Devoción gaditana a los Patronos

HISTORIAS DE CÁDIZ

Suárez de Salazar y Agustín de Horozco fueron los que propusieron a San Servando y San Germán al comenzar el siglo XVII

Imágenes en la capilla de la ciudad y en la Catedral

Los Patronos realizados por La Roldana, en el altar mayor de la Catedral de Cádiz. / Archivo

13 de octubre 2024 - 07:00

El ataque de la escuadra angloholandesa a Cádiz en 1596 y el posterior saqueo llevado a cabo por las tropas del conde Essex arrasaron por completo la ciudad y destruyeron su patrimonio cultural. Por ello no existen documentos de la devoción a San Servando y San Germán anteriores a dicha fecha. No obstante, las noticias del martirio, ocurrido en tierras gaditanas, la piadosa ocultación de sus cadáveres y el traslado de sus restos a Sevilla, Mérida y Oviedo nos hacen pensar en una cierta devoción anterior.

En 1610, cuando comenzaba la reconstrucción de Cádiz, Suárez de Salazar en su “Grandeza y antigüedades de la isla y ciudad de Cádiz” sugirió que la ciudad debería tomar por Patronos a San Servando y San Germán, ya que aquí derramaron su sangre. En el mismo sentido lo solicitaba  Agustín de Horozco en su “Historia de Cádiz”.

La propuesta de estos historiadores fue acogida el 2 de octubre de 1616 por el regidor Francisco Lamadrid, que propuso al Cabildo Municipal que acogiese a dichos mártires como sus Patronos. Añadía que todos los 23 de octubre, fecha del martirio, hubiese procesión solemne de alabanza y que se invitara a los caballeros “a hacer fiestas y demostraciones con sus caballos”.

Pocos días después, el 30 de octubre de 1616, el Ayuntamiento aceptó la propuesta y acordó tomar “como patronos y abogados a los santos mártires Servando y Germán”. También acordó encargar sendas imágenes de bulto para ser colocadas “en la capilla del señor Santiago, propiedad municipal, en el Hospital de la Misericordia”. La correspondiente petición al Papa fue realizada por el obispo de Cádiz, Juan de Cuenca, capellán de Felipe II y Felipe III.

Triunfos de los Patronos, levantados en el muelle y hoy frente a las Puertas de Tierra. / Archivo

La Bula de jubileo fue concedida por el Papa Paulo V el 8 de noviembre de 1618, llegando a Cádiz el 14 de marzo del año siguiente. De inmediato, el Cabildo Catedral decidió encargar unas estatuas de los Patronos para ser colocada en la Catedral. Para ello encargó al maestro Juan de Arellano el boceto de un retablo para la colocación de las efigies. Pero el proyecto resultó excesivamente grande para la entonces Catedral y el obispo decidió que las imágenes fueran colocadas en el altar mayor.

El Ayuntamiento organizó la primera fiesta de los Patronos en 1619 y de ello nos da cuenta Agustín de Horozco en su obra “Vida y martirio de los gloriosos santos Servando y Germano”. Hubo procesión solemne con asistencia de ambos Cabildos, cofradías de la ciudad y los religiosos de los cinco conventos que entonces existían en Cádiz, todos con “cera blanca provista por el Ayuntamiento”. La procesión, con las imágenes de los santos bajo palio, se llevó a cabo desde la capilla de la ciudad a la Catedral. Por la tarde hubo fuegos de artificio, música, danzas y juegos. El Ayuntamiento acordó que para años sucesivos hubiera fiesta de toros y de cañas.

Establecido el Patronazgo y en los años de la opulencia de Cádiz fueron encargadas imágenes de San Servando y San Germán de gran calidad. Es el caso de los Patronos encargados a La Roldana en 1687 para acompañar al Santísimo en la procesión del Corpus o los triunfos levantados en el muelle y atribuidos a Andreoli. Curiosamente, a los pocos años de ser colocados, un fortísimo temporal hizo que un buque perdiera el ancla y que con su bauprés derribara a San Germán. La imagen fue restaurada por un cantero local y al decir de los entendidos quedó notoriamente inferior en calidad artística a la de San Servando. 

La devoción popular a los Patronos decayó a finales del siglo XVIII. Para evitarlo, en 1797, el párroco del sagrario Cabrera, después famoso magistral, y el canónigo Melitón Memige, decidieron fundar una Congregación para dar culto a San Servando y San Germán. Esta asociación contó con destacados miembros y logró dar esplendor a la festividad de los Patronos durante algunos años.

Francisco Arenas Martín consiguió la restauración de las principales imágenes

Durante el Cantón de Cádiz fueron derribados los triunfos de la Inmaculada, el Rosario, San Francisco Javier y los Patronos, cuyas columnas estuvieron varios años derribadas en el muelle. Surgió entonces la figura del canónigo Benito Gil Arroyo, que con gran esfuerzo logró que los Patronos volvieran a ser colocados. Este sacerdote, muy devoto de San Servando y San Germán, promovió el culto popular a los mártires y al colocar la espléndida reja del coro de la Catedral dispuso dos medallones con las imágenes de San Servando y San Germán. 

Ya en el siglo XX, en 1919, tuvo lugar la celebración solemne del tercer centenario con la presencia del cardenal Almaraz. Un formidable coro de 200 voces dirigido por el maestro de capilla Gálvez interpretó el Himno a los Patronos compuesto años antes por Antonio Maqueda.

En 1962 volvió a renacer la Hermandad de los Santos Patronos cuya junta directiva estuvo encabezada por Juan Viniegra y Lasso de la Vega y de la que fueron destacados miembros, Francisco Arenas, Salvador Luna, Manuel Casas, Emilio Corbacho, José Gómez Plana y otros. En esta época y por cierre de la Catedral, los cultos a los Patronos tuvieron lugar en San Felipe Neri.

Tras diversas vicisitudes, en 1981, un gaditano excepcional, Francisco Arenas Martín, distinguido por el Papa con la orden de Caballero de San Silvestre, fue nombrado presidente de la Hermandad de los Patronos y consiguió la restauración de las imágenes y la entrega a la Catedral de Cádiz de unas valiosas reliquias de los Patronos que estaban en la Catedral de Sevilla. Arenas consiguió también sentar las bases para que no cayera en el olvido la devoción a los Santos Mártires.

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