"Es un despropósito el inmenso potencial desaprovechado"

Javier Benítez. Gerente Animarte

Tras 18 años al frente de la primera empresa de animación turística y cultural de Cádiz señala los problemas a los que se enfrentan en el sector.

"Es un despropósito el inmenso potencial desaprovechado"
Virginia León

13 de marzo 2016 - 01:00

Anirmarte nació hace justo 18 años -el 1 de marzo- de la mano de cuatro socios. Actualmente continúan al pie del cañón José Luis Urbano, Javier Sánchez y Javier Benítez, sumando la mayoría de edad en esto de la difusión e interpretación del patrimonio. Una labor, un concepto en el que se estrenaron sin más referencias que "una visita que hice a Itálica en Bup, como alumno, donde traducían las inscripciones en latín de una forma amena. Y aquello me marcó; lo entendí todo", dice Javier Benítez. Como entonces trabajaban con niños como voluntarios en el movimiento scout y en asociaciones hicieron sus pinitos, justo antes de embarcarse en esta aventura empresarial. Ahora, aquellos niños a los que comenzaron a exhibirle la historia de Cádiz de una forma rigurosa, pero muy divertida, "pueden rondar los 25 años". Así que desde facebook están reclamando a aquel público las fotos que inmortalizaron las primeras visitas teatralizadas y así crear este álbum conmemorativo de los comienzos en este mercado en el que siempre han despuntado.

Javier Benítez (Cádiz, 1972) hace balance 18 años después hace balance de aquella primera conquista y de las batallas del camino, en parte libradas ante una mala gestión política del patrimonio cultural, y en parte por su propia inexperiencia.

-Con Animarte comenzamos a conocer el patrimonio de otra manera, a través de las entonces novedosas visitas teatralizadas. ¿Cómo fueron aquellos principios?

-Comenzamos con las visitas teatralizadas con la idea de dirigirnos a un público amplio. Era una forma distinta de acceder a nuestra historia, interpretando el patrimonio con un formato asequible y divertido que no se hiciera pesado ni abrumara a los visitantes con demasiados datos y fechas; pero manteniendo el máximo rigor, claro. Y todo ello con un marcado toque local y mucho humor. Ahora cuando miro atrás no sé cómo hemos llegado hasta aquí porque no teníamos ni idea de cómo montar una empresa, ni de cómo funcionaba el mercado porque encima no había nada parecido.

-Y con el humor como seña. ¿No es complicado difundir patrimonio y cultura con una sonrisa?

-Ya hemos desarrollado técnicas y habilidades, lo hacemos automáticamente (ríe). Pero al principio teníamos que tener cuidado, debía ser equilibrado porque claro, ¿cómo te presentas disfrazado de personaje de época para contar una historia a los adultos sin que se rían de ti?...Teníamos que usar el humor de una forma muy seria.

-¿Cómo se empieza de cero?

-Nos costó. Tuvimos que desarrollar incluso un vocabulario específico para poder ponerle nombre a lo que hacíamos y poder venderlo. Pero ni en casa entendían nuestra propuesta. También hicimos un curso de emprendedores antes de lanzar el proyecto en marzo del 98 en la Cámara de Comercio. Los profesores no nos entendían, llamábamos a las puertas y nos costaba. Fue complicado.

-¿Pero no os apoyaron las administraciones desde el principio?

--Sí, bueno. Hay personas que se atrevieron a confiar en nosotros. Me acuerdo entre otros de Marisa, de la Delegación Municipal de Turismo y de Juan Alonso de la Sierra, entonces al frente del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes; ellos creyeron en nosotros. Empezamos a trabajar con escolares, desde el gabinete, y con adultos desde turismo.

-Y empezásteis en el Castillo de San Sebastián...

-Si, en el 99. Cuando empezamos aún era un recinto militar en activo y fueron precisamente los militares quienes nos proporcionaron la primera documentación sobre la historia del castillo. El capitán Víctor y Jesús Okapi nos ayudaron mucho. Venía mucha gente, llegamos a hacer incluso 6 u 8 visitas diarias. Hoy día nos hubiera costado la salud -reflexiona- Lo hacíamos a un ritmo brutal, pero aquello funcionaba. Al tiempo empezamos a realizar encuestas de satisfacción al público y entonces ya nos decían que era una pena que San Sebastián estuviera así, abandonado. Trasladamos sus sugerencias al Ayuntamiento de Cádiz, como por ejemplo, poner un precio simbólico para reinvertirlo en la manutención de aquello. Pero la política que imperaba era la gratuidad para el visitante y no nos hicieron caso. Con los años crecía la demanda pero nos pedían cada vez más pases por el mismo o menos presupuesto, cada vez más ridículo. A todo esto se unía el retraso en los pagos. Y en 2004 nos plantamos, no podíamos más. Era insostenible. Entonces el Ayuntamiento buscó otra empresa y nos sustituyeron. Y al año siguiente otra. Nuestro plante solo sirvió para abrir la puerta a la competencia.

-¿Fue la competencia muy desleal?

-Nosotros hicimos todo como nos enseñaron que teníamos que hacerlo, en orden, todo en regla. Aunque tuvimos que aprender, claro; la primera factura me ayudó a hacerla Pepe el de la Gloria, que también confió en nosotros. Y luego nos la pagó en el momento, casi lloramos de la emoción. Pero de repente comenzaron a salir ya no empresas, sino asociaciones que ofrecían supuestamente lo mismo por menos, claro. Y nosotros que veníamos del asociacionismo sabíamos quién aprovechaba la figura de la asociación en lugar de empresa para lucrarse y esto nos hizo mucho daño, claro que sí. Y si encima las administraciones apoyaban esto.

-Siempre habéis sido reivindicativos en este apartado.

-Es que cuando comenzamos nos sorprendió mucho que empezaban a pagar ocho meses después. Todos nos decían que era lo normal, que esto era así, que lo importante era entrar en la rueda... Y aunque no lo entendíamos, entramos por el aro, como todos. Los impagos y la gratuidad han sido nuestro principales problemas. Con el Ayuntamiento tuvimos problemas muy serios y tuvimos que volver a plantarnos tras hacer las dos primeras gymkhanas del 12. Pagaban a 18 meses...

-Hoy San Sebastián continúa igual de mal. Pero es que se suma el Teatro Romano -cerrado desde hace años-, la Casa de Obispo, Columbarios.. ¿Cómo repercute toda esta dejadez de las administraciones en el sector?

-Pues negativamente. La gente demanda y te encuentras estos obstáculos y es una auténtico despropósito tanto patrimonio cerrado y tanto potencial desaprovechado. Has citado el Teatro, del que podía vivir no sólo el Pópulo, sino toda la ciudad. Nosotros en el 98 nos entusiasmamos, le veíamos unas posibilidades tremendas, queríamos hacer un recorrido como si fuera un salto temporal, del teatro a la Posada del Mesón. Han pasado 18 años y todo está tal cual. Sí, que ha abierto el Centro de Interpretación, pero es que falta el Teatro.

-Esto por no hablar de los numerosos filones sin explotar... (ruta de minas o contraminas, torres miradores, etc.)

-Muchos. Este verano conocí a un chico norteamericano que trabaja en un parque nacional allí, un antiguo presidio español, del que conservan algunos barracones, y que emplea directa e indirectamente a más de 2000 personas. Me cayeron dos lagrimones cuando me lo contó. Quería venir a Cádiz a conocer las raíces históricas de castillos como el de San Juan de Puerto Rico o Cartagena de Indias. Cuando visitó la ciudad vino a verme y me preguntó... ¿qué pasa aquí?. No podía entender cómo estaba el patrimonio y que no se explotara para su propia conservación. Ya luego empezó a emocionarse pensando en cuánto podría hacerse. A poco que salgas de esta ciudad te das cuenta de sus posibilidades infinitas.

-¿Hay mucho más Cádiz que enseñar que hace 18 años?

-Sí, porque hay muchas posibilidades y mucha más demanda; el público viene ávido de conocer. Son 3000 años de historias, anécdotas y piedrecitas y se puede ofrecer mucho.

-¿Qué demanda o de qué se queja el público?

-Por lo general la gente se va muy contenta porque se lleva muchas sorpresas en positivo. Cuando vas al Museo y enseñas los sarcófagos, o a Gadir, o las torres miradores... salen entusiasmados. Y todo, pese a la dejadez y la falta de información que hay en general.

-¿Se refiere a la interpretación del patrimonio en su conjunto?

-Sí. Siempre he insistido en eso. Interpretar el patrimonio es revelar el valor y el significado de ese patrimonio al público que lo visita in situ, en su tiempo libre. Y aquí apenas hay interpretación; y la que hay suele dejar mucho que desear, pues no se toma en serio. Si recorres por ejemplo el castillo de San Sebastián no hay un triste panel que te vaya explicando lo que visitas. Ni en La Caleta, que es un verdadero parque histórico. Debería existir un itinerario donde se explicara qué es la piedra ostionera, de dónde y cómo se extraía o dónde estaba el puerto fenicio por ejemplo. La ciudad cambiaría y mucho, pero no sólo para el turista, también para los gaditanos. Nos sentiríamos más orgullosos del sitio donde vivimos y eso se traduciría en un mayor respeto.

-¿Cómo debería gestionarse el patrimonio?

-No creo en la gestión privada únicamente. A mí me parece imprescindible que sea la administración quien lo gestione, pero con otra perspectiva. Que lo salvaguarde y regule su uso, pero con más sensibilidad y otra visión más enriquecedora y global. Y moderna. Y esto no es caro, todo lo contrario. Se crearía mucha más riqueza.

-Entonces, ¿se puede vivir del turismo en Cádiz?

-No creo que sea bueno dedicarnos sólo al turismo, pero podría ser un verdadero motor económico. Yo miro la Facultad de Humanidades por ejemplo, y veo la cantidad de jóvenes que salen titulados cada año y a los que se les ha vendido la moto de las industrias culturales y el emprendimiento y luego veo el inmenso potencial desaprovechado de nuestro patrimonio y me pongo malo. Siempre digo que tenemos una mina bajo nuestros pies pero no nos dejan explotarla. Y además es una mina en la que el único peligro es no cuidarla bien; ni contamina ni te juegas la vida. Pero claro, si las administraciones no son capaces de regular su explotación para que podamos beneficiarnos todos... ¿para qué queremos conservarla?... y luego está el tema del emprendimiento; la cuota de autónomos es el mayor anticonceptivo emprendedor que existe.

-La falta de entendimiento entre Junta y Ayuntamiento ¿no tiene mucha culpa?

-Entre otros motivos. Se suma la gratuidad por la gratuidad impuesta por los políticos. Aquí venía el turista como el que iba a un todo incluido, enseñándole todo gratis. Pero invitamos los gaditanos. ¿De qué sirve el turismo aparte del intercambio cultural si no hay intercambio económico?... eso provoca sentimiento de rechazo entre la población local en muchos destinos. No hay nada malo en pagar, cuando uno viaja paga para ver cosas, es lo normal. Pero con esta filosofía se ha malcriado al público, al que le pides tres euros y ya se echa para atrás. Otro de los males es atreverse a probar algo nuevo, hay miedo, precisamente en una ciudad por dónde han entrado históricamente ideas ilustradas, novedosas.

-¿Os ha convocado el nuevo Ayuntamiento?

-A través de las mesas de Culturas Comunes, donde pudimos debatir, reflexionar y mostrar nuestras posturas. Había mucha energía y realmente volví a recuperar la ilusión. Fue emocionante.

-¿Le consta si hay rodaje?

-Sí, esa es la intención. Es importante, por primera vez pedían la opinión de la gente que trabaja para la cultura, el patrimonio, la música, la danza.. Hacía mucha falta.

-Usted ya venía de la experiencia de Plan C y del movimiento ciudadano.

-Fue el primer soplo de aire fresco. Mucha gente estaba cansada de lo que había y empezó a trabajar por un Cádiz más moderno, más amable y sobre todo más de todos. Yo participo en la mesa de turismo

-También abrió la tienda Usted está aquí, enfocada al turismo.

-Salí de Guatemala para entrar en Guatepeor (ríe). Pero sabía que lo estaba haciendo en el peor momento económico de la ciudad, era consciente. Lo que ocurre es que tuve la oportunidad y me lancé; pensaba que la gente tenía que llevarse algo tangible, más allá del recuerdo intangible de una de nuestras visitas.

-¿Hace falta otro tipo de iniciativas para incentivar el comercio?

-Ya hay muchas asociaciones de comerciantes y yo no tengo la solución, si no la habría puesto en marcha, porque cuando creo en algo apuesto por ello. Pero lo que sé es que no se puede hacer siempre lo mismo, porque el resultado será el mismo. También sé que hasta que no se avance de forma conjunta, pensando que tu beneficio debe ir de la mano de el de al lado, nada cambiará. Por suerte parece que la economía colaborativa está calando desde abajo.

-Américo Vespucio, Magallanes, Colón, Vasco de Gama, Balbo el menor.. ¿Algún personaje o espectáculo en el tintero?

-Muchos... Hemos tenido la suerte de que en tantos años de historia han pasado por aquí personajes de primer nivel y han pasado cosas en Cádiz de relevancia internacional. Y es fácil implicar a la gente en sus vidas, las de Colón, Juan de la Cosa, Balbo, Julio César... Ahora con motivo del tricentenario de la Casa de Contratación, del traslado a Cádiz, queremos retomar Cádiz, 1700 y pico, una visita teatralizada que hicimos en 2007 sobre el siglo de oro gaditano, el siglo XVIII. Volver con el personaje de Jorge Juan, que fue un importante científico que dirigió la Academia de Guardiamarinas que hubo en el Pópulo junto a un deslumbrante claustro de profesores. También actualizaremos el proyecto CadiZombi porque ahora que estamos colaborando con Eugenio Belgrano, del Beaterio, se nos abren nuevas posibilidades. También tenemos un proyecto de microteatro en la tienda Usted está aquí. Y sobre todo colaborar, es el momento de establecer acuerdos con otras empresas. En Cádiz se están haciendo cosas muy interesantes.

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