Las claves de 16 años de gobierno de Carlos Díaz en Cádiz

Su largo mandato dio para mucho en la ciudad. Con él se dieron los primeros pasos para su modernización

Dejó pendiente el problema de la vivienda y el inicio de la despoblación

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Derribo de las fincas sustituidas por la promoción diseñada por Álvaro Siza.
Derribo de las fincas sustituidas por la promoción diseñada por Álvaro Siza. / D.C.

Estas son las principales claves que marcaron los dieciséis años que Carlos Díaz, fallecido este domingo, estuvo al frente de la ciudad de Cádiz

Un nuevo Ayuntamiento

Cuando Carlos Díaz y su equipo llegaron a San Juan de Dios por primera vez, tras las elecciones de abril de 1979, se encontraron con un Ayuntamiento que simplemente era una fachada. Por dentro era una administración local en ruina, sin medios humanos, sin equipamientos, sin ninguna estructura. Todo ello en una ciudad que estaba al borde de la quiebra, con los primeros movimientos de crisis en su Astillero, eje central de su economía.

Una ciudad cargada de déficit: viviendas dignas, centros educativos, equipamientos culturales y deportivos.

Por faltar, faltaba hasta una red de saneamiento que evitase las inundaciones los días de lluvia en media ciudad.

Y para sacarlo todo adelante, apenas si se tenía presupuesto. Sin un duro, hasta el punto que la primera negociación que tuvo que hacer el nuevo gobierno fue buscar financiación para un primer plan de obras de mantenimiento.

Al poco de llegar, Carlos Díaz se reunió con los contados técnicos que tenía el Ayuntamiento. No hizo limpieza política alguna, procedentes como venían de una dictadura, pero sí les reclamó trabajo y apuesta por la ciudad. Y todos respondieron, hasta que poco a poco se fue creando una pequeña estructura de gestión

La transformación urbana

En esta situación de crisis, era esencial comenzar una profunda transformación de la trama urbana.

La primera medida fue parar el proceso de destrucción que sufría el casco histórico. Todo ello fue acompañado con la redacción de un ambicioso Plan de Ordenación Urbana que puso las bases para el nuevo Cádiz.

Los extramuros de la ciudad también sufrían el abandono de décadas, sin apenas infraestructuras públicas y con barrios colapsados por grandes edificaciones.

Durante su mandato se incrementaron de forma notable los equipamientos culturales y, sobre todo, los sociales. El asociacionismo vecinal fue esencial en su primera etapa de gobierno. Muy combativo en el final del franquismo, varios de los concejales más destacados del equipo de Díaz procedían de este movimiento.

Con el Plan Andalucía 92 se planificaron proyectos de calado en la ciudad con nombres de arquitectos de prestigio. Algunos salieron adelante, otros se quedaron en el camino, como el Palacio de Congresos en Santa Bárbara o el Museo del Mar en el Baluarte de la Candelaria.

Los concejales socialistas en la primera sesión de 1979 en el salón de plenos.
Los concejales socialistas en la primera sesión de 1979 en el salón de plenos. / Joaquín Hernández Kiki

La vivienda

Uno de los problemas eternos de la ciudad es el de la falta de vivienda. También lo fue en la etapa de Carlos Díaz, cuando el término urbano aún no había agotado su suelo para nuevas promociones.

En estos años se reforzó la construcción de vivienda social pública, creando una empresa municipal específica.

El gran problema era el casco antiguo. En los primeros años de la democracia vivían casi hacinados más de 60.000 personas. La infravivienda agobiaba a barrios como Santa María, Pópulo, San Juan… La ayuda externa para afrontar este problema tardará en llegar, hasta el punto que el plan de la Junta se puso en marcha en 1999, cuatro años después de la marcha de Carlos Díaz.

La pérdida de población

Estrechamente ligada a la falta de vivienda y a la mala calidad de la misma, así como a la crisis económica en la que estaba inmersa la Bahía, con el cierre o reconversión de las grandes industrias públicas, el tramo final del mandato de Carlos Díaz estuvo protagonizado por el inicio de la pérdida de población de la capital.

Con él, Cádiz alcanzó su récord de habitantes, con cerca de 160.000 vecinos, pero en sus últimos años hubo un brusco parón en el crecimiento que se irá acentuando a partir de 1996.

De la Universidad al puente Carranza pasando por el Paseo Marítimo

En sus años como alcalde, Carlos Díaz se topó con varios problemas que chocaron con otras administraciones. El más grave para los intereses de la ciudad fue el desarrollo de la Universidad de Cádiz.

Frente a la apuesta por un campus único centrado en la ciudad donde vio nacer a la UCA, la presión de otros ayuntamientos y de su propio partido acabaron por crear cuatro campus: Cádiz, Puerto Real, Jerez y Algeciras, limitando con ello la fuerza universitaria de la ciudad. Ello no impidió que fuese su gobierno el primero en ceder inmuebles de la ciudad para la apertura de nuevos centros académicos.

Otra lucha fue la eliminación del peaje del puente José León de Carranza. La propia construcción de esta infraestructura provocó, en la dictadura, que el Ayuntamiento estuviese a punto de quebrar, al tener que afrontar su financiación. Finalmente, en 1982 se eliminó el peaje, en una operación en la que fue fundamental la apuesta de la UCD, entonces aún en el gobierno.

El Ayuntamiento ingresó 3.000 millones de pesetas a cuenta del coste del peaje para la ciudad. Una parte importante de esta cantidad se destinó a una de las grandes obras del PSOE con Carlos Díaz: la reforma integral del Paseo Marítimo. Pagado con dinero municipal, mientras que en otras ciudades era el Estado el que afrontaba operaciones similares.

Planes polémicos

El Plan Andalucía 92, impulsado por la Junta para que toda la región se viese favorecida con inversiones y no solo Sevilla con la Exposición Universal, trajo a Cádiz 5.000 millones de pesetas.

A la hora de gastar este dinero, Carlos Díaz chocó con algunos de sus concejales más veteranos. Estos planteaban dedicar partidas relevantes a la vivienda. Díaz propuso sacar adelante operaciones de calado en cuestión de nuevos equipamientos, como el Museo del Mar, un acuario o el Palacio de Congresos en Santa Bárbara.

El fracaso de una parte de estos planes fue el primer paso para la revuelta interna que acabaría dejando fuera a Carlos Díaz del cartel del PSOE para las municipales de 1995.

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