El comercio de Cádiz: Donde compraban nuestros abuelos
Patrimonio arquitectónico
Cádiz ha ido perdiendo buena parte del patrimonio arquitectónico relacionado con su histórico comercio
Hay que proteger lo poco que queda aún abierto
Hubo un tiempo en el que las calles más comerciales de la ciudad estaban repletas de selectas tiendas de ropa, de librerías, de bazares, de zapaterías y sombrererías. propiedad de inustriales gaditanos. Tiempo en el que abundaban los ultramarinos, las confiterías y los cafés. Las guías de la ciudad de principios del siglo XX estaban repleta de nombres comerciales que forman parte de nuestra historia y que hicieron de Cádiz una de las grandes capitales del comercio en todo el sur.
Hoy, la gran mayoría han desaparecido. Apenas unas decenas muy escasas sobreviven como recuerdos de épocas de mayor esplendor en Cádiz. Las crisis que se han ido solapando unas con otras, las jubilaciones sin descendencia a la que dejar los negocios familiares, el cansancio de un trabajo duro o las ofertas irrechazables de marcas ajenas a la ciudad para ocupar los viejos locales han provocado la desaparición de esta parte de nuestro patrimonio.
Hoy Columela, Ancha, San Francisco... trasladan al paseante en la mayor parte de su recorrido una imagen comercial uniforme con cualquier otra capital del país, donde mandan las franquicias y las grandes marcas nacionales e internacionales.
Entre las ordenanzas municipales que controlan y dirigen nuestras vidas, la ciudad adolece de una que evite mayores destrozos en este patrimonio, tanto en su arquitectura como en el propio mobiliario. Hoy el PGOU apenas cuenta con un listado de comercios que se consideran que tienen un "valor etnológico", aunque algunos de ellos incluso ya no existen físicamente, como el Salón Moderno, quedando únicamente en la memoria colectiva.
Por el contrario, sólo actuaciones puntuales han salvado del destrozo a la arquitectura comercial de determinados locales, como pasó hace unos años con la transformación de la histórica Relojería Alemana, en Columela, en una perfumería que se vio obligada a respetar el diseño exterior de la tienda tras una orden expresa de la Comisión de Patrimonio. En otros casos, ha sido la propiedad la que por su propia iniciativa ha preservado la fachada aún cuando se haya producido un cambio de negocio, como ha pasado con la librería La Marina, Moral o Recio, entre otros contados casos.
Durante el mandato de gobierno del socialista Carlos Díaz, el entonces concejal de IU, Fernando Santiago, propuso la elaboración de un catálogo del patrimonio comercial de la ciudad, como un paso esencial para preservar este legado. El arquitecto Julio Malo de Molina calculó en un centenar el número de establecimientos que debían de protegerse. Pero al final todo se paralizó y el tiempo se llevó por delante a muchos locales de la lista, como pasó con la radical reforma que acabó con el potente diseño original de El Parisién, de 1880. Mientras, mobiliarios de almacenes antiguos pasaban a engrosar el diseño de nuevos establecimientos como objetos de decoración.
"La situación hoy en cuanto al mantenimiento del patrimonio histórico comercial de Cádiz es bastante lamentable", afirma el catedrático de Historia Contemporánea de la UCA, Alberto Ramos Santana. El historiador, que ha estudiado la evolución del comercio tradicional y es uno de los mayores defensores de su protección, destaca cómo en las últimas décadas apenas se ha logrado mantener, aunque los que mejorar han aguantado la crisis y la evolución de los negocios han sido los establecimiento dedicados a la hostelería.
"En esta época lo que mejor se ha ido conservando del comercio histórico es todo lo referido a los bares, tabernas o alimentación. Por el contrario se ha ido perdiendo el comercio textil (uno de los referentes del sector durante décadas), las zapaterías y últimamente el diseño de las antiguas farmacias", indica Ramos Santana que evidencia la importancia que ha tenido la llegada de las franquicias para esta transformación estética del antiguo comercio tradicional.
Resalta que en la mayor parte de bares y tabernas de Cádiz el apellido familiar aún se mantiene al frente de los negocios, lo que sin duda ayuda a su continuidad y a preservar la vieja estética. Menciona casos como la Parra de Veedor, la Cepa Gallega, Casa Manteca (aunque ésta haya perdido su carácter de ultramarino), el bar Brim o el Liba, entre otros. A los que se le unen, recuerda el investigador, otros locales muy característicos como Serafín y varios locales de arreglo de zapatos, que han sabido aguantar con un servicio de calidad la competencia de las grandes superficies comerciales. Y también en Puerta Tierra. En la calle Santa María de la Cabeza pervive desde 1940 en el que es sin duda el comercio más antiguo de extramuros, una taberna y almacén con su correspondiente estanco, Casa Joaquín.
Una ciudad como Cádiz tan unida al comercio ha visto cerrar a buena parte de ellos, lo que le ha restado competitividad. Curiosamente, en el listado de aquellos que siguen abiertos tras superar el siglo se encuentran varias farmacias. Este sector también ha perdido buena parte de su estética aunque hay casos como las farmacias del Mentidero, Compañía o José del Toro, entre otras, que mantienen en todo o en parte el diseño y parte del viejo mobiliario como ejemplo de su historia.
"Estos son los comercios que mejor han aguantado la crisis y han sabido mantener su esencia. También han aguantado bien los ultramarinos, aunque algunos han evolucionado a cafeterías", algunos con una estética de décadas pasadas recordando sin duda sus orígenes.
Reclama Alberto Ramos una actuación decidida por parte de las administraciones a la hora de evitar la pérdida definitiva de esta parte de nuestra historia, aunque lamenta también como a veces es la propia administración la que pone piedras en el camino cuando algún emprendedor intenta recuperar la imagen de los viejos comercios y choca con impedimentos burocráticos, como pasó con la tienda Herakles, en la calle Pelota.
Hace ya unos años, en la etapa de gobierno del PP, se le encargó a Ramos la organización de una exposición sobre el comercio tradicional de la ciudad, proyecto que se frustró tras la destitución del entonces director de Cultura. El catedrático lleva años reclamando la creación en la ciudad de un gran Centro de Interpretación de Cádiz, que él propone ubicar en el antiguo edificio del IES del Rosario, en proceso de transformación para su conversión en un Centro de Arte Contemporáneo, y en cuyo recorrido tendría un lugar relevante el papel esencial del comercio en nuestra historia.
La ausencia, por el momento, de un mecanismo que permita a la administración actuar a la hora de mantener este patrimonio en Cádiz contrasta con planes ya en marcha en ciudades como Sevilla, donde el pasado mes de agosto se cerró un convenio entre el Ayuntamiento hispalense y la Cámara de Comercio sevillana, para apoyar la continuidad y promoción de estos locales históricos.
La ciudad ya cuenta, por lo pronto, con una treintena de establecimientos reconocidos como "emblemáticos". Además de protegerlos, este catálogo facilita que sus propietarios puedan acceder a líneas de ayudas municipales y formar parte de campañas institucionales de promoción de la ciudad.
El Plan Estratégico Sevilla 2030 incluye al comercio tradicional como un sector vital para la economía y el empleo de la ciudad.
Todos estos comercios deben de tener un mínimo de 40 años de funcionamiento, manteniendo una actividad singular o que el local donde se encuentre contenga valores patrimoniales, arquitectónicos o decorativos, y que por lo tanto sean una seña de identidad de la ciudad.
José Álvarez, uno de los más veteranos del comercio de Cádiz, autor de numerosos libros sobre la relación de este sector con la ciudad, afirma que "un centro histórico no puede ser sustituido fácilmente por un nuevo centro funcional de carácter comercial en formato moderno. Los centros funcionales son demasiados parecidos unos a otros, no aportan singularidad, no reproducen la biografía de la comunidad asociada a la ciudad y se pierden referencias de permanencia".
Preparando ya su último trabajo, Consume para ser feliz, Álvarez une la actuación ahora emprendida por Sevilla a la que ya desarrolla Barcelona "blindando sus comercios emblemáticos mediante la suspensión de las obras destructoras. De 228 establecimientos catalogados, 32 tienen la máxima protección".
Le planteo al Ayuntamiento de Cádiz la posibilidad de trasladar el convenio firmado en Sevilla de apoyo al patrimonio del comercio tradicional. Según la concelaja de Comercio, Montemayor Mures, "es una iniciativa que nos encanta y que vamos a estudiar y hablarlo con Centro Comercial Abierto y con la Acex, para elaborar de manera conjunta acciones que promuevan el comercio y que premien de alguna manera al comercio local, lo que siempre serán bien acogidas".
No obstante, el esfuerzo de la concejalía de Comercio se centra ahora, indica Mures, "en la planificación de la campaña de Navidad en un año muy complicado por lo que queremos que todo salga a la perfección".
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