El goteo constante de la salida de las órdenes religiosas de Cádiz

Religión

La salida de los franciscanos se ha unido a las anteriores de carmelitas, jesuitas, mercedarios y capuchinos

Sacristía de la iglesia de San Francisco.
Sacristía de la iglesia de San Francisco.
Melchor Mateo

27 de abril 2022 - 13:57

La salida de las órdenes religiosas no es algo exclusivo de Cádiz sino que la falta de vocaciones está haciendo que los distintos monjes y monjas se vayan agrupando en pocos conventos que ayudan también a reducir los costes de mantenimiento de todos estos inmuebles.

En Cádiz a lo largo de las últimas décadas se han ido marchando de manera sucesiva los capuchinos, jesuitas, mercedarios y carmelitas y ahora los franciscanos, a las que hay que unirles las monjas filipenses que estuvieron durante muchos años en San Pablo y que, después, ocuparon una casa en la calle Cervantes.

Curiosamente, tanto en San Francisco como el Carmen son las dos iglesias donde más ceremonias de matrimonio se producen en la ciudad.

La salida más cercana en el tiempo fue la de los carmelitas, que tuvo lugar en el año 2016. La escasez de vocaciones, la reagrupación de frailes en el territorio nacional, el envejecimiento de los mismos o la falta de recursos para seguir manteniendo grandes edificaciones son algunos de los motivos que llevó a la orden a reagrupar a las distintas provincias eclesiales en las que los carmelitas tenían organizada su presencia en España en una sola; y a raíz de esta unificación de los religiosos de todo el territorio nacional se tomó la decisión de cerrar su casa en Cádiz.

Los carmelitas gaditanos se trasladaron a San Fernando y desde allí se atiende tanto a la iglesia isleña como a la gaditana para que se puedan seguir dando misas y la dirección espiritual a la archicofradía del Carmen que se encuentra allí radicada.

Una vez que se marcharon ya los carmelitas hubo un contencioso por el tema de las inmatriculaciones porque el Obispado entendía que el inmueble era suyo, pero finalmente el Tribunal Eclesiástico de Sevilla dio la razón a la Orden.

Tanto en el caso de los mercedarios, que se marcharon en el año 2010, como el de los jesuitas tres años antes, dejaron sus respectivos templos en manos del Obispado, que fue el que se encargoó de gestionar cada uno de ellos. En el caso de Santiago, por ejemplo, fue el Seminario una vez que se fueron los jesuitas.

Los mercedarios dejaron la ciudad después de casi cuatro siglos cuando se marcharon para concentrarse en la parroquia que tienen en Valdelagrana. Los motivos eran los mismos que los anteriores y respondía, en primer lugar, a la falta de vocaciones. Entonces la fórmula que se aplicó fue la de que el párroco de Santa Cruz, entonces era el recientemente fallecido Balbino Reguera, el que se hacía cargo también de la Merced pero a través de un vicario.

La Compañía de Jesús dejó la iglesia de Santiago y varios inmuebles que tenían en la capital en el año 2007 y fueron los responsables del Seminario Diocesano de San Bartolomé los que se encargaron del culto y de la actividad pastoral de este templo.Entonces, se decidió que los jesuitas centraran toda su actividad en El Puerto. En los años 90 vendieron al Ayuntamiento un edificio que está situado en la plaza de la Catedral y que ahora es una residencia de estudiantes por 75 millones de las antiguas pesetas (450.000 euros) y para ellos se utilizaron fondos del programa Andalucía 92. Una vez que se marcharon también pusieron a la venta una finca de la calle Berrocal.

En San Francisco, una vez que se anuncia la marcha, empezará también a estudiar la fórmula para gestionar los cultos en la iglesia, es decir, si buscan un modelo parecido al de los carmelitas o al de los mercedarios y jesuitas.

La primera de todas las órdenes que se marchó fue la de los capuchinos hace varias décadas, que era la que estaba al frente de la actual iglesia de Santa Catalina y de la anterior de Capuchinos, que también fue un manicomio durante algún tiempo.

En cuanto a las órdenes de monjas, las filipenses también dejaron la ciudad hace unos años para marcharse a la casa de Puerto Real. Esas monjas eran conocidas porque estuvieron radicadas durante mucho tiempo en la céntrica iglesia de San Pablo

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