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Descubriendo al pintor Luis Eduardo Aute

El gaditano Antonio Álvarez del Pino publica un ensayo donde analiza la obra pictórica del conocido cantautor, fallecido en 2020

Antonio Álvarez del Pino, con su libro sobre Luis Eduardo Aute. / Lourdes de Vicente

Todo el mundo conoce a Luis Eduardo Aute. Pero no todos saben que el cantautor internacionalmente conocido y reconocido (fallecido en 2020) era realmente pintor, que si Massiel no se hubiera puesto en su camino y no le hubiera entregado a ella Rosas en el mar en 1966 su trayectoria musical no habría relegado a un segundo o tercer plano el artista que era con los pinceles. Por eso, el pintor gaditano Antonio Álvarez del Pino se ha decidido a escribir un libro que precisamente analiza esa faceta de Aute, que fue mucho más prolífica que su música.

El libro recién presentado, editado por la editorial Gong de Gonzalo García Pelayo, supone al mismo tiempo el estreno como ensayista de Álvarez del Pino, a quien pusieron en bandeja este camino para analizar la pintura de Aute el día en que un amigo suyo, gaditano también, Luis García Gil, presentaba la biografía del cantautor. “En esa presentación hubo una mesa redonda y salió el tema de la pintura y que alguna vez habría que analizarla y publicar algo; entonces Mireia Soriano me dijo que tenía que hacerlo yo”. Y a ello se puso.

Pensaba Álvarez del Pino que el trabajo de adentrarse en la pintura de Aute lo haría de la mano del propio Aute. Pero llegó la pandemia del Covid y el cantautor falleció en el año 2020, en pleno confinamiento. “Pensé que ahí se acababa la historia”, reconoce. Pero un año después entabló contacto con un hijo de Aute, Miki, “y recibió muy bien la idea de hacer el libro”. Un pintor hablando de otro pintor.

Es así como el artista gaditano se ha adentrado a fondo en la obra pictórica que considera que es inabarcable de Luis Eduardo Aute. “Tiene cientos de cuadros y miles de dibujos a lápiz”, apunta Álvarez del Pino, que considera que Aute “puede ser el pintor más prolífico del siglo XX junto a Picasso y Sorolla”. “No deja de ser pintor nunca; de hecho, en alguna ocasión dijo que en sus casas no tenía estudio de grabación, pero siempre tenía que tener uno de pintura”, cuenta.

Desde los 6 años se llevó pintando Aute, que se dedicaba a la pintura hasta que con 30 años compone esa canción para Massiel, Rosas en el mar, que se convierte en un rotundo éxito y abre una nueva vía profesional para Aute. “Pero nunca dejó de pintar. De hecho, en los años 80 y 90, cuando más giras hacía y más actividad musical tenía, más pinta”, precisa Álvarez del Pino, que también señala que esos primeros cuadros de Aute demuestran que era “un niño prodigio”. Es más, se muestra convencido de que Aute “fue mejor pintor que cantautor”, con lo que eso significa teniendo en cuenta su exitosa carrera musical.

El libro de Álvarez del Pino pretende, pues, ser “una mera introducción” ensayística a la pintura de Aute. “Lo que he pretendido es ordenar su pintura por etapas, poner en contexto la obra de Aute con la pintura que se hacía entonces y relacionar su pintura con influencias como Goya o El Greco”, explica el autor de Vera-Opera. La pintura de Aute, que dedica también un último capítulo a analizar como pintor la obra del protagonista desde el punto de vista técnico. “Cómo pinta, qué colores utiliza, qué técnicas desarrolla...”, explica. Y a este respecto aporta un detalle: “Ahora se ha puesto de moda el dibujo a bolígrafo. Pues eso lo inventó Aute”.

“Aute fue un artista total, con una producción inabarcable. El cantautor es un 25% de Aute. Hay un Aute también poeta, con más de mil poemas escritos; tiene películas, películas de dibujos animados… Yo creo que con el tiempo se engrandecerá su figura, a medida que los especialistas vayan estudiando sus distintas facetas”, afirma Álvarez del Pino, que reconoce que antes de proponerse estudiar la obra pictórica de Aute “sabía que pintaba, pero no en esa cantidad, ni tampoco de su calidad”.

Por eso, Álvarez del Pino está convencido de que este libro no será el único que escriba sobre la figura de Luis Eduardo Aute. “Hay mucho material para estudiar”, asegura el escritor, que avanza que la siguiente fase que quiere asumir es la lectura de una profusa correspondencia que habría mantenido Aute a lo largo de su vida con otras figuras de talla internacional. “A ver qué hay ahí”, añade.

No esconde Álvarez del Pino “la pena de no haber podido conocerlo en vida”, lo que sin duda cree que hubiera provocado un libro completamente distinto al que ha escrito y publicado. “Yo he analizado la pintura de Aute desde mis conocimientos, pero he echado mucho en falta poder preguntarle a él por los temas abordados, qué quería decir con tal cuadro o qué experiencia tuvo en tal momento”, comenta convencido de que Aute habría disfrutado con este trabajo “porque los suyos me dicen que murió con la pena de que no lo reconocieran como pintor”.

Dos gaditanos claves en la obra

La historia de este ensayo sobre la obra pictórica de Luis Eduardo Aute está llena de coincidiencias o de hechos puntuales que dirigieron los caminos hasta la edición final del libro presentado hace unos días. Entiende Álvarez del Pino que Gonzalo García Pelayo es una “figura fundamental”. Promotor discográfico “brutal” en el siglo XX, andaba García Pelayo rodando en Sevilla “y me fui allí y me presenté para proponerle hacer este libro”.

Para ello, aprovechó Álvarez del Pino su amistad con otro gaditano, Juan Manuel Canseco, que años atrás publicó junto a José Manuel Sánchez Reyes un libro sobre Carnaval que editó García Pelayo y que puso en suerte al escritor gaditano con el empresario que aceptó el reto de editar este libro con su editorial Gong. “Él había producido los cuatro primeros discos de Aute, y creo que por eso me dijo que sí cuando se lo propuse”.

A ellos se une Luis García Gil, biógrafo de Aute que ha sido esencial también para Álvarez del Pino a la hora de comprender ciertas realidades o de contextualizar ciertos cuadros.

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