitarios, con un transporte público eficiente. Y sobre todo, con más fuerza a la hora de demandar nuestros derechos en Sevilla y Madrid.

Mientras que esta apuesta no se haga realidad, debemos ir definiendo nuestro modelo, con un planteamiento que no choque con esta ciudad metropolitana.

Asumiendo los límites territoriales que nos impiden recuperar en su totalidad nuestra pasada historia de ciudad industrial (y más cuando aquí debe jugar un papel esencial la Bahía), está claro que un porcentaje muy elevado de nuestro futuro debemos centrarlo en la confluencia entre la cultura, la historia, el turismo, el comercio y el ocio.

El crecimiento de Cádiz como ciudad turística, con referencias elogiosas en la prensa nacional e internacional, el aumento de visitantes, el afianzamiento del puerto de cruceros y, sobre todo, la llegada de turistas más allá de la temporada alta y con un nivel adquisitivo superior al que viene a pasar un día de playa, no debe servirnos de engaño y pensar que ya vamos por buen camino. Si comparamos nuestras cifras del sector con Sevilla, Málaga, Córdoba, Granada e, incluso, Almería, y no digamos con muchas capitales de la España interior, aún tenemos mucho por conseguir.

El crecimiento de estas ciudades se ha centrado, fundamentalmente, en un buen aprovechamiento de sus referentes históricos (aunque en la proyección de Málaga tiene mucho que ver una apuesta municipal por la cultura de gran envergadura). Allí donde se han recuperado espacios, se han diseñado programas para mantenerlos activos, se ha contado con campañas de publicidad exterior activas y efectivas, se ha triunfado.

La historia guarda en Cádiz importantes yacimientos arqueológicos.
La historia guarda en Cádiz importantes yacimientos arqueológicos. / Julio González

Y en Cádiz tenemos 3.000 años con referentes históricos únicos en España y en medio mundo, que hasta ahora se han desaprovechado.

LA ARQUEOLOGÍA

Desde Gadir la ciudad dispone de un amplio relato arqueológico que, en parte, no se ha puesto en valor o simplemente se ha ignorado y, lo que es peor, ocultado bajo tierra.

Es esta una de las actuaciones a ejecutar: Cádiz como referente en la arqueología, potenciando el Yacimiento Gadir, absurdamente limitado al compartir edificio con un teatro de escaso uso; la recuperación e impulso de los yacimientos que se mantienen en la vía pública poco cuidados y peor señalizados (como la villa romana en la Avenida), o el cercano acueducto romano.

Es necesario, urgente, un plan ambicioso para el Teatro Romano, como la gran joya de la ciudad, actuando de una vez por todas en la Posada del Mesón y en los edificios bajo los que aún se ocultan restos del coliseo, además de reordenar la fachada del Campo del Sur y actuar sobre la Guardería Municipal (bajo la cual están, además, los cimientos del castillo de la Villa); la recuperación de espacios como la Casa del Obispo y la integración en la red de yacimientos gestionados por la iniciativa privada, como Puerto Gadir.

Es esencial un programa común entre el Ayuntamiento y la Junta, creando rutas que funcionen de forma adecuada, extendiendo los horarios de apertura al público los siete días de la semana. Y creando, también, un consorcio que gestione con mayor efectividad estos espacios, que creen de cara al exterior una marca potente que relacione Cádiz con estos periodos de la historia y, sobre todo, que busque financiación para el mantenimiento de estas joyas y para la continuación de excavaciones e investigaciones de las mismas.

LAS FORTIFICACIONES

Hay en España muchas ciudades con fortificaciones, con murallas bien cuidadas y aprovechadas (Lugo, Ávila...), pero hay pocas donde se complementen con castillos y baluartes dentro del mismo término urbano. Aquí las tenemos... pero con gran parte infrautilizadas, en mal estado de conservación y, lo que es peor, en un estado de abandono que hace temer por su propia estabilidad.

Su buen uso, tras la rehabilitación integral de todo el conjunto y una planificación adecuada de su futuro, aportaría a Cádiz otra marca más de referencia, con una gran atracción turística y cultural. Y más cuando en algunos casos, léase el castillo de San Sebastián, hablamos de espacios de grandes dimensiones capaces de albergar todo tipo de eventos, compatibles con la obligada venta de la propia historia de estas fortificaciones.

Como pasa con los recintos arqueológicos, sería preferible aunar esfuerzos entre todas las administraciones para agilizar al máximo la recuperación de un patrimonio cuya salvación necesita de muchos millones de euros de inversión.

EL COMERCIO CON AMÉRICA

Tal vez sea este momento de nuestra historia el que menos referencias tenga en la ciudad, si es que tiene alguna, y eso a pesar de que fue una de las épocas de mayor esplendor de Cádiz en España y en medio mundo.

Es obligado contar con un museo o un centro de interpretación que sirva para relatar la conexión de la ciudad con las colonias, el transporte marítimo (con un recorrido por los barcos mercantes), las casas de los comerciantes, la presencia en Cádiz de empresarios de media Europa, la riqueza cultural que trajo todo ello a la ciudad y la propia transformación urbana que sufrió la localidad.

Porque sin duda Cádiz es una de las escasas ciudades del mundo que pueden ofrecernos un relato que, hasta hoy, es ignorado por la población y desaprovechado como elemento de desarrollo económico, turístico y comercial.

LA CONSTITUCIÓN

Y, por supuesto, la Constitución de 1812, la única que lleva el nombre de la ciudad que la vio nacer.

Ya hemos lamentado en infinidad de ocasiones como Cádiz no ha sabido aprovechar este legado único, ni aún cuando hace una década se celebró el bicentenario de su firma, fecha perdida sobre todo ante el nulo interés de los gobiernos central y regional y de apuestas fallidas, por una visión cortoplacista de parte de la sociedad y de sus gobernantes, como pudo ser el gran complejo dedicado a los estudios constitucionales en el conjunto formado por el Oratorio, el Museo de las Cortes y el vecino colegio de San Felipe.

Frente a ello, el Centro de Interpretación del Doce lleva más de un año cerrado y no parece que la Junta tenga intención de recuperar este equipamiento, mientras que el Obispado sigue negando el uso del Oratorio como equipamiento esencial de la Constitución de 1812, a pesar de los millones de dinero público que se gastaron en su rehabilitación.

Ahora sería el momento de recuperar pasadas ideas, que las hay gracias al trabajo ya realizado por investigadores gaditano, como Alberto Ramos. Y, también, aprovechar el ambicioso proyecto de rehabilitación de la plaza de España para la restauración integral del monumento que conmemora este evento histórico, estrechamente relacionado con la conexión con América, el comercio y su cultura. Porque todo aquí está enlazado, a o pesar de tener 3.000 años.

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