La educación y la cultura que ha ido perdiendo Cádiz

El Paseante

La saludable necesidad de que los vecinos reclamen que su ciudad funcione choca a veces con actitudes extemporáneas de algunos

Ninguno de los cuatro alcaldes que ha tenido Cádiz en democracia ha nacido en la ciudad. Y no ha sido una tragedia

"Es una vergüenza, llueve y se inunda todo"

El alcalde, con vecinos que se acercaron, civilizadamente, para trasladar sus quejas.
El alcalde, con vecinos que se acercaron, civilizadamente, para trasladar sus quejas. / Lourdes de Vicente

Cuando Teófila Martínez dejó de ser alcaldesa de Cádiz sufrió una lluvia de insultos, y algo más, al salir del Ayuntamiento donde había tomado posesión como alcalde José María González Kichi, cuyo grupo ni criticó ni lamentó este espectáculo. El propio alcalde de izquierdas recibió una andanada de insultos y descalificaciones meses más tarde durante una sesión plenaria por parte de un grupo de vecinos. Curiosamente le dijeron que se estaba enriqueciendo con el cargo, él que no salió nunca de su pequeño piso del barrio de La Viña. En menor medida, porque eran otros tiempos, le pasó a Carlos Díaz.

El actual alcalde, Bruno García, se estrenó este miércoles con una chaparrón vecinal mientras visitaba unas obras en la barriada de La Paz. Las voces, gritos, de un residente en la zona animaron a otros a salir a los balcones y a poner a caldo a los políticos por, decían, los problemas que están sufriendo por estos trabajos de reforma de la vía pública, mal ejecutados según dijeron.

Una norma para el buen funcionamiento de una ciudad, es que los vecinos se impliquen en su desarrollo, en su gestión, en su cuidado. Que visiten sus museos y exposiciones, que participen en los debates de operaciones urbanísticas (la elaboración del PGOU, por ejemplo). Y, sobre todo, que denuncien en mal estado de sus calles, plazas, de su alumbrado, de sus jardines, de la limpieza. De todo lo que les rodea y que ellos, con sus impuestos, pagan para que funcionen bien.

Y si el Ayuntamiento, como ha pasado en este caso, ha ejecutado una importantes obras en una zona de un barrio tan necesitado como La Paz, y se constatan problemas de acabado, más visibles en estos días de lluvia, el vecino debe protestar y debe exigir su arreglo inmediato. Y los rectores municipales deben tomar nota y deben ordenar su arreglo, también inmediato.

La cuestión es cuando se traspasa el límite de una protesta civilizada en un casi tumulto vecinal. La educación es esencial en nuestra convivencia diaria. Vale que no tenemos buenos ejemplos en la actual clase política, especialmente a nivel nacional, pero basta tener un poco de cultura para saber comportarse, y saber cuáles son los límites de nuestros gritos. Y, ojo, tener educación y cultura no depende del barrio de donde se viva o de la situación económica de la familia, como muchos podemos dar fe. Simplemente es comportarse con los demás como nos gustaría que se comportasen con nosotros.

La protesta, sorprendentemente, quedó desactivada cuando alcalde y representantes de la Junta conversaron con ellos. Queda por ver si en el Ayuntamiento se han aclarado con lo que se quiere ahora, además de arreglar los charcos (visibles a escasos metros de la convocatoria de este acto, cuando un grupo de operarios se afanaba en retirar el agua con grandes cubos). Porque mientras unos querían más árboles otros reclamaban su eliminación, como unos pedían bancos para sentarse y otros los rechazaban.

En cuanto a la cultura, ya tenemos muchos años encima como ciudad para tener que escuchar gritos de "vete a Jerez", dirigido al alcalde Bruno García, nacido en esta ciudad. Ya lo sufrió el sevillano Carlos Díaz, la cántabra Teófila Martínez y el propio Kichi nacido en Róterdam. Los cuatro han venido de fuera pero todos, con sus pros y sus contras, han trabajado por esta ciudad y han sido honrados en su gestión pública. Ese "vete a Jerez", recuerda a los gritos cada vez más habituales en el algunos campos de fútbol se lanzan contra jugadores negros.

Con un poco de cultura sabríamos que Cádiz ha vivido sus siglos de mayor esplendor cuando ha compartido espacio con hombres y mujeres procedentes de otras regiones, de otros países. Más aún, buena parte de nuestro esplendor se ha debido a ellos, en todos los planos de la vida.

Dicho esto, bienvenida sea la crítica vecinal. Según anuncia ahora el Ayuntamiento, se avecinan meses de obras relevantes para la ciudad. Esperemos que el sentido crítico del ciudadano se haga presente. Claro que, la falta de protesta activa de los vecinos ante el problema habitacional o hasta los problemas sanitarios que sufrimos desde hace décadas nos hace pensar que este sentido crítico sólo se hará patente de forma extemporánea, cuando sea complicado dar marcha atrás.

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