El domingo enfría las barbacoas
El traslado del festejo al último día de la semana reduce considerablemente la asistencia de público · La Policía tuvo que invitar a varios grupos a marcharse de zonas no habilitadas en la Victoria para el evento
Domingo+fuerte viento de Levante+una playa de la Victoria más acotada dieron como resultado una apagada celebración de las barbacoas del Carranza. "Menos gente que nunca", fueron apuntando muchas voces anoche a lo largo y ancho del Paseo Marítimo. Desde la propia arena se apreciaba aún mejor la disminución de público con respecto a otros años: "Se nota que ha venido menos gente porque se está mejor, hay más espacio", sonrió Ana María Navarro, que participaba en el festejo gastronómico con amigos y familiares venidos desde Sevilla. En cambio, hubo quien lamentó la falta de masificación. "Me parece muy mal que las barbacoas se estén celebrando en domingo porque eso ha impedido a mucha gente venir. Hay que tener en cuenta que muchos trabajan mañana", declaró Estefanía Utrera. Incluso, hubo espontáneos que defendieron la pervivencia de la fiesta con coros como "Las barbacoas del Carranza, ayer, hoy y mañana".
Y hablando de impedir, los agentes policiales se esmeraron desde primera hora de la noche para evitar que varios grupos, tanto de jóvenes como de mayores, acamparan a a sus anchas, con bebidas y comida, en las zonas no habilitadas de la Victoria para la celebración del evento.
Cuando la final del Trofeo Carranza concluyó, muchos de los huecos que aún quedaban sin dueño se llenaron de bolsas repletas de provisiones y, por supuesto, de personas. Pero aun así, la zona acotada de la Victoria no colgó el cartel de completo. En la última zona, entre el hotel Playa y el cementerio, las barbacoas llegaban a ser islas, incluso hasta después de la conclusión del fútbol. "Aunque veas follón subiendo y bajando, muchas veces son los mismos", aseguraban los ojeadores desde arriba.
El resultado fue frío, no tanto por las ganas de fiesta de los asistentes como por las amplias zonas libres que hubo hasta más de medianoche. Y eso que por la mañana parecía que iba a ocurrir lo contrario, pues muchos se fueron a clavar la sombrilla bien temprano. Coger sitio fue prioritario para los más previsores, conscientes de que la marea se esperaba alta y, además, soplaba el Levante. Ellos tenían claro que el mejor sitio para encender el fuego era cerca del muro del Paseo, y a pegarse a él fueron. Claro que no todo el que fue ayer por la noche a la costa gaditana tenía intención de tiznarse las manos con carbón. Hubo quienes se limitaron a mojárselas con las gotas que desprenden los hielos.
Desde las 07:00 ya se podían divisar grupos de amigos reservando un sitio en la playa. Sobre las 12:00, con un ambiente juvenil ya en la arena seca, las primeras vueltas de la Policía Local sobre los quads provocaba también las primeras risas. Con ironía, los agentes comentaban: "¿Os prestamos unos walkie talkies para que os comuniquéis?, en respuesta a la situación de cuatro chavales que se encontraban tumbados cada uno en una esquina de la 'parcela' bajo una sombrilla. Inmediatamente, con algo más de seriedad, los agentes les invitaron a juntarse, de lo contrario "os tomaremos los datos y os denunciaremos". A los chicos no les quedó otra que obedecer. "Cómo miran por nuestra socialización", bromeó uno de ellos.
En otra de las advertencias que hicieron los agentes a lo largo de la jornada también se pudo oír cómo un grupo de personas que caminaba por el Paseo gritó a los agentes: "¡Qué pesaos sois, dejad a los chavales ya!", en alusión a las continuas llamadas de atención, contra las que los chicos argumentaban que "no es como otros años -refiriéndose a aquéllos en los que se hacían murallas de arena y se ponían palos con cuerdas para delimitar los espacios-. Son sólo sombrillas y estamos tumbados debajo, es molestar por molestar". Pero al margen de estas anécdotas tempraneras, el domingo de playa transcurrió con normalidad para las familias que cerca de la orilla disfrutaron como si fuera un día más.
Numerosos turistas se asomaron a la playa a lo largo de toda la jornada y comentaban entre ellos, asombrados, el ambiente que ya a las 17:00 horas había a lo largo de los cuatro módulos. Y también se percataron de los carteles colgados en las farolas que indicaban las normas de la celebración. Algunos sonreían mientras las leían.
Para Enrique Lighttowler, de Buenos Aires (Argentina), que ya ha vivido bastantes celebraciones del Carranza en Cádiz, "las barbacoas ya no son lo que era antes, no reina el mismo espíritu; pero molestan más los altavoces pidiendo cada diez minutos el desalojo de la playa que la propia gente, de la que al final te acostumbras".
Para Tere Toledo, de la localidad sevillana de Morón, este festejo gastronómico a pie de orilla está "muy bien siempre y cuando cada uno sea consciente de lo que ensucia", puntualizó.
Una pareja italiana que caminaba por el Paseo expectante a lo que ocurría en la arena también aportó su visión: "Es una fiesta brillante. Nos gusta ver a tanta gente en la playa, es un ambiente muy bueno". Y Anthony y Judith, procedentes de Irlanda, destacaron la organización como lo más importante del evento. Afirmaron tener una buena impresión de la limpieza de la playa. "Me parece fantástico que se pueda disfrutar de este evento, y más si es sólo una vez al año; es una ocasión especial". Judith lo tenía claro: "La celebración da buena imagen a la ciudad".
Quienes también quisieron dar su idea particular de esta fiesta fueron algunas de las personas que participaron en ella desde el voluntariado. Varias de ellas aseguraron sentirse "privilegiadas" por trabajar por la ciudad. Aunque entre el reparto de bolsa y bolsa, también compartieron que les había parecido "un palo muy grande" colocar en domingo la celebración. "Además, Costas pone muchos problemas, se recortan módulos, se vigila mucho, cuando en otras playas se celebra por ejemplo el día de San Juan y no se pone tanto problema", declaró María del Carmen Martínez.
En cuanto a la degradación del festejo, "eso de que se ha convertido en un botellón no es cierto tampoco. Siempre se ha bebido, es ahora cuando está más controlado", afirmó Isabel Fuentes, otra de las voluntarias ambientales.
Opiniones varias para una fiesta que, una vez que los focos del Estadio Ramón de Carranza se apagaron, se vivió casi con más intensidad desde el firme del Paseo Marítimo, donde tampoco hubo excesivas aglomeraciones, que desde la inestable arena de la Victoria.
También te puede interesar
Lo último
Contenido ofrecido por FSIE