Los comerciantes del centro de Cádiz se rebelan contra Martín Vila
Sus representantes le piden un cambio de actitud y le piden que deje de considerarlos como si fueran sus enemigos:“Parece que todos intentamos siempre invadir y usurpar el suelo público”
No piden su cese ni su dimisión. Se conforman con un cambio de actitud. El presidente y la gerente de Cádiz Centro Comercial (CCC), Manuel Queiruga y Beatriz Gandullo, consideran que ha llegado esa gota que les ha colmado el vaso de la paciencia. Se han mostrado partidarios, mientras ha sido posible, de arreglar sus problemas en los despachos y con diálogo.
Pero en esta ocasión piden el auxilio de Diario de Cádiz y de la opinión pública para intentar que el concejal de Urbanismo, Movilidad y Memoria Histórica, Martín Vila, “recapacite y deje de considerarnos enemigos. Somos aliados y somos conscientes de que la cosa está muy mal y necesitamos que la ciudad se levante. Necesitamos que ponga sus cartas sobre la mesa y nos muestre sus líneas rojas para intentar llegar a un acuerdo que sea beneficioso para todos y logremos sacar a la ciudad del boquete en el que está metida”.
Así se muestra Manuel Queiruga. Desesperado. E insiste en dos puntos: “No queremos que dimita sino un cambio de actitud” y que “nada de esto va contra la delegación de Urbanismo ni contra sus trabajadores que siempre se han mostrado muy diligentes y rápidos en sus actuaciones sino contra este señor”. “Esta protesta tiene nombre y apellido: Martín Vila”, constata Beatriz Gandullo, gerente de Cádiz Centro Comercial.
Este colectivo representa a más de quinientos comerciantes del centro de la ciudad. Es la única asociación que los representa en la actualidad. Pero, a pesar de ello, les refuerzan sus convicciones el hecho de no sentirse solos: “Os invitamos a hablar también con Horeca, Asodemer, con Radiotaxi...”.
Esta expresión: “ese señor”, se repite en muchas ocasiones a lo largo de la entrevista para tratar de rendirle el máximo respeto a una persona que “como no cambie de actitud, de aquí a que acabe su mandato va a dejar a mucha gente en el camino y luego será tarde”.
¿Y cuál ha sido esa gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los comerciantes del centro de Cádiz? Beatriz llega con un listado de experiencias y todas con “este señor” como protagonista. “No le voy a negar que con el resto de delegaciones del Ayuntamiento tenemos sus más y sus menos , pero siempre buscan al final llegar a un acuerdo o a una colaboración, pero con Martín Vila, esto es imposible, se convierte en nuestro eterno cuello de botella”, insiste Manuel Queiruga.
Ambos coinciden en que el Ayuntamiento siempre les ha visto como “aliados con una actitud abierta y de colaboración”. Inciden en que todos los concejales de comercio que han pasado por la Administración Kichi “nos han apoyado, somos un colectivo transigente, empático y las cosas nos gusta tratarlas cara a cara, en reuniones y somos poco amigos de sacar a la luz nuestras miserias de manera gratuita”, según el presidente de la asociación.
Sin embargo de Monte Mures, concejala de Comercio y Turismo, dicen que ha demostrado ser una persona que siempre busca la cordialidad y que “nos ha acompañado en multitud de reuniones incluso reuniones con el propio Martín Vila. De hecho en la última en la que nos acompañó estuvo con nosotros los 45 minutos que nos hizo esperar este señor para que nos atendiera”. “Él tiene su reinado propio y nadie entra ahí. Es un cuello de botella que hace y deshace lo que le da la gana, según su criterio sin atender a nadie más. Al final todo termina en él”.
Queiruga afirma que Martín Vila les tiene siempre en “alerta constante a la espera de que, con nocturnidad y alevosía lance cualquier idea y que al final tengamos que ejercer siempre como apagafuegos ante nuestros asociados intentando, al final, minimizar el impacto negativo de acciones y decisiones, de sus planes y proyectos, todos ellos respaldados por asociaciones y colectivos como la Asamblea Ciclista que no sabemos bien a cuántas personas puedan representar y ni tan siquiera si esas personas son de Cádiz o bien son de otras localidades de la provincia que poco pintan aquí”.
Este periódico les plantea si han intentando hablar, antes de llegar a lanzar sus denuncias al aire, con el alcalde, José María González. “Sí, lo hemos hecho, y de hecho es mucho más fácil hablar con el alcalde que con su concejal de Urbanismo, pero detectamos que el Gobierno local se compone de un acuerdo entre dos partidos y que debe haber una estrategia en la que nos encontramos con una especie de bipolaridad. Es como si hubieran dos ayuntamientos: Martín Vila y los demás”.
Para Queiruga y Gandullo es muy difícil tratar con “este señor”. “Lo llamamos, no nos coge el teléfono o bien nos contesta por whatsapp horas después. A los comerciantes y a todos los que generan actividad y crean puestos de trabajo nos considera como un mal endémico de la ciudad: empresarios, autónomos, hosteleros, hoteleros... Parece que todos intentamos siempre invadir y usurpar el espacio público. Ese es su planteamiento”.
Pero “hasta hoy hemos intentado mantener la lealtad, pero por un oído le entra y por el otro le sale”. Sin ir más lejos el presidente y la gerente de Cádiz Centro Comercial empiezan hablando de las plazas públicas sobre las que ya está aplicando las nuevas ordenanzas, “hasta tal punto que dice que el peatón necesita cada vez más espacio para su disfrute y movilidad. Me gustaría que se pasara por Candelaria a tomarse una cerveza con su familia a ver si se siente cómodo en una terraza con la silla y con la mesa ubicadas a presión entre dos bolardos. Que le pregunten al propietario del Sonámbulo o a la heladería o al italiano...”. Cuentan que allí, para montar la terraza tienen que esperar a que acaben los servicios de carga y descarga y esperar a que los camiones y furgonetas se vayan, “pero a veces tardan en irse y el empresario es el que, al final, tiene que enfrentarse con el transportista acabando la cosa en una eterna confrontación entre dos personas que lo que quieren es ganarse el pan que llevan a sus casas”.
Y ahora otra plaza, la de San Francisco. Queiruga y Gandullo describen que hay un serio problema con las terrazas y la ubicación de los bancos públicos en los que viven casi de manera permanente personas sin hogar. Estos bancos están a centímetros de las terrazas. “Tenemos fotos de un sin techo con los pantalones bajados en uno de estos bancos a poca distancia de una de las terrazas de San Francisco. O el otro día, una de estas personas vomitó junto al banco, lo que provocó una sería disputa unida a una imagen pésima de la ciudad”, según Beatriz Gandullo.
Quedaron con Martín y éste les pidió una propuesta. Se la hicieron. Le pidieron que al tratarse de bancos movibles, que los ubicara en zonas puntuales de la plaza de manera que se respetara una distancia mínima respeto a los negocios. “Pero, lejos de lo que le pedimos, ahora nos dice que no sólo no puede mover los bancos sino que se ha dado cuenta de que hacen falta aún más bancos”. “A eso se le llama política de confrontación. Si le pedimos blanco nos responde con negro y si le pedimos alto nos responde que bajo”, comenta Queiruga. “Debe darse cuenta de que nosotros vivimos de esto y que no puede estar minando la actividad económica que queda en esta ciudad”.
Otro capítulo: el transporte público. Gandullo afirma que Martín les ha pedido que vayamos adelantando a nuestros comerciantes que hagan delivery (entrega de comidas a domicilio) que antes de terminar su mandato va a exigir que todos los vehículos que entren en el casco histórico sean eléctricos. “¿Sabe usted lo que esto significa con la que está cayendo? ¿Cómo le digo yo a ese autónomo que vaya pensando en tirar las dos motos que tiene para comprar otras dos eléctricas”. Y, según cuentan, la respuesta que obtuvieron de Martín Vila es que se compraran dos patines que eran mucho más baratos. “Se ve que este señor no vive nuestra misma realidad”, lamenta Queiruga.
Beatriz Gandullo, gerente de CCC, rebate que “espero que para ese tiempo, toda la flota de vehículos del Ayuntamiento sea también eléctrica: sus furgonetas, sus autobuses que cada vez que arrancan el motor matan a un pajarito”.
Y otra gota que colma el vaso de los comerciantes del centro de Cádiz: la nueva ordenanza de estacionamiento regulado. “Nada más hay que ver la que se está montando en Puertatierra. Los vecinos se acuestan pudiendo aparcar de manera gratuita y se levantan con sus aceras pintadas de azul, verde o naranja y teniendo que pagar para usar los estacionamientos de su propio barrio”. A este respecto, desde la asociación se presentaron varias propuestas y ninguna, al parecer, se atendió. “Queremos bolsas de aparcamiento gratuito sí o sí. Se puso una zona de ésta en Renfe y la terminó pintando de colores. Le dijimos que las zonas de aparcamiento de la Plaza de España eran vitales para los clientes de nuestro comercios y nos ha dicho que también fuera”, insiste Manuel Queiruga. “Y lo peor es que no sabemos qué pasa por su mente. Parece que, encima, está convencido de que para su gente lo está haciendo bien”, apunta Beatriz, que añade que “empezó con la ordenanza de estacionamiento regulado y, al final, lo ha ido extendiendo por toda la ciudad hasta quitar la zona azul y convertirla en naranja que es mucho más cara y que llegue a todos lados, menos a su barrio”.
Otra anotación en el cuaderno de la gerente de Cádiz Centro Comercial: el problema de las licencias municipales. “Se inicia una actividad económica, se abre un proyecto, y la licencia termina por encajonarse en el despacho de este señor. Y ya si, para colmo, tiene que pasar por la Comisión de Patrimonio que sólo se reúne una vez al mes, ya ni le cuento. Hemos tenido asociados con el negocio parado hasta 14 meses esperando una licencia y pagando un alquiler”.
De hecho, Queiruga afirma que le pidió personalmente al alcalde que comprobara, por ejemplo, los últimos 50 expedientes y mirara la fecha de registro de inicio y la fecha de la concesión y extraiga sus propias conclusiones, “pero si las ha extraído no las conocemos, aunque nos las imaginamos: el expediente termina enconado”.
Beatriz Gandullo pasa página y comenta sonriendo: “El bolardo de Veedor”. En esta ocasión el problema es un cóctel cuyos componentes son la peatonalización de Veedor y el estacionamiento de San Antonio. “Nos gustaría que una tarde se pasara este señor por esta plaza y viera la que se monta a la salida de este parking”. Comentan los responsables de esta asociación de comerciantes del centro que como los coches ya no pueden coger por Veedor, que sería la salida natural (Veedor, Mentidero, Alameda), cuando abandonan el parking tienen que dirigirse hacia la calle Zaragoza, pero, metros antes de acceder a ella se encuentran con la cola de vehículos que están entrando en el aparcamiento. “Se forma unos pitotes impresionantes”.
Según Gandullo y Queiruga es un problema que ya afecta incluso a los propios vecinos del lugar que están optando por dejar sus abonos en el aparcamiento porque se han visto condenados a larguísimas esperas para entrar o salir de éste. “Estas son decisiones unipersonales que se le ocurren a Martín Vila”.
Es para ellos ya una cuestión conceptual. Es llevar a cabo “una peatonalización irracional”. Para “este señor” peatonalizar “es cortar una calle casi sin preaviso, cuando nosotros apostamos por una peatonalización racional. Queremos apostar por replicar el concepto de la calle Columela en todos sus alrededores hasta donde realmente se pueda. Peatonalizar no es sólo cortar una calle al tráfico. Hay que darle vida a esa calle, darle luz, seguridad y limpieza y promover que sus establecimientos generen empleo y actividad”.
Y otro colectivo afectado, el de los taxistas, que no sólo están ya enfrentados con Urbanismo porque cada día se les hace más incómodo llevar a cabo su trabajo en la estación de Renfe, sino que “se le ha metido quitarles la parada del Palillero. Eso no está costando sangre, sudor y lágrimas”.
La gerente de CCC lamenta que, a veces, sus asociados piensan que “no estamos haciendo nada por ellos, pero acudimos al alcalde que sí actúa, pero se ve que cada uno tiene su parcela y vemos que Martín tiene autonomía plena”.
Otra gota: los patrocinadores. Según los responsables de esta asociación, Martín Vila no permite cualquier patrocinador para cualquiera de las acciones o campañas que desarrollan los comerciantes. ”Por ejemplo, nos vetó el patrocinio de Peugeot porque dice que venden coches diesel y que éstos, a pesar de tener la etiqueta ECO, contaminan. Parece que este señor no ha visto la flota de autobuses que tienen los gaditanos a su servicio que es la que más contamina del mundo, sin olvidarnos del resto de vehículos municipales.
“Para nosotros, perder un patrocinio de 4, 5, 10 o 15.000 euros representa no poder llevar a cabo iniciativas para atraer a los ciudadanos al centro para consumir en sus bares y restaurantes y comprar en nuestras tiendas.
O algo similar, “nos llegó a decir que no hiciéramos nada ni con Burguer King ni con McDonald porque era comida no saludable. ¿Qué hacemos? ¿Cerramos esas tiendas? Su actividad es legal. ¿O tendremos que terminar cerrando también los estancos porque lo que venden es también perjudicial para la salud? Al final querrá también que todos los gaditanos terminemos siendo veganos”.
Su gerente le recuerda a Martín Vila que “los que están detrás de las empresas es gente de Cádiz. No están en el Ibex 35 sino que son Manolito Pérez o Antoñito López o sus hijos y que aquí en Cádiz hay comercios que llevan hasta cuatro generaciones que están muy asentados en la ciudad y que ahora están empezando a pensar en cerrar por culpa de actitudes como la de este señor”.
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