El Día de la Niña en Cádiz: Mía, un torrente de alegría y compás
Una niña invidente de cuatro años ha encontrado en la percusión la forma de tocar el alma de los demás
Obras en el colegio Reyes Católicos de Cádiz para una nueva alumna con discapacidad visual
Otra forma de ver la vida
Mía se levanta para ir al colegio y, aún en pijama y con la cara somnolienta, le dice a Celeste, su madre: "Dame algo, mamá". Y empieza a tocar una pandereta mientras marca el ritmo con el pie dentro del cuarto de baño. La pequeña, de tan sólo cuatro años, es puro compás. Ha desarrollado un extraordinario sentido del oído a raíz de su ceguera. Pero no es sólo compás, es un torrente de alegría contagiosa; una investigadora nata que todo lo quiere saber, tocar y palpar; es un ejemplo de superación constante cuya experiencia merece ser contada en el Día Internacional del la Niña, que se celebra cada año el 11 de octubre.
"Desde que se despierta está buscando algo con lo que hacer un ritmo, no para. Da clases de percusión pero ella se monta un concierto con lo que encuentre", relata su madre, quien añade que toda la familia está volcada con la pequeña. "Es la muñeca de la casa, sus hermanos mayores están locos con ella".
Mía estudia en el CEIP Reyes Católicos de la capital gaditana, donde se han acometido una serie de reformas para que esta alumna invidente pueda desarrollar su etapa educativa de forma autónoma y con seguridad. "Una técnico de rehabilitación de la ONCE fue al centro y propuso los trabajos a realizar, como la instalación de barandillas en las rampas de acceso, el arreglo de desniveles, la señalización de escaleras... La verdad es que el colegio se ha volcado con Mía", comenta satisfecha Celeste.
Mía conoce perfectamente el recorrido del aula y del recreo gracias a su profesora de la ONCE, que acude al colegio tres veces por semana. "Ella trabaja mucho la autonomía de Mía y potencia su integración, que es lo más importante. También está avanzando con el sistema braille pero, sin duda, lo fundamental es trabajar en su independencia", explica la madre. "Los compañeros de clase de Mía están muy contentos con ella, juegan, se divierten... incluso algunos chiquillos ya identifican el braille, aprenden unos de otros", apostilla.
En casa, "Mía es una polvorilla", ríe la madre. "Me ayuda a cocinar porque le encantan los olores. Además, su juego favorito es el de los tarros: le abro varios recipientes, ella mete la manita y averigua si dentro hay arroz, lentejas, estrellitas o macarrones. Su curiosidad es máxima", narra Celeste.
"Mía aprende algo nuevo cada día, pero yo también aprendo, y no me refiero sólo al braille, aprendo en todos los sentidos", comenta orgullosa madre, que aprovecha esta líneas para reclamar una verdadera inclusión de las personas invidentes en la vida cotidiana. "Quiero que mi hija vaya al supermercado o a un museo y que pueda leer una etiqueta o un letrero. Pero, hoy por hoy, eso es imposible, el mundo no está adaptado para las personas con discapacidad visual, queda mucho camino por recorrer", denuncia.
Celeste, no obstante, ha encontrado un gran de apoyo en un grupo de Whatsapp de madres y padres de niños con ceguera. "Ahí compartimos experiencias, necesidades, soluciones... es un verdadero respaldo, un colchón de empatía donde te sientes identificada".
Como cada día, Mía asistirá hoy al colegio. Subirá las escaleras hasta llegar a su clase, hará las tareas, jugará en el rocódromo del recreo, acudirá al comedor, cantará, paseará, tocará el cajón... en resumen, se atreverá con todo y demostrará, sin ni siquiera ella saberlo, que su desafío diario bien merece una efemérides, el Día Internacional de la Niña.
Para saber más de Mía existen dos cuentas en Instagram y Tik Tok: Mia.bibicadi
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