¿Debe vender el Ayuntamiento de Cádiz el solar del Campo de las Balas?

EL PASEANTE

Nadie puso en duda la construcción de un hotel en este terreno, previsto desde 2012. Hasta ahora

Desde hace dos décadas este suelo se encuentra en precario y es intransitable para los peatones

La larga lista de nuevos hoteles previstos en Cádiz

Solar del Campo de las Balas, utilizado como aparcamiento en precario. / Julio González

LA mala memoria que hay en esta ciudad respecto a nuestra propia historia (siendo benevolentes y evitando pensar que se debe más bien a un desconocimiento puro y duro de la misma), provoca que muchos debates que hoy nos animan sobre el desarrollo de Cádiz nazcan viciados por la incapacidad de hacer un análisis objetivo de la realidad, atendiendo a la vez al pasado.

El nacimiento de una plataforma ciudadana en favor de la continuidad municipal del suelo del Campo de las Balas (plataforma de las que aparecen como punta de lanza contra el Ayuntamiento cuando éste es gobernado por determinada fuerza política, y que se repliega a sus cuarteles de invierno cuando al mando están los suyos, como ha pasado en los últimos ocho años), es un claro ejemplo de este análisis.

El Campo de las Balas lleva dos décadas sin uso ciudadano, más allá de un aparcamiento en superficie en precario, muy en precario. Un espacio urbano por el que es imposible pasear no solo ahora sino durante los últimos veinte años. Dos décadas en las que nunca se llegó a plantear su urbanización como un nuevo mirador de la ciudad. Ni mucho menos durante los ocho años de gobierno de José María González, cuyos herederos de Adelante Cádiz reclaman ahora un suelo público que ellos no quisieron o no supieron aprovechar.

Años después de terminar la demolición de todos los equipamientos militares que ocupaban este suelo, el Plan de Ordenación Urbana ya incluyó en 2012 la conversión de este terreno en suelo hotelero. Incluso se incluyó en el plan del nuevo Parador-Hotel Atlántico, como una ampliación del mismo.

En ninguno de estos momentos nadie alzó la voz reclamando este suelo para Cádiz. Nadie creó una plataforma ciudadana en su apoyo como suelo público, ni presentó decenas de alegaciones al Plan respecto a esta unidad de actuación. Ni tampoco nadie levantó la voz cuando el propio gobierno de González inició el proceso para la construcción de un hotel en el Campo de las Balas. Ni una protesta, ni una plataforma en contra de este plan, al que ahora se le da continuidad desde el PP.

Dejando claro que siempre es bueno, muy bueno, que la ciudadanía se movilice por su futuro, también habría que esperar de quienes promueven estas demandas una mayor seriedad en sus actuaciones y no impulsarlas por cuestiones ideológicas, según quién gobierne en cada momento.

Por otra parte, no es la primera vez que el Ayuntamiento de Cádiz vende suelo de su propiedad. Más aún, cuando este le sobraba incluso lo cedía a otras administraciones. Así pasó en todo el entorno de la Puerta de Tierra cuando en lo años 50 del pasado siglo se levantaron diversos edificios estatales en terrenos aportados por el Ayuntamiento. 

El penúltimo caso se dio en el mandato del anterior gobierno municipal. Un convenio con la UCA hizo perder a la ciudad el emblemático edificio del antiguo gobierno militar. Esta espectacular finca pasó a manos de la Universidad. A cambio el Ayuntamiento recibió un pequeño edificio en la calle Ancha, necesitado de costosas inversiones para poder reutilizarlo. También se ingresó un millón de euros para terminar el renovado Teatro del Parque. Este sigue en obras y con un coste muy superior a ese millón. Sin embargo, nadie se quejó de este trueque tan poco beneficioso para la ciudad. Ni se creo una plataforma por la pérdida de un patrimonio municipal tan relevante.

Todo esto viene al caso porque no hay asustarse ni tirarse de los pelos de la cabeza si el municipio vende suelo de su propiedad para poder financiar nuevas inversiones. 

Así pasará, alguna vez, con el terreno de la avenida de Astilleros. Con lo que se ingrese se podrá trabajar en la reforma de esta vía, algo ya previsto por el anterior gobierno. Que se sepa no ha surgido ninguna plataforma contraria a esta operación, aunque se venderá a algún promotor privado.

La cuestión es que el Ayuntamiento, éste, el pasado y el que venga, debe priorizar los intereses de la ciudad a la hora de perder una parte de su suelo, y que lo que se proyecte cree riqueza, empezando por un empleo de calidad.

A priori así debería de pasar en la operación del Campo de las Balas, cuyos primeros pasos dio Adelante Cádiz y ahora impulsa con mayor fuerza el PP. 

Sin comparación con los pisos turísticos

El crecimiento masivo de las viviendas con fines turísticos entre 2016 y 2023, que ha provocado la justa protesta ciudadana y política, no debe confundirnos respecto a la necesidad que Cádiz sigue teniendo de nuevos hoteles. 

Llevamos un quinquenio con una notable ampliación de la oferta hotelera. Este modelo de alojamiento tradicional crea empleo fijo durante el año, con refuerzo de la plantilla de manera temporal duran te determinadas fechas del ejercicio. Y, sobre todo, permite atraer a un turista de calidad que es el que necesita Cádiz. Un turismo que más allá de la playa apuesta por la cultura, el patrimonio y la gastronomía de la ciudad que visita.

Esta operación en el Campo de las Balas eliminará, cuando se ejecute, el balcón más precario de la ciudad, desde hace años y años abandonado ante el silencio de buena parte del vecindario. 

Es cierto que en su lugar no se creará un espacio público de las dimensiones que hoy tiene el solar (visto el poco interés respecto de los diferentes gobierno locales a la hora de afrontar un proyecto de este calibre en las últimas dos décadas, dudamos de que si siguiese dentro del patrimonio municipal el final sería su conversión en un gran mirador), pero sí un paseo marítimo que permitirá unir el castillo de Santa Catalina con el paseo de Santa Bárbara.

Tal vez sería interesante que esta plataforma ciudadana ampliese el objetivo de sus reclamaciones. Como idea: tiene cerca del Campo de las Balas el cada día más abandonado castillo de San Sebastián, que languidece ante el silencio de buena parte de la sociedad. Y hay más ejemplos, pero mejor empezar con esta joya cuyo estado tanto debería de dolernos.

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