"La degradación de la sanidad pública no sólo se debe a los últimos recortes"
Entrevista. Charlamos con Leopoldo Martín, médico jubilado y ex jefe de Digestivo del Puerta del Mar, del estado del sistema público de salud, la vocación de servicio y el compromiso político
RARO es quien no ha oído hablar del doctor Leopoldo Martín, responsable de Digestivo en el Puerta del Mar desde 1977 a 2007 -así como de la buena fama que terminó cosechando este Servicio a nivel nacional-. Desligado ya de lo público, Martín habla acerca del progresivo desmantelamiento del sistema sanitario, su función en la sociedad y el compromiso de carácter humanista.
-Ha sido siempre un gran defensor de la sanidad pública. Ahora debe estar llorando.
-La degradación de la sanidad pública no se debe sólo a los recortes actuales. No han sabido gobernarla ninguno de los que estaban en el poder. Curiosamente, el proceso de afianzación de las residencias al nivel de hospitales universitarios se dio en el periodo del tardofranquismo, con técnicos ligados al Opus, otros progresistas y unos cuantos profesionales independientes. Los centros estaban sometidos a los inspectores del seguro, que formaban parte del aparato del Régimen, pero que tenían suficiente vista como para no interferir en el desarrollo de los profesionales. El deterioro vino a partir de las Consejerías, y de someter a los trabajadores de la sanidad a los dictámenes organizativos ajenos.
-¿No se escucha a los profesionales de la sanidad?
-Los profesionales de la sanidad tienen una enorme ausencia de protagonismo en la toma de decisiones; no se les atiende, no se les pregunta y no se les considera. Los políticos creen que las ideas que ellos tienen son las únicas.
-Un mecánico me contaba una vez que su mejor jefe había sido un tipo que llegó un día, dijo que se iba a dedicar a gestión y cuentas y que no le vinieran consultando ningún problema del desempeño, que nunca se había puesto a mirar los bajos de un coche y que de eso los que sabían eran otros. Que él no se metía en esas cosas.
-Cuando trabajaba en el Servicio de Digestivo, por ejemplo, creo que el equipo funcionaba porque se fomentaba el éxito de grupo. Cada subespecialidad (endoscopia, ecografía...) adquiría protagonismo por sí misma, en todas y cada una de las áreas. Es fundamental sentirse importante en un grupo, has de sentir que lo que haces tiene sentido, y máxime en la asistencia sanitaria. Además, también ayuda en la relación personal con la gente. Si estás satisfecho con tu trabajo, lo vas a llevar contigo, los vas a atender mejor. Hay que contar con lo mejor de cada uno y desarrollarlo, porque termina proyectándose.
-¿Cómo terminó especializándose en Digestivo?
-Yo comencé primero como internista, en Ciudad Real y Jerez de la Frontera, temas relacionados con endocrinología, hematología, neurología... La vida te va llevando por sus derroteros muchas veces de casualidad. Me di cuenta de que Digestivo te permitía la posibilidad de hacer muchas cosas "manuales". Es una especialidad en la que los métodos terapéuticos te permiten actuar directamente: si se produce una hemorragia, eres tú, directamente, el que la para. Además, teniendo en cuenta todo lo que se ha avanzado en el campo en los últimos cuarenta años, solventar cosas te procura un gran placer... Es un poco por vanagloria, por decir "Lo he hecho yo", la vertiente quirúrgica o intervencionista que tiene la especialidad.
-Me llama la atención porque es una especialidad complicada, que funciona con un montón de engranajes, con recuperaciones complicadas.
-Las dolencias de Digestivo suponen la segunda causa de mortalidad en un hospital, tras las relacionadas con sistema cardiovascular y pulmonar. Además de protagonizar la segunda causa de tumores malignos en mujeres, detrás del de mama, y en hombres, detrás del de pulmón. Por eso también la subespecialidad y la importancia del trabajo conjunto.
-A veces da la sensación de que se quiere hacer de la sanidad un conjunto ingobernable. Que la atención sea inviable.
-Llega un momento en el que las políticas se demuestran incapaces de gobernar el sistema y la estructura, lo que lleva a una externalización de los servicios, una práctica en la que, aunque hora pueda extrañarnos, Andalucía fue pionera: aquí fue donde primero comenzaron a contratarse servicios de limpieza, cocina, lavandería... Al declararse inoperante, se fractura el contenido y lo terminan poniendo en manos de gestores externos. Bien es verdad que hablamos de un sistema hipertrofiado, pero es que se ha gobernado mal.
-Pero es que no se entiende. En el famoso informe de la OMS de hace diez o doce años, la sanidad pública española ocupaba el séptimo lugar a nivel mundial. Lo que es aún más destacable si se sabe que, a nivel de gasto, éramos el número 24... ¿Por qué entonces esa sensación de ingobernabilidad?
-Bueno, es que la denuncia es mucho más antigua. Ya Abril Mantorell realizó un análisis crítico que resumió en un informe demoledor, y fue ignorado. Él ya señalaba muchos de las fallos del sistema, y auguraba mucho de lo que iba a pasar, y el peso de los años ha sacado a la superficie esos vicios.
-¿Cuál diría que es el principal handicap de la sanidad?
-El principal es que la gestión esté controlada por los intereses de los políticos que gobiernan en cada sitio. Hasta hace poco, el PSOE gobernaba en Andalucía y Castilla La Mancha, y unos te jubilaban con 65 años y otros con 70. Tenemos las competencias transferidas a las comunidades, con lo que hay 17 fórmulas de asistencia sanitaria. Esto es ingobernable. Me divierten mucho esas demandas de inconstitucionalidad, y el alegato este de "todos los españoles son iguales", que es una gran falacia, una gran mentira. Empezando por las opciones que tienes cuando enfermas. En según que sitio, si te pones malo con algo lo mismo has tenido suerte, o lo contrario. Yo no soy capaz de decir qué sistema nuestro es el mejor, porque es muy heterogéneo.
-Pero hay cosas que no se pueden entender. Por ejemplo, que la única unidad de cirugía cardíaca infantil en Canarias estuviera a punto de cerrar. Y, de hecho, la solución tampoco ha sido en sí mantenerla.
-Canarias tiene un millón de habitantes, como toda la provincia de Cádiz, que no cuenta con unidad de cirugía cardíaca infantil. Pero claro, Canarias está a 2.000 kilómetros del Reina Sofía de Córdoba. El caso de esta unidad lo conozco de cerca, y creo que han sido cuestiones chauvinistas las que la han dejado morir... En fin, ha hecho mucho daño no contar con un sistema político conjunto. ¿Crees que es normal que la Comunidad Canaria rote de sede cada seis meses, duplicándolo todo, para satisfacer egos? Los localismos llegan a desvirtuarlo todo. El ejemplo más claro es Madrazo en País Vasco o Izquierda Los Verdes en Cataluña, apoyando el independentismo...
-Cuando la izquierda siempre ha sido universalista...
-Claro. Es que no puede ser, no puede ser, que alguien de izquierda esté más cerca de un empresario comarcal que de un trabajador de otra comunidad. Es inaudito.
-Como escribía Antonio Elorza en 'El País', tal y como funciona España, lo lógico es esperar que la privatización abunde en el clientelismo.
-Hemos tenido un sistema sanitario que estaba a mitad de camino entre los países del Norte de Europa y Estados Unidos, donde como sabemos ha predominado lo privado y las cosas por seguro. No sé ahora, pero en Dinamarca, hace años, sólo había cinco hospitales privados: el servicio era anecdótico, siempre tiene que existir, siempre hay alguien desconfiado, descontento... pero es poco significativo. Sólo que hubo un tiempo en el que pareció que en España íbamos a terminar apostando por ese tipo de sistema, y no. Ha sido una de las grandes decepciones de mi vida, creer que la democracia iba a a abrirnos caminos de educación y conocimiento, y en cambio se ha propiciado, porque interesaba, la chabacanería y la incultura.
-Hay quien dice que el desmantelamiento de la sanidad pública esconde trama ideológica. Pero yo creo que todo es economía.
-El desmantelamiento que del sistema público hizo el PSOE de González ha continuado después sin ningún problema. La actitud es que a mí me saquen las castañas del fuego y que me ayuden en lo que puedan... El fracaso del sistema es una confesión de la incapacidad de los gobernantes y de su afán por hacer negocio.
-Resulta pavoroso pensar que se somete la salud al mismo cómputo que todo lo demás: que ropa, gadgets, coches, casas... Estás dispuesto a pagar por lo que no te hace falta, aunque te digan que es vital. Qué no pagarás por lo que realmente te hace falta.
-Y si no te hace falta, además, nos vamos a encargar de que lo necesites, como se ha hecho siempre. Y desde el gobierno, en vez dedicarse a desmontar todo eso, se dedican a invertir en esas necesidades ficticias. Han medicalizado nuestra vida de manera ilusoria. Se tratan como enfermedades cosas que antes se arreglaban con un poco de bicarbonato, como la ardentía de toda la vida, que resulta que es reflujo gastroesofágico. Mercedes Pérez y Juan Gérvas firman un interesante libro sobre el tema ( Sano y salvo). La sanidad es un ámbito de mucho negocio y de mucho cliente político. En Cádiz, la empresa que más empleados tiene es precisamente el Hospital Puerta del Mar.
-Usted se jubiló en 2007. Pero no quería en absoluto.
-Por supuesto que no quería jubilarme. La gratificación que te da el contacto con las personas es tremenda. El placer que se tiene al solucionar el problema de otro es mucho mayor del que se tiene al solucionar los problemas propios. Como dicen, la solidaridad es la religión de los que no tenemos religión. Yo me acogí a la llamada "jubilación flexible", y he estado trabajando en concierto de Pascual con la Seguridad Social. Los profesionales que conozco de la privada, y pueden seguir, siguen atendiendo a pacientes. Una amiga, psicólogo pediátrica, Teresa Guardiola, sigue pasando con 93 años... y está estupenda. Pero, como te digo, casi todos son de la medicina privada. Cuando ejerces, el principal papel de tu vida es la medicina, y el segundo la asistencia pública. Y me encuentro con que, habiendo defendido siempre la medicina pública, y he censurado a la privada con mi actitud, en la pública no tardan en retirarte. Y cuando te retiran, no sólo te retiran de la asistencia pública, si no que también te quitan de lo médico.
-Tenemos médicos que no quieren jubilarse y esperas endémicas...
-Las listas de espera son un síntoma de mala organización; en Digestivo no había colas.
-¿Interesa que funcione mal?
-Ha habido gente a la que sí le interesaba, pero en general de lo que hablamos en sanidad es de profesionales que padecen un mal gobierno.
-¿Es la batalla por la sanidad pública una batalla perdida?
-La sanidad ha de estar indefectiblemente ligada a niveles de calidad o, como se dice ahora, de eficiencia: con un coste ajustado a la calidad. Pero es una batalla que les queda, sobre todo, a los de dentro. Hay que luchar desde dentro.
-Su nombre iba incluido casi de forma simbólica en las listas de IU en las últimas municipales...
-Iba el último en la lista, sí. En el 82, formé parte de las listas al Congreso, con José Luis Núñez, cuando Cádiz tenía dos diputados del PC. No sé... viendo a Andalucía y cómo se ha tratado a alguien como Julio Anguita, por ejemplo, que se ha acabado con él, con todo el proceso perpetrado por López Garrido y Nueva Izquierda....
-¿De dónde le viene ese compromiso político con la izquierda?
-Bueno, yo comencé en 1960 a estudiar Medicina aquí en Cádiz. Mi familia era muy de derechas, muy muy del Régimen. Mi madre era la delegada de la Sección Femenina (yo no lo oculto, como muchos del PSOE). Y vivía en Palma, que llegaba un barco a la semana, la radio se pillaba de aquella manera... y para colmo, claro, nadie le iba a decir a un niño, a ese tipo de niño: "No todo es como te dicen". De manera que yo llegué aquí y fue aquí prácticamente, en la universidad, donde empecé a descubrir cosas. Fui delegado de Facultad, y esa delegación, junto a la de Salamanca y Valladolid, fue de las primeras que se separó de los sindicatos estudiantiles de entonces: había una cierta capacidad de movimiento incluso en el Régimen. Fue una época de esperanza para España. En esa época, básicamente, o eras afín o eras del Partido Comunista, y yo me hice del PC. A determinada edad, uno no puede cambiar, no puede traicionarse a sí mismo. Si uno ve que se ha equivocado, se calla y se va a casa, no cambia de chaqueta. Estos casos a lo Jorge Verstrynge o Carrillo... Como se dice, "Caballero es quien juega y pierde, paga y calla". Lo que no se puede luego es decir que la baraja estaba trucada...
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