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En una calle como la de San Francisco, en Cádiz, que poco a poco está recuperando su ritmo como vía comercial, con la apertura de nuevos establecimientos, y que incluso va a contar con su primer edificio dedicado a apartamentos turísticos, además del ya veterano Hotel Las Cortes, chirría más que nunca el estado en el que se encuentra el histórico inmueble que dejó en 2007 el Instituto del Rosario.
La finca, que hace cerca de 150 años acogió al primer instituto de la ciudad y que formaba parte del complejo del convento de los Agustinos, que están en esta calle desde 1647, es una de las más antiguas de la ciudad.
Su ubicación en una de las calles de referencia de la capital, la obligación como ciudad de mantener su patrimonio histórico y arquitectónico, y la necesidad que tiene de nuevos equipamientos públicos, deberían de ser motivos más que suficientes para activar de una vez por todas su rehabilitación y evitar, con ello, la ruina a la que puede estar abocado si se alarga esta falta de uso.
No hay que olvidar que en Cádiz hay otros referentes inmobiliarios, como el antiguo Hospicio o la Escuela de Náutica cuyo abandono pone en riesgo su continuidad.
El antiguo INB del Rosario es propiedad de la Diputación. Desde su cierre como centro de enseñanzas medias, sustituido por el instituto Cornelio Balbo, se han ido barajando diversas ideas para su reutilización: desde la Escuela de Hostelería hasta la Escuela de Idiomas o la de Bellas Artes. E incluso se habló de un uso cofrade.
Finalmente en 2018 se anunció la conversión del edificio en un centro de arte contemporáneo, para dar cabida a la amplia colección que tiene esta institución provincial.
Para ello se elaboró un ambicioso proyecto arquitectónico, que contó con fondos europeos al promover un diseño ecológico y sostenible, capaz de generar la energía que iba a consumir el propio edificio.
El coste de la operación, 2,8 millones de euros, aumentó e un millón más al detectarse más problemas estructurales de lo esperado.
Tras un estudio patológico, se constató que resultaba inviable mantener el diseño original, que incluía el cerramiento del patio central, a la vez que se modificó el uso pasando de un centro cultural a un edificio de oficinas para dar servicio a la Diputación.
Entonces, como tantos otros proyectos en la ciudad, se procedió a su archivo y olvido.
Tras el cambio de gobierno en la institución provincial, se ha incluido una partida en los presupuestos de 2024 de 170.000 euros, para ejecutar obras en el edificio para la consolidación estructural del mismo y evitar así que continúe su deterioro.
Sin embargo, desde la Diputación Provincial no se especifica qué uso va a tener, al final, el antiguo Rosario.
En este sentido, la presidenta, Almudena Martínez, y el alcalde gaditano, Bruno García, mantuvieron una reunión en julio pasado. En aquel momento el Ayuntamiento se comprometió a aportar ideas para dar contenido a este edificio.
En el anterior mandato de la Corporación, el PP, entonces en la oposición, llegó a proponer la transformación del edificio en una residencia universitaria o en un centro de empresas.
Ha pasado el tiempo y, en base a lo contestado a este periódico desde Diputación, aún no se tiene claro qué se va a hacer en un edificio que está cerrado desde 2007, teniendo en cuenta que su rehabilitación implicará una elevada inversión.
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