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El comercio de Cádiz busca un nuevo modelo para salir de su crisis más profunda

Uno de los referentes de la economía local se ha visto duramente afectado por la pandemia y las nuevas formas de venta

Sólo la búsqueda de la excelencia lo puede salvar

El cierre de Inditex en Cádiz no ha ayudado a mantener al comercio local. / Julio González

Hasta hace poco más de medio siglo en Cádiz aún se seguían publicando las guías sobre la ciudad en la que se recogían los nombres de todos los comercios que en ella funcionaban.

Eran marcas todas de la ciudad. Desde tejidos y moda hasta zapaterías pasando por menaje, relojerías, perfumerías, librerías.... Una variedad incluso superior a lo que hoy podemos encontrar en las grandes superficies comerciales.

La llegada de estos complejos ubicados en los extrarradios de las ciudades y, después, la presencia de franquicias y de multinacionales de la moda y la decoración que elegían los mejores locales de las calles más céntricas, dieron un golpe, a veces ya de gracia, al comercio tradicional de muchas capitales.

Cádiz, centro receptor de una clientela que iba más allá de Cortadura e incluso de los límites de la provincia, no fue ajena a estos cambios en este negocio. Más aún, los sufrió con mayor dureza pues a esta competencia se le unió la crisis industrial que se llevó por delante a empresas que mantenían a miles de familias y que generaban importantes ingresos, gran parte de ellos gastados en el comercio de local.

Ante estas situaciones adversas, el comercio tradicional de Cádiz evolucionó como la propia capital. A medida que ésta recuperaba algo de brío económico, especialmente gracias a su desarrollo turístico, los empresarios del sector comenzaban a ver algo de luz.

Moral, un clásico que ya cerró sus puertas. / Almudena Torres

Por el camino, es cierto, buena parte de los históricos nombres del comercio se jubilaron y dejaron sus locales, alquilados, en manos de franquicias o de grandes cadenas, especialmente el imperio de Inditex.

De esta forma, Cádiz inició el siglo en un proceso de recuperación de su tejido comercial más que notable. Aunque parte de la oferta tradicional se había perdido, aquí seguían firmes las cadenas nacionales e internacionales y aguantaban algunos nombres históricos.

Hoy, apenas unos años más tarde, volvemos a entrar en un periodo de incertidumbre con una agravante respecto a años anteriores: la marcha casi al completo de grupos como Inditex que, guste o no guste, siempre han ejercido como una locomotora allí donde funcionan.

Además, llegamos a un etapa de incertidumbre que completa dos golpes en el último quinqueo, tras la lenta recuperación que se observaba tras la crisis financiera de 2008.

Por una parte, el definitivo desembarco de las grandes plataformas de venta por internet y, por otra, la pandemia de coronavirus, que cerró el comercio durante meses, que se llevó por delante a los más débiles y que, encima, afianzó la venta online con el problema de que quien no estuviese preparado se quedó atrás de forma definitiva.

En esa estamos en el final de 2021, con el Covid de nuevo en máximos, con una cifra de negocios en plena campaña de Navidad que no levanta cabeza y que en algunos días están incluso por debajo de los datos del año pasado.

Todo ello marca una clara incertidumbre en el comercio tradicional de la ciudad que llega en un momento de profundos cambios en los hábitos del consumidor que no han dejado tiempo al empresarios tradicional a adaptarse.

A la vez, dentro de las peculiaridades de esta ciudad, los nuevos emprendedores, en su mayoría jóvenes con buena ideas y con el modelo digital muy claro, siguen topándose con uno de los problema tradicionales de nuestro comercio: la necesidad de afrontar alquileres disparatados para abrir en el centro de la ciudad, e incluso muy altos en la Avenida que funciona como la gran zona de ventas de extramuros.

De esta forma, el centro sigue ofreciendo la imagen de locales, amplios en su mayoría, cerrados y sin perspectivas de una rápida reapertura. Es el caso de las tiendas que dejó libre Inditex en Columela, edificios de muchos metros cuadrados y de precios prohibitivos.

Ya las grandes cadenas no están interesadas por este tipo de locales, en ciudades pequeñas y medianas, aunque les sean rentables (como lo era Zara en Cádiz). La gran apuesta de estas marcas son megatiendas en las grandes superficies, lo que ha sido la salvación para Bahía Sur, además de incrementar más y más el negocio por internet.

A todo ello se le une la existencia de un grupo no muy extenso de propietarios que no tienen necesidad urgente de soltar sus locales vacíos. Aunque en algunos casos hayan rebajado la renta, ésta sigue siendo una de las más elevadas entre las capitales del sur, imposible de asumir por lo nuevos promotores. Locales que, en determinados casos, son propiedad de antiguos comerciantes de Cádiz.

ISI, uno de los últimos grandes del textil gaditano que se mantiene abierto y con ganas de seguir. / D.C.

Monte Mures, concejala de Comercio, asume, en una conversación con este Diario, que el sector no está viviendo un buen momento hasta el punto de que "los niveles de negocio prepandémicos no se han logrado recuperar. El comercio lleno de vida de antes no existe ahora porque la pandemia ha hecho mucho daño, especialmente al que ya estaba herido. Además estamos metidos en un cambio de hábitos de consumo que se ha consolidado en estos meses, y quienes no hayan sabido adaptarse a los mismos lo tienen muy difícil".

Reconociendo también cómo afectan las grandes superficies comerciales y, sobre todo, la venta por internet, Mures lanza un mensaje de optimismo pues evidencia que en los últimos meses "se está dando una vuelta al cierre de locales, además hay personas interesadas por invertir", a lo que ayuda la oficina de promoción que han puesto en marcha el Ayuntamiento y Cádiz Centro, facilitando gestiones y búsqueda de locales a los futuros empresarios.

Metidos de lleno en esta crisis, muy diferente a las anteriores pues entran factores externos de la ciudad, Mures destaca la apuesta municipal por ayudar al colectivo, "siempre sentándonos con ellos para así consensuar medidas y programas".

Una prioridad es, por supuesto, apoyar la transformación digital. "Darle la espalda a la digitalización es una locura, porque el que no está en internet no existe". En coordinación con la concejalía de Fomento se han destinado 250.000 euros en cursos de comercio digital y en la importancia de estar presente en las redes sociales.

Frente a este paso esencial hacia la modernización, la concejala considera fundamental "no perder la esencia del comercio tradicional, basada en la cercanía, la amabilidad, en el trato directo".

Un comercio local que se considera debería de ampliar su marco de oferta.

Cuanto el comercio tradicional de Cádiz era un referente ofrecía a lo largo de todo el casco antiguo una gran variedad de locales en los que se podía encontrar todo lo que hoy se ofrece en una gran superficie, como El Corte Inglés.

El Ayuntamiento, aunque coincida en esta reflexión, lógicamente no puede dirigir los pasos de los emprendedores, pero sí animar a ir en este sentido. En este caso, la concejala defiende un comercio sostenible que fomente la economía circular, con un consumo responsable. "Hay que ir a las tiendas de la ciudad y rebajar el uso de las grandes plataformas de venta" que, además, suponen un importante consumo en el empaquetado y en el transporte".

"Lo ideal sería potenciar estas tiendas, que pueden ser pequeñas y de oferta muy variada. Al fin y al cabo, la gran mayoría cuando viaja por turismo lo que busca es lo excepcional, no lo que encuentra ya en su ciudad", como pueden ser las franquicias y las cadenas de moda que repiten modelo, por lo menos hasta ahora, en todos los centros comerciales.

Tampoco lo tiene fácil la administración local a la hora de actuar sobre el elevado coste que tiene la mayoría de los locales comerciales de la ciudad, tanto para el alquiler como para su compra.

El gran ejemplo son los edificios que dejó vacíos Inditex en la calle Columela, muy difícil de sacar al mercado: para el empresarios local, inviable por su alto coste, mientras que cada vez tiene menos interés para las grandes marcas, que huyen ya de los espacios físicos en las ciudades pequeñas y medianas.

"Rebajar el IBI, una medida en manos del Ayuntamiento, no garantiza que este ahorro revierta en el precio del alquiler. La única posibilidad para conseguir rebajar los costes es que los propietario se conciencien de ello, que tengan sensibilidad con la ciudad, más si algunos son de Cádiz y del mismo sector, porque un control de los alquileres con una norma nacional no ha logrado salir adelante", se lamenta Mures que además destaca que la marcha de las grandes firmas han dejado vacío edificios “con precios muy altos, que ellos sí podían afrontar, que se han mantenido y que son inasumibles para el pequeño y mediano emprendedor”

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