David Monthiel: "Hay quien me ha dicho que a ver cuándo hago una novela de verdad"

El escritor gaditano publica el último caso de Rafael Bechiarelli en ‘Cartago será destruida’, que se ha presentado este fin de semana en la Feria del Libro de Cádiz

La novela, editada por El Paseo, pone punto y vinal a una aclamada saga noir donde Cádiz se avista a lo largo de las cuatro estaciones 

David Monthiel: "El Carnaval de Cádiz siempre gana porque es un arte marcial"

El escritor gaditano David Mothiel.
El escritor gaditano David Mothiel. / Jesús Marín

Cádiz/Conocí a Rafael Bechiarelli en la terraza que ya no existe de alguien que ya no está. Todavía era un boceto, aunque muy bien armado, en la cabeza de David Monthiel que me anticipó el carácter y el espíritu de un personaje y de un libro que todavía no tenía título. La noche que conocí a Rafael Bechiarelli fue la noche que conocí a su autor en la casa del amigo que se fue y que hoy, cuatro libros de David después, mucha tinta derramada y vida escrita y vuelta a escribir, consigue arrimarse a este encuentro casi encarnado en una metáfora. Conocí a Rafael Bechiarelli por boca de Monthiel antes de que naciera para el mundo Carne de Carnaval, y cuando la persona que nos cruzó todavía estaba con nosotros. No puede ser casualidad que mi reencuentro con Monthiel y su emblemática creación se produzca en el último baile del tan brutalmente desencantado como hontesto detective. Cerramos el círculo (y algo del duelo) con una novela que habla de memoria (de muchas memorias), de pasado y hasta de los muertos que regresan. Cartago será destruida (El paseo, 2024), que se ha presentado este fin de semana en la Feria del Libro de Cádiz, es una despedida. Y vaya despedida... Te echamos de menos. Y a Bechiarelli, también.

Pregunta.–De aquella noche a hoy van unos pocos de años, cuatro libros con Bechiarelli como protagonista, el reconocimiento de los lectores y unos pocos de premios, ¿se imaginó esto entonces? 

Respuesta.–Para nada, para nada. Pero sí es cierto que cuando empecé a escribir Carne de Carnaval ya apunté el recorrido que podía tener. Hice una especie de lista de posibles temas a futuro, con lo que, de alguna forma, casi todas las novelas estaban empezadas desde hace mucho tiempo, aunque no hubiera una voluntad decidida de saga. Tenía apuntados como ideas, conceptos. Cartago será destruida sería una mezcla de dos que se llamaban El bebé robado y El sarcófago. También es cierto que pronto me empecé a dar cuenta del vivaldismo que se había pegado a estas historias, Carne de Carnaval, que se desarrolla en invierno; las ideas que cristalizaron en Las Niñas de Cádiz que se desarrollaba en verano; Nuestra Señora de la Esperanza que me interesaba la política en la primavera y luego pues ya estaba cantado que para cerrar había que hacerlo en otoño y el tema llamaba mucho a Tosantos.

P.–Entonces, ¿estaba el cierre estaba decidido? Y, más aún, ¿por qué cerrar?

R.–Sabía que la tenía que cerrar algún día pero, sinceramente, fue sobre la marcha. Realmente es que mi proceso también es así, yo empiezo siempre sin saber hacia dónde voy, voy resolviendo el caso yo primero, y cuando vi cómo casaba la historia del sarcófago con la historia del bebé, que es donde está realmente la novela, pues lo fui viendo claro. Pero, sobre todo, me ocurrió que me costó entrar en la escritura, aunque todas las novelas son diferentes, y se pueden leer de forma independiente, sí que a la hora de hacer ya esta cuarta me veía muy encajado en la forma que estas novelas me piden. He sufrido un poquito más, no me he divertido tanto, también es cierto que por sus temáticas, se habla de los muertos, del pasado, de la memoria, pues no invitaba tanto al cachondeo. Pero igual que te digo esto, también es cierto que cuando se la pasé a mi gente, a mi chirigota lectora, como la llamo yo, pues las sensaciones fueron mucho más fuertes. Soy totalmente sincero cuando te digo que es la más redonda, y tiene su explicación: la maquinaria de la escritura está ya muy afinada. Todos los temas casan, los personajes principales, como la propia tierra de Cádiz, tienen también estratos y se van alcanzando todos. Y, bueno, el final de la novela es absolutamente brutal, muy duro para la gente que ha seguido la saga y creo que también para los nuevos lectores. Y, sí, también para mí, la escritura de los últimos capítulos fue un poco traumática. Pero está bien que termine, está bien... Y, bueno, ya está pasando un poquito que ahora que se acaba la saga pues hay quienes están mostrando interés en leerla entera, así somos (ríe).

P.–¿Le ha cambiado mucho la vida esta saga?

R.–Pues me ha cambiado en el terreno del oficio. Entre una cosa y otra, prácticamente, estoy viviendo de escribir y, bueno, luego están los premios y el reconocimiento. Pero, mira, lo principal es que yo me he divertido muchísimo escribiéndola y, a la vez, haciendo el ejercicio de escribir desde aquí y que Cádiz no sea un simple escenario, sino que influyera en las tramas. Eso es lo que he perseguido siempre, aunque eso tiene también su contrapartida.

P.–¿Y eso?

R.–En Cartago será destruida hay un toquetazo a eso... Mira, para hacer su investigación en esta novela Bechiarelli se inventa la excusa de que está haciendo un trabajo de documentación para un escritor y uno de los personajes habituales, Terrón-Perlada, le dice “eso es la novela del Ernesto Flores, ¿no? A ver cuándo hace una novela de verdad”, y lo dice en referencia a que hablar de Cádiz es muy cateto, es muy costumbrista. Y esa frase está ahí porque esa frase me la han dicho a mí.

P.–Pues ahora que, sin embargo, vivimos un gran momento para reivindicar la identidad, la raíz, el acento, ¿por qué piensa que existe todavía esa reticencia o menosprecio cuando se habla de lo nuestro y desde lo nuestro?

R.–Yo no tengo que hablar más lento, piensa tú más rápido, que dice el Manu (Sánchez), ¿no? Efectivamente es así pero yo he reflexionado sobre ellos desde el plano literario. Los otros días, en la presentación del libro de Ana (López Segovia) de su última obra teatral, ella decía que el personaje tiene que tener un acento, que es fundamental luego para la construcción incluso de la obra, pero yo le matizaba que no es lo mismo verlo y escucharlo que sólo leerlo. Escuchándolo y viéndolo está en su status perfecto, porque la vida es en directo. Ocurre en el Carnaval también, ¿no? Hay libretos, pero el acto creativo en sí cobra su verdadera naturaleza cuando se ve y estás presente. Yo, sin embargo, tengo que hacer una ficción leída, y aunque yo quiero que esté bien hecha, que aguante en el tiempo, también sé que les estoy exigiendo a mis lectores. Por otro lado, evidentemente, tengo la otra experiencia. La de la fascinación por la utilización de ese acento y por todo lo que se desgrana de aquí. El Premio Ciudad de Irún es un buen ejemplo , con gente en el jurado como Fernando Marías, Manuel Vilas, Jon Bilbao... y fliparon con Historia provincial de la infamia, me dijeron cosas que no eran normales, y yo lo que estoy contando ahí son tiroriros enormes nuestros. Entonces son las veces que me digo, pues no lo estoy haciendo mal,simplemente cogí un camino más duro.  

El autor David Monthiel, con un ejemplar de 'Cartago será destruida'.
El autor David Monthiel, con un ejemplar de 'Cartago será destruida'. / Jesús Marín

P.–Pues usted que ha hablado tanto de Cádiz, ¿ha descifrado ya su misterio?

R.–Uff... No sé... En Cartago será destruida hablo un poco de ello a través de la subtrama arqueológica. Bechiarelli va a ser papá, de hecho, el primer diálogo de la novela es la Paqui diciéndole “estoy preñá” y, como está tieso quiere vender las dos anforitas que tiene para sacar dinero, va a un anticuario, hablan de historia... Y aunque el misterio de Cádiz está en su gente, en la forma de su gente, yo eso lo veo ligado al territorio y a esa conexión caribe-afro-andaluza que se da aquí por su posición histórica. Creo que la clave está en haber sido durante dos siglos una ciudad conectada con una zona enorme de influencia. El puerto, quilla, el puerto. La novedad que llega y permea. Que en Cádiz el apellido más castizo sea un apellido italiano es la clave de ese misterio de Cádiz.  

P.–’Cartago será destruida’. ¿Se ha acordado usted de Catón El Viejo ?

R.–Correcto, pero dándole un toque más pesimista, él decía Cartago debe ser destruida, ¿no? Tiene que ver con la frase porque el título de la novela es una metáfora de borrar piedra sobre piedra una memoria. En este caso, tres memorias. La memoria del origen de Cádiz, que ha sido borrada la memoria de Cartago,y ahí tengo que decir que hay mucha mirada de la tesis fascinante de Pamina Fernández sobre cómo aparece Cádiz en los textos clásicos; luego la memoria de la Transición y de la Guerra Civil, la memoria borrada en base al miedo; y la propia memoria de Bechiarelli, en este caso, a través del redescubrimiento de la figura de su abuela y con el Día deTosantos como marco. Digamos que comienzan a pasarle cosas, cosas que siempre han estado ahí pero él no les ha hehco mucho caso, nota que le tocan el pelo, ya sólo comenzar se le cae el cuadrito con la titulación, aparece una vidente, el tema de la mala y la buena suerte también está presente, comienza a soñar cosas muy raras... Que, por cierto, es la mejor anotación que me han hecho una novela, que un fumeta no puede soñar, pero así el asunto resulta más extraño todavía. En fin, que las memorias que han querido silenciar o las memorias olvidadas están presentes, aparecen, como los muertos.

P.–Como un sarcófago infantil fenicio...

R.–Ahí comienza la trama, con el descubrimiento del sarcófago infantil. Yo me invento un poco un arqueólogo de pasado franquista que está convencido que si aparecieron los sarcófagos femenino y masculino, tiene que haber uno infantil, pues también el tema de la maternidad y la paternidad, como te decía, está presente de muchas formas en la novela. Y, nada, ya en el primer un albañil encuentra el sarcófago, llama a este arqueólogo y comienza el tema de la veracidad de lo que nos está diciendo el pasado y cómo lo interpretamos. Y, bueno, llegará un punto en que esta trama, esta memoria, se mezclará con la de la Transición a través de la historia que Bechiarelli investiga, la de un bebé robado.

P.–Parece mentira pero el tema de la memoria democrática sigue incomodando a muchas personas. ¿Le dicen muchas veces a Bechiarelli “tú no te meta en ná”? ¿Y al autor, se lo han dicho muchas veces?

R.–¡Toda mi vida! (ríe) Es una memoria incómoda para mucha gente porque tiene implicaciones con respecto a una idea de lo q ue es la Historia donde no se acepta ni la variación de una coma. Tenemos un problema como sociedad con este tema, totalmente, Y, bueno, en Cartago será destruida está presente, a lo mejor de una forma lateral, eso que tiene que ver con el silencio, con el miedo y, también, en forma de cachondeo con el propio título de los capítulos, en los que me permito jugar con conceptos ligados a la Memoria Democrática. El tú no te meta en ná que has dicho se lo dicen a Bechiarelli, sí, porque empieza a tocar cosas que no debe tocar. Ya en Nuestra Señora de la Esperanza hay consecuencias muy graves que aquí se empeoran porque se está metiendo con familias de renombre. Las consecuencias, digamos, son definitivas y tienen que ver con la resolución de esta novela y de esta saga. 

P.–¿Qué le desea a este libro?

R.–Que se venda, que vaya bien, y que la gente no me pregunte si va a seguir o no, que paso de contestar, ¿eh? (ríe). Deseo que los lectores disfruten con ella y que vuelvan a las anteriores para ver el recorrido personaje desde que vuelve a Cádiz en Carne de Carnaval hasta el final que le espera en Cartago será destruida. La intención es que convenza a los que siguen la serie y, a los que la descubran con este último libro, que tiren para atrás.

P.–Y ahora, ¿qué tiene en mente? 

R.–Un montón de cosas. Por un lado, tengo ya dos cosas escritas, la primera, una especie de historia sobre un crucero y, la segunda, es un juego literario que me he inventado sobre la gestión de un sitio en la que participé y que está algo vacío ahora... Ya os contaré, es dinamita eso... Por otro lado, también estoy trabajando, lo tengo a medio hacer, en un libro para una serie del editor que se llama Historias de (lo que sea) que nunca te contaron y yo estoy haciendo una sobre Carnaval. Es divulgación, más en la línea La historia general del Carnaval que también hice para ellos y que va muy bien. Y, bueno, por otro lado estoy escribiendo una próxima novela negra peroq ue no tiene nada que ver con Cádiz. Se desarrolla en Tolouse en el año 1945 y, bueno, para no mentir incluyo una ligera referencia a Cádiz pero porque me la encontré, palabra, un refugiado que en un momento dado habla de que en una reunión se coge una guitarra y se tocan tanguillos de Cádiz, y pensé, ¡vaya, esto lo tengo que meter!, pero ya está. Así que nada, ese es el gran reto, deslocalizarme, probar a hacer una novela que nada tenga que ver con Cádiz. Y ahí, voy, también por la mitad. A ver qué tal. 

Cádiz, una necrópolis de la historia antigua y reciente

En Cartago será destruida, el detective Rafael Bechiarelli se enfrenta a un espinoso caso, la búsqueda de un bebé robado. La investigación de este suceso propiciará un viaje memorialístico por la Transición, sus mitos y personajes y por el pasado, supuestamente impoluto, de los héroes del 78.

Esta cuarta, y última, entrega de la saga es una novela negrísima sobre la memoria destruida piedra sobre piedra, sobre los fantasmas y muertos de una ciudad, Cádiz, que, desde tiempos inmemoriales, es una necrópolis que guarda los secretos de la antigüedad y de la historia reciente.

La aventura de este sabueso gaditano comenzó con Carne de Carnaval, y siguió con Las niñas de Cádiz, ambas en 3ª edición, y la tercera entrega, Nuestra señora de la esperanza, que fue merecedora del prestigioso premio de novela negra LʼH Confidencial 2019. 

Cartago será destruida culmina una saga concebida como las cuatro estaciones de una ciudad, donde el protagonismo del Cádiz más real, de su habla, de su gente y de su problemática, siempre está presente en sus tramas.

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