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El centro de salud de La Laguna casi no tiene usuarios, algo muy distinto de lo que ocurre en circunstancias normales

Dos mujeres con mascarillas transitan por la avenida Cayetano del Toro. / Julio González
Melchor Mateo

19 de marzo 2020 - 14:15

"Buenos días". Como si de un pueblo de pocos habitantes se tratara, la poca gente que anda estos días por las calles, se saluda. Son fugaces encuentros anónimos, muchos de ellos con mascarillas detrás pero hay una especie de solidaridad y de apoyo en un momento de máxima emergencia. Una mujer empuja una silla de ruedas con otra ya mayor con la pierna escayolada. Ambas van con mascarillas y guantes y un hombre que pasa junto a ellas, totalmente desconocido, les ruega que se cuiden.

Cada vez hay menos personas en la calle. El número de mascarillas crece. En el edificio de Las Brisas un gran cartel en la ventana hecho con muchos colores lanza el lema "Quédate en casa". La Laguna, barrio de extramuros con mucho bullicio y movimiento comercial, nos da una estampa que es la antítesis de su actividad diaria.

Eva Camacho, que regenta una frutería de pequeñas dimensiones en la calle Pintor Zuloaga, tiene un banco delante del mostrador para tratar de encontrar distancia entre ella y los clientes que van entrando en la tienda. Sólo pueden hacerlo de uno en uno. Esta tienda casi siempre está a reventar y la gente tiene que esperar fuera. Este miércoles esta comerciante reconocía que la actividad estaba bajando conforme pasaban los días después de que los primeros días del aislamiento la cosa haya funcionado con relativa normalidad.

El problema, sin embargo, no está ni en el número de clientes no en el abastecimiento de productos sino en los precios. "Las papas de Conil o los pimientos están en la lonja al doble de lo que estaban hace una semana y yo no puedo subirlos aquí al doble porque entonces nadie compra". Su marido, que está en la tienda en ese momento, cree que al final muchos de los establecimientos que están ahora abiertos van a cerrar de manera temporal próximamente "porque están asumiendo un riesgo y además a algunos no les merece la pena".

Si hay algo que se está notando estos días es el descenso bestial en el número de consultas en los centros de salud. En el de la Laguna, a la entrada hay unos bancos donde la gente espera a ser atendida en los mostradores para recibir algún tipo de cita. Normalmente tienen mucha gente y para ello hay establecido un sistema de números como en los supermercados. Este jueves no había absolutamente nadie. Allí mismo, en la planta baja también se encuentran las consultas de pediatría, que estaban completamente vacías.

Una mujer con mascarilla atiende a un cliente en su establecimiento. / Julio González

Al lado se encuentra la iglesia de San Servando y San Germán se encuentra abierta al culto. No hay ni un alma pero si un fuerte olor a lejía o desinfectante en su interior. Hay que extremar las medidas. Esta es una de las parroquias que mueve a más gente cada fin de semana a lo largo del año.

Hay mascarillas que se ven que son profesionales. Otras de andar por casa que son de dudosa protección pero esto es como el efecto placebo, el que la lleva cree que le va a valer para algo. Cerca del hospital, en el recorrido realizado por este redactor y el fotógrafo, pudimos ver a uno que se la había hecho con algo parecido al rollo de papel de cocina.

El miedo es un gran aliado para que nos tomemos las cosas en serio. Cuando alguien ve a unos operarios enfundados en un traje blanco, con mascarillas, guantes y gafas y con un depósito puesto a la espalda de la que sale una especie de pértiga, la gente se impresiona. Dos operarios de la limpieza se encontraban esta mañana en la calle Ejército de África desinfectando las papeleras y los contenedores de la basura. Ya lo habían hecho en La Laguna y había otras parejas por otros puntos de la ciudad.

En urgencias del Puerta del Mar una persona con algún problema de traumatismo es bajado de un vehículo y se le pone en sillas de ruedas. Todos los acompañantes van a ataviados con mascarillas. Sin embargo, un conductor de ambulancia se muestra contrariado por la falta de materiales que tienen, especialmente mascarillas, ya que tienen que estar con la misma desde hace días.

El acceso general al recinto hospitalario sólo se hace por una puerta en la que un empleado junto a una agente de seguridad se encuentran filtrando a las personas que pueden acceder. "¿Adónde va?", pregunta en el control. "A consultas externas" le responde, a lo que le requiere de manera inmediata que le enseñe el papel de la cita. Lo que intentan con ello es que se mueva el mínimo número de personas por las instalaciones hospitalarias, que en condiciones normales mueven a centenares cada día.

El Paseo Marítimo es el desierto absoluto. Ya no hay gente paseando ni tomando el sol en la playa. El cierre del Hotel Tryp Caleta es la mejor muestra de que la ciudad está confinada, aislada, que vive al mínimo ritmo de pulsaciones posibles e hibernando.

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