Estado de alarma empresarial
Coronavirus en Cádiz
El propietario de una compañía cifra en un 80% la pérdida de negocio en estas semanas
En la parte industrial de Cádiz contrasta la actividad de las compañías consideradas esenciales con el cierre de todas las demás
En el puerto, lo único que se ha paralizado es el tráfico de cruceros
En una entrevista con un medio de comunicación nacional, un economista de prestigio nos describe un panorama sombrío desde el punto de vista económico para los próximos meses. Nos daba cifras estremecedoras, tales como que a este paso el paro llegará al 35% y 900.000 empresas españolas no llegarán a 2021.
En esa interpretación que daba el economista Daniel Lacalle en El Mundo hay empresarios y autónomos que estos días tratan de luchar por sobrevivir. Un empresario gaditano relacionado con la actividad marítima cuantificaba su caída de actividad en un 80%. Tiene la mala suerte de que gran parte de su negocio está relacionado con la denominada producción no esencial por el Gobierno. Y eso es una cadena donde desde el origen al destino van sufriendo un montón de intermediarios o empresas indirectas.
Y para tratar de capear el temporal, el Gobierno ha puesto en marcha una serie de ayudas como la puesta en marcha de una línea de créditos por los que el Estado avala el 80% de lo que se vaya a pedir. Este mismo empresario afirmaba que la medida es buena pero el problema se da en que los bancos miden el riesgo de la operación sin tener en cuenta ese aval estatal.
En ese contexto, la industria de Cádiz se dice que mira al mar. Si alguien se asoma al puerto gaditano, da la impresión de que hay menos actividad, pero es algo ficticio. Fuentes de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz señalan que el sector de los cruceros es el único que se ha paralizado por completo en el puerto gaditano. De hecho, hasta el final del decreto de alarma se han suspendido un par de decenas de atraques de barcos con turistas, teniendo en cuenta que a partir del mes de abril empieza la temporada alta en este sector.
Sin embargo, el resto de las actividades se está desarrollando con normalidad. El tráfico con Canarias se mantiene al cien por cien, entre otras cosas, porque la práctica totalidad de lo que se lleva allí son alimentos y, por lo tanto, productos esenciales. Los graneles sólidos y líquidos también se están moviendo sin problemas, al igual que otras instalaciones anexas, como la lonja pesquera, que siguen comerciando con todos los productos como antes del coronavirus.
A nivel interno, no obstante, todo el personal de la Autoridad Portuaria se ha tenido que adaptar al teletrabajo y también se han implementado medidas para los trámites administrativos para que pueda seguir desarrollándose todo la vida portuaria sin problemas.
Mientras tanto, las largas colas que hay cada día delante de las instalaciones de la ITV en el polígono de Levante de la Zona Franca brillan por su ausencia. En toda esa zona había tres actividades que daban vida a esta zona industrial de Cádiz. Una era la propia Inspección Técnica de Vehículos. Otra es la acumulación de concesionarios de coches con sus correspondientes talleres. La última, el tanatorio. Esta última es la única que sigue funcionando, pero con duelos casi en privados por la imposibilidad de que se reúna la gente.
En las instalaciones de la ITV en la capital hay un cartel que avisa de que todas las inspecciones se han suspendido en Andalucía mientras que dure el estado de alarma. No se pueden hacer inspecciones, pero también se suspenden los plazos para la caducidad de las mismas.
El establecimiento Mariscos Ortiz, que vende estos productos al público, es un oasis entre multitud de concesionarios y otro tipo de empresas que se encuentran absolutamente cerradas. Justo al lado de la BMW hay un taller-concesionario de motos, Punto Motor, que ha tenido que cerrar sus puestas después de llevar apenas unos días abiertos al público tras su traslado desde la calle García-Agulló. Y dentro de todos ellos, vehículos sin entregar al verse sorprendidos por el estado de alarma.
En la parte más antigua del polígono exterior de la Zona Franca la vida ya brillaba por su ausencia antes de que llegara el coronavirus. Al chabolismo industrial que ya campaba a sus anchas, se le une la caída de actividad de las empresas que todavía están abiertas.
En toda la zona, tanto en las más degradadas como en las más modernas, contrasta los camiones y el movimiento que tienen las empresas relacionadas con la alimentación, como es el caso de la Panadería Las Navas, con las que no se consideran esenciales.
Una que está trabajando a tope es la lavandería industrial Ilunion que surte al hospital Puerta del Mar, o dentro del recinto fiscal de la Zona Franca, se ven a numerosos camiones de la empresa de alimentación Morey Esteva alrededor de la nave.
En el recinto fiscal hay varias imágenes que dejan a las claras que la situación es absolutamente excepcional. En una explanada que se encuentra al lado el moderno Edificio Europa, está toda la flota de Muving, las motos amarillas eléctricas que sirven de alquiler, aparcadas por la suspensión del servicio. Por otro lado, junto a la báscula que pesa la carga de los camiones hay un cartel que dice que el espacio está confinado y que se prohíbe el acceso al mismo.
Son los proyectos que están parados y los que están por venir. Parece que todo lo que pasó antes del estado de alarma es la prehistoria. Apenas unos días antes de que se produjera el estado de alarma la todavía delegada del Estado en la Zona Franca de Cádiz, Victoria Rodríguez, anunció el proyecto para la antigua Ibérica Aga y su financiación. Unas semanas después, el contenedor piloto sigue sirviendo de anuncio a lo que queda por venir, mientras que el solar espera la llegada de las máquinas en un tiempo no muy lejano.
Mientras tanto, la actividad económica va con las pulsaciones mínimas. El confinamiento humano también afecta a la mayoría de los sectores económico con el temor de que lo peor queda todavía por pasar en este apartado.
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