Las claves de los relevos en la cúpula de Zornoza
El nombramiento de un cura de la vieja guardia como vicario general y el cese de Diufaín son dos guiños al clero diocesano en busca de un acercamiento
Rafael Vez, el cura más crítico con Zornoza, pierde galones pero se mantiene en Conil
Posiblemente el anunciado en vísperas de San Juan haya sido el cambio más sonado de los muchos que ha realizado Rafael Zornoza desde su toma de posesión como obispo de Cádiz y Ceuta en 2011. Y cambios ha habido desde entonces; y ruido también han generado esos cambios anteriores. No todos los días un obispo decide sustituir de una tacada a sus dos principales cargos de confianza (vicario general y ecónomo), por lo que el anuncio hecho público este martes por Zornoza da para muchas lecturas.
La llegada de Óscar González Esparragosa a la Vicaría General parece una apuesta segura de un obispo posiblemente cansado de tener que prescindir de su mano derecha -es el cuarto vicario general en ocho años-, y eso que Fernando Campos ha dado estabilidad al cargo manteniéndose seis años. Pero más allá de esa apuesta segura de Zornoza , que parece querer asegurarse una tranquilidad en la gestión de la diócesis en estos años que le restan como obispo (en cuatro años cumplirá 75, la edad fijada en el Vaticano para entregar su renuncia al Papa), el nombramiento de González Esparragosa puede entenderse también como un guiño a esa vieja guardia pretoriana de Ceballos que había quedado totalmente difuminada en estos ocho años de gobierno de Zornoza . Porque el nuevo vicario general era ya un sacerdote conocido y reconocido en tiempos de Ceballos, un cura veterano en la diócesis que ya en anteriores ocasiones sonó como posible vicario general y que asume ahora el cargo con una notable experiencia.
El párroco de San Antonio ha sabido mantenerse hasta el momento al margen de cualquier polémica relacionada con la diócesis y, más en concreto, con la gestión del obispo. Y eso le vale para gozar del reconocimiento de sus compañeros y también de la confianza que ahora deposita en él el propio Zornoza. El mismo obispo que hace unos años, ante el fallecimiento de Juan Piña, le pidió que asumiera la gestión de la parroquia del Rosario al mismo tiempo que la de San Antonio a lo que Óscar González ha respondido con entrega y dedicación, manteniendo la riqueza pastoral de la segunda y potenciando la actividad de la primera.
Otro guiño a su clero parece también el relevo al frente del área económica del Obispado. Sonado ha sido durante estos años el distanciamiento de buena parte del clero con la gestión económica del Obispado, representada en la figura de Antonio Diufaín, cuyas decisiones o formas de gestión chocaban con la labor y responsabilidad que tienen los párrocos.
Por ello, con el relevo de Diufaín parece que el obispo quiere también calmar las aguas entre el clero; ese mismo que en ocasiones puntuales se ha puesto en contra suya incluso públicamente, obligando a salir en su defensa incluso al arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo.
Aunque también es cierto, al respecto de este último nombramiento, que realmente poco va a cambiar en la gestión económica, ya que el cargo lo asume alguien que lleva ya ocho años trabajando en este área del Obispado (a la que, por otro lado, hay que reconocer el sostenimiento económico de una diócesis que ingresa poco y que tiene tantas dificultades sociales y tanto gasto provocado por el rico e histórico patrimonio que atesora).
De hecho, no ha experimentado con ningún nuevo sacerdote que pueda marcar un nuevo rumbo al área económica, sino que Diufaín es sucedido por la que podía considerarse hasta ahora número 2 del área económica. Todo ello teniendo en cuenta que hace tan sólo unos meses el obispo ya recuperó la figura del gerente diocesano que se perdió con la marcha de Ceballos.
En sus últimos mensajes al clero, el obispo suele repetir de manera insistente una premisa: la unidad. Algo que se había perdido en la diócesis en estos últimos años, o que quizás nunca hubo pero en estos tiempos se ha exteriorizado más. Y precisamente en la búsqueda de esa unidad parece que Zornoza ha querido lanzar estos dos guiños a sus sacerdotes; de un lado, poniendo a un viejo conocido que goza del respeto entre los suyos al frente de la Vicaría General, y de otro lado relevando a Diufaín al frente de las cuentas.
No obstante, tampoco hay que perder de vista lo que ha ocurrido con esos otros nombramientos menores de párrocos y vicarios. Especialmente el 'descenso' de categoría de Rafael Vez Palomino en la parroquia de Santa Catalina de Conil. De párroco a administrador parroquial, que puede parecer lo mismo, y que sobre el terreno seguramente lo será, pero que implica una pérdida de facultades y poder al que ha sido el sacerdote que más públicamente y de manera más vehemente ha señalado a Zornoza y su gestión en estos años. "Son decisiones que ha tomado el obispo por cuestiones pastorales", trasladan escuetamente desde el Obispado. Y el que quiera entender, que entienda.
Lo mismo que a Vez Palomino le ha pasado a Balbino Reguera, el ecónomo del Cabildo Catedral que se queda en la parroquia de la Merced pero como administrador parroquial. No obstante, en este caso la decisión guarda relación directa con las circunstancias personales del sacerdote, que el próximo 2 de julio cumplirá 75 años de edad, que marca la jubilación para los sacerdotes.
Sea como sea, la habitual tanda de nombramientos que suelen hacer los obispos en el mes de junio ha venido este 2020 plagada de sorpresas y renovaciones de calado. Zornoza parece haber aprendido de errores anteriores y busca un acercamiento con los suyos, aunque dejando claro que el báculo en Cádiz y Ceuta lo sigue sosteniendo su mano derecha.
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