La crisis del comercio en Cádiz se agrava más con la llegada de Primark a San Fernando

La capital ha visto como en los últimos meses se han marchado varias de las marcas referentes en moda

Día de rebajas en el centro de Cádiz.
Día de rebajas en el centro de Cádiz. / Julio González

El comercio de Cádiz acrecienta su crisis retornando a las etapas más duras de los años 90. A la apertura la próxima semana del gigante de la moda barata Primark en San Fernando, en unión con todas las marcas de Inditex que se marcharon de la capital para reabrir en el centro comercial isleño, se le une ahora el inesperado cierre de la tienda que Springfield tiene desde hace años en Columela.

Esta calle, la milla de oro del comercio de la ciudad, vuelve a sufrir un nuevo zarpazo tras la marcha de varias de la tiendas textiles de referencia que servían de locomotora para el resto del sector.

A todo ello se llega tras una campaña de Navidad que no ha cumplido las expectativas de ventas en la ciudad, como reconocen los propios empresarios, mientras que no hay expectativas a corto plazo, todo lo contrario, para la llegada de firmas que puedan suponer una atracción para el cliente de fuera de la ciudad que, al fin y al cabo, es que el permite mantener a flote todo el comercio gaditano.

La apertura de pequeñas tiendas, de la mano de emprendedores gaditanos, no resulta suficiente para tapar el agujero que ha dejado la salida de Zara, Massi Dutti, Springfield... Se quiera o no, el comercio necesita del tirón de estas firmas para, a su vez, complementar la oferta con locales gestionados por los propios gaditanos.

Si tenemos claro como ciudad que el comercio debe ser una de las patas esenciales de nuestra economía, está claro que debemos apoyarlo con todas nuestras fuerzas. No solo acudir al mismo para realizar nuestras compras, lo que en todo caso implica por parte del sector contar con una oferta amplia que atienda a la demanda de la clientela, sino plantear campañas de promoción del mismo más allá de Cortadura. Y aquí juegan un papel esencial las administraciones públicas, especialmente el Ayuntamiento, y las propias asociaciones de comerciantes.

Es necesario también facilitar la movilidad urbana, con calles peatonales bien urbanizadas, con buena iluminación, con cartelería que informe de las zonas de venta; con la ampliación de las calles más comerciales, más allá de las rutas tradicionales; con una mejora en la accesibilidad a través de la pendiente potenciación del transporte público; con información de la ocupación de los aparcamientos (mediante paneles informativos en las entradas de la ciudad) para aprovechar espacios poco utilizados como el estacionamiento del muelle.

Es necesario, aunque aquí entra la ética de cada propietario, su gaditanismo (porque muchos son de esta tierra) y su derecho a defender sus intereses económicos, rebajar los precios del alquiler de los locales pues en muchos casos (como ha pasado con la tienda de Sringfield de Columela, y como ha pasado con otros locales de la misma calle), provocan la marcha de empresas que funcionan bien pero pagan rentas que siguen disparatadas.

Es esencial elaborar un plan de futuro, de futuro inmediato, que fije cuál es la oferta que hoy se ofrece en toda la ciudad, qué negocios habría que promover para completarla a modo de un verdadero gran centro comercial donde se pueda encontrar desde ropa o zapatería hasta piezas de menaje, decoración, libros, jugueterías... Y vender este modelo de forma conjunta.

Es también esencial trasladar a todo el sector la importancia de la venta a través de internet, donde las grandes cadenas dominan el mercado. No basta con la atención personalizada, aunque se un sello del comercio tradicional. Ya podemos vender más allá de nuestras fronteras como garantía de futuro de los negocios y hay que aprovecharlo. Aquí se cuenta, ciertamente, con el estrecho apoyo del Ayuntamiento.

La ciudad debería de aprovechar también, con el efecto llamada que debe tener, la presencia del centro comercial de El Corte Inglés, que se ha asentado en la ciudad y reforzado en los últimos años con la presencia ya de más de un millar de marcas en textil, ocio, informática, hogar... Es una forma de atraer al cliente de otras ciudades y, con ello, retenerlo para que compre también en el comercio tradicional.

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