Lo cotidianofrente a lo extraordinario

Cádiz/¿qué es mejor? ¿El modo en que determinados pasos salen en Semana Santa o en su procesión anual, o el modo en que lo hicieron ayer? ¿Cómo se presenta mejor la Virgen en la calle? Las estampas extraordinarias que supusieron ayer los mayores alicientes de la procesión magna sembraron, en mayor o menor medida, la duda de cara al futuro.

Por ejemplo: ¿Cómo procesiona mejor la Virgen de las Angustias del Caminito? ¿Con su manto bordado y la cruz tras la imagen; o como el imaginero la concibió en el siglo XVIII? ¿Con música o sin ella? Desde luego, la estampa que dejó ayer en su traslado hasta San Antonio fue del todo espectacular: el grupo escultórico sobre el monte de flores predominantemente rojas lucía a las mil maravillas. Y el exquisito repertorio musical interpretando excepcionalmente por la banda de Julián Cerdán puso el resto. Contemplar el paso avanzando por Buenos Aires -con el inconfundible estilo de José Luis Pájaro, que configuraba un toque clásico que remataba la escena- a los sones de la marcha La sangre y la gloria fue todo un deleite.

¿Y cómo sale mejor a la calle la Virgen de la Trinidad? ¿Con su paso de palio y sin música, o cómo lo hizo sin lo uno y con lo otro? Medinaceli incorporó en esta ocasión el acompañamiento musical, a cargo de la roteña Enrique Galán, utilizando marchas que el Jueves Santo posiblemente se saldrían del estilo más apropiado a una hermandad del corte de la de Santa Cruz. El barrio de El Pópulo, por ejemplo, lo bajó a los sones de Coronación de la Macarena, Madrugá Macarena o Coronación de Marvizón, saliendo con esta marcha a la Catedral por el Arco de la Rosa, como hacía en la Madrugada del Viernes Santo hasta que incorporó el palio.

¿Y Angustias de Ecce-Homo? ¿Va mejor acompañada de San Juan, o sin Él? En lo que prácticamente nadie tiene dudas en San Pablo es en que el manto bordado le sienta tremendamente bien a la bella Dolorosa, que ayer vio además su palio enriquecido con más piezas de candelería o con cuatro faroles en la trasera.

¿Y debe Lágrimas de Piedad mantener el San Juan, como procesionó ayer, en el futuro? La corporación de Santiago sorprendió con la puesta en escena de su paso de palio, rematado ayer con un manto bordado cedido por la cofradía de la Soledad de Sanlúcar, a cuyos lados -curiosamente, se situaban dos mujeres como maniguetas traseras de esta cuadrilla de cargadores.

La hermandad de La Cena también consiguió para el día de ayer crear un conjunto espectacular de la nada. De una Dolorosa que no procesiona aún el Domingo de Ramos a un imponente paso de palio donde parecía que el manto (de Amargura, cedido por Humildad y Paciencia) estaba hecho al estilo de las bambalinas (de Cigarreras) y los candelabros de entrevarales (de Soledad de Vera-Cruz) mantenían la línea estética de los respiraderos o los candelabros de cola (de Cigarreras). Demuestra la hermandad que sabe hacer las cosas; y si hace cuatro años plantó en la calle a su Virgen perfectamente conjuntada en el paso de Soledad de Santo Entierro, ayer también lo bordó con la Dolorosa bajo palio.

Igualmente hay que destacar el enorme trabajo que ha habido detrás de la participación ayer en la magna de la Virgen de los Desconsuelos. El templete ideado por la mayordomía junto al artista sanluqueño Jesús Guerrero para cobijar a la Dolorosa sin que se echara en falta al Nazareno de San Lorenzo ni el resto del grupo escultórico de Afligidos fue muy buscado en el traslado del paso hasta San Antonio, donde sonaba también a las mil maravillas la banda de las Cigarreras, con José Manuel Toscano -un viejo conocido de la ciudad- al frente.

Todas estas eran las estampas más novedosas que se ofrecían ayer con ocasión de la magna mariana. Y prácticamente en todos los casos se puede hablar de un éxito rotundo de las mayordomías. Tanto, que indudablemente el debate entre qué estampa es más adecuada para cada una de esas imágenes se originó en las aceras y posiblemente se mantenga a partir de ahora en el seno de esas hermandades.

En el otro lado a estas cofradías, hubo otras que apostaron por mantener la estética y la forma de procesionar habitual de sus titulares. Como las dos vírgenes de la iglesia de la Merced, que prácticamente salieron una detrás de otra, volviendo a superar -no sin dificultades- la tremenda estrechez de la calle Merced. A golpe de riñón, con los tobillos muy juntos y el único sonido de las cajas chinas para marcar el compás, golpeando levemente con las bambalinas del lado derecho, la Virgen del Buen Fin pudo enfilar la plaza de Las Canastas, donde se congregaban muchísimas personas. En San Juan de Dios, personas mayores ingresadas en su residencia, habían salido a la calle custodiadas por sus cuidadoras para ver el paso de los dos palios.

También parecía Lunes Santo en la plaza de San Francisco a la hora de la salida de la Virgen de la Esperanza, que puso el cortejo en la calle nada más pasar por allí la Dolorosa de La Cena. Mucho público se congregó en San Francisco -mayoritariamente en sombra- para ver salir a la Dolorosa del Nazareno del Amor, que fue muy jaleada en los primeros metros de un recorrido en el que acompañó la Filarmónica de Conil.

Y desde el barrio de la Viña asomaba al dintel de su iglesia la Virgen de las Penas con la única diferencia en el paso del exorno floral, muy colorido a diferencia de los habituales claveles blancos del Lunes Santo. La banda del Carmen de Salteras ponía la guinda a esta salida extraordinaria que además echó el cierre a la jornada cofrade ya de madrugada.

Los traslados de los pasos desde sus iglesias hasta la plaza de San Antonio y desde Catedral de regreso a sus templos dejó, con diferencia, los mejores momentos del día. Por el acompañamiento musical; por la soledad de cada cofradía en su trayecto; porque cada persona fue a buscar el paso que quería ver; porque los momentos cofrades cobraron ahí -con excepciones- el grado sumo. Ni el altísimo calor a primera hora de la tarde restó público alrededor de las imágenes, y por supuesto el regreso ya de noche fue mucho más seguido.