El comercio tradicional pasa a la historia
Comercio en Cádiz
El anuncio del cierre de El Siglo supone un paso más en el final de una parte de nuestra historia como ciudad comercial
La crisis industrial y la pérdida de población, causas del declive
El anuncio del cierre de El Siglo, en la calle Ancha, es un capítulo más del ocaso del comercio tradicional en Cádiz. Un ocaso lento, iniciado en la década de los años ochenta del pasado siglo y que ha dejado a la capital con un reducido número de firmas que ha logrado superar o se acercan a los 75 años de vida.
Un vistazo a los anuarios de las primeras décadas del siglo XX nos permite un recorrido nostálgico por una etapa de oro de nuestro comercio, cuando Cádiz era el referente en las ventas no solo en la provincia sino también en muchos puntos de Andalucía.
Lo que hoy se vende como “Cádiz Centro” ya lo era décadas atrás pero con una significativa diferencia. Ahora las calles están llenas de cadenas nacionales e internacionales que repiten modelo en todas las ciudades del país; antes, sin embargo, la referencia era el comercio tradicional, con empresas locales dedicadas a la moda, la zapatería, el hogar...
Si El Siglo, perteneciente a una cadena nacional, fue una de las tiendas más selectas de la ciudad en su campo, tenía la dura competencia de otros grandes almacenes como El Eco de París, El Águila, La Riojana o Barcelona, así como Hermu o toda la cadena de tiendas de Merchán, ejemplo de calidad en los productos que se vendían, desde telas, vestidos, alfombras, artículos de regalos...
O pastelerías como la mítica Viena, Orcha o la siempre recordada La Camelia, que llegó a crear una pequeña red de cafeterías en la ciudad.
O Almacenes Álvarez, que ya en los ochenta se especializó en juguetes.
Estos clásicos se han ido perdiendo. En 1954 se publicó una de las últimas ediciones de estas guías, en la que se incluía el listado casi completo del sector además de un nutrido número de anuncios. Son pocos los que hoy aguantan.
La Vajilla, la pastelería Victoria, la Armería de Joaquín Arcusa, la droguería Repeto, la Aserradora Gaditana, los Almacenes los Madrileños, Parodi, Las Antillas, La Parra de la Bomba... todos han ido cayendo a medida que pasaba el tiempo, llegaba la hora de jubilación de sus propietarios o debido a las crisis que se han ido repitiendo de forma cíclica en el último medio siglo.
La crisis industrial, pesquera y marítima que sufrió Cádiz a partir de los años ochenta... la ciudad pierde gran parte de su poder adquisitivo a lo que, después, se irá uniendo la pérdida de población (hoy 40.000 habitantes menos que hace treinta años) y la apertura en la Bahía de las primeras grandes superficies comerciales.
Cádiz dejaba así de ser la capital del comercio de la provincia a la vez que perdía un importante núcleo de sus habitantes sobre los que se sustentaba el día a día de buena parte de las ventas de estas tiendas.
En esta primera etapa de decadencia, el turismo de cruceros, aún muy verde y lejos de las cifras de hoy, salvaba las cuentas de comercios muy especializados, especialmente las zapaterías o algunas tiendas de confecciones ubicadas en la ruta de paso de estos primeros visitantes.
Si la crisis de los ochenta-noventa fue muy dura, la que llegó a partir de 2007 terminó por desanimar a los comerciantes más veteranos que, en algunos casos, se veían obligados a utilizar sus ahorros para poder subsistir. El desinterés de quienes debían heredar estos negocios provocaban el cierre de los mismos y el alquiler de los locales.
Alquilar las tiendas acabó siendo un negocio más lucrativo que estar detrás del mostrador. El interés de franquicias y cadenas nacionales e internacionales por ubicarse en el centro histórico de la ciudad disparó el precio del metro cuadrado en calles como Columela, Palillero, Ancha, tramos de San Francisco. Producto de ello cerraron Hermu, Merchán, Tosso, Moral, Caren. La Relojería Alemana, con más de 150 años de antigüedad, tampoco logró aguantar la presión de las marcas internacionales.
Por caer, en estas décadas, ha caído otro de los emblemas del comercio gaditano: el ultramarino. En este caso su supervivencia se está viendo amenazada en los últimos por la proliferación de supermercados, que han llegado a abrir en zonas tan emblemáticas para el comercio tradicional como la calle Ancha o la misma plaza de San Juan de Dios.
Sólo la apuesta por tiendas delicatessen ha animado la vieja marca de los ultramarinos, hasta el punto que el diseño de estos locales ha recuperado la imagen tradicional de estas tiendas.
Lo cierto es que el final de una parte de nuestro comercio tradicional ha afectado de lleno a la estética de nuestras calles. El cierre de los locales ha ido acompañado por un cambio de sus portadas, eliminando lo histórico por modelos más modernos. Sólo en casos muy puntuales ha sido el Ayuntamiento el que ha impedido cambios en las fachadas.
En la etapa de gobierno del PSOE, el edil Fernando Santiago propuso en su momento la redacción de un catálogo del comercio tradicional, como manera de defender una imagen propia de la ciudad. El proyecto se aprobó pero nunca se ejecutó. Un sector como el de las farmacias, donde se encuentran varios de los locales más antiguos de la ciudad, es un ejemplo de una modernización sin respeto al pasado.
El viejo comercio de la ciudad, aquel que situó a Cádiz como lugar de compras en toda Andalucía, está cada vez más cerca de pasar a la historia. Y curiosamente lo hará cuando la capital vuelve a recuperar parte de ese protagonismo.
Hoy, el casco antiguo, a pesar de la crisis industrial y a pesar de la pérdida de población en toda la ciudad, está considerado como uno de los más dinámicos del sur y de buena parte del país. La mejora habitacional, el arreglo de plazas y calles en años pasados, le mejora de la accesibilidad actual y, sobre todo, la apuesta por el turismo han atraído a jóvenes emprendedores que buscan su sitio entre las grandes cadenas, sabedoras del potencial de Cádiz.
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