La élite del tenis en las pistas de Cádiz

En 1962 el grupo formado por Jack Kramer ofreció una exhibición en las instalaciones gaditanas

Santana, Arilla, Orantes y Soriano disputaron unos encuentros en 1968

Santana, Orantes, la reina de las Fiestas Típicas y Federico Sahagún en el vapor del Puerto / Archivo

Hoy sería impensable que las primeras figuras del tenis mundial acudieran a Cádiz para disputar algunos encuentros. Para presenciar en vivo el juego de Nadal, Djokovic, Federer, Alcaraz o Sinner, los aficionados gaditanos tienen que acudir a alguno de los grandes torneos organizados por la ATP o de la Copa Davis. Sin embargo, en los años sesenta del pasado siglo XX, las primeras raquetas del tenis mundial estuvieron en varias ocasiones en el Tenis de Cádiz haciendo las delicias de los aficionados. 

Por aquellos años el Tenis de Cádiz, presidido por Federico Sahagún, emprendió la reforma de sus pistas para pasar del cemento a la señorial tierra batida. Gracias a las gestiones del varias veces campeón de Andalucía, José Luis Isern, cuatro camiones con rubísimo albero de Alcalá de Guadaira llegaron hasta las instalaciones cercanas al parque Genovés. El propio Isern, secundado por los también destacados tenistas sevillanos Campanal y el popular ‘Negro’, comenzaron los trabajos de construcción de las pistas.

En las obras ayudaron numerosos socios, que pasaron incansables el enorme y pesado rulo para aplanar y alisar la tierra. También prestó eficaz ayuda el conserje del club, y gran jugador de tenis en su juventud, Pepe Diana.

Una vez listas las flamantes pistas, la directiva encargó a La Instaladora Eléctrica, de Ramón Domínguez, la colocación de la correspondiente luz eléctrica. Con ello se logró aumentar el horario de juego para poder contentar a una creciente afición.

Para solemnizar el estreno de las pistas, la directiva de Sahagún decidió contratar a destacados tenistas. Pero en aquellos tiempos el tenis mundial estaba dividido en dos; por un lado los ‘amateur’ y por otro los profesionales. Los primeros eran los únicos que podían disputar los grandes torneos como Wimbledon o Roland Garros y tenían prohibido recibir cualquier tipo de emolumentos. Los tenistas ‘amateur’, a pesar de disputar esos grandes campeonatos, tenían que conformarse con las ‘subvenciones’ más o menos generosas que les entregaba la organización del campeonato o la propia Federación.

Los profesionales eran un invento del campeonísimo Jack Kramer, ganador en Wimbledon, que decidió reunir a los mejores tenistas del momento y ofrecer exhibiciones cobrando su correspondiente premio sin subterfugio alguno. Kramer consiguió que a su lado estuvieran los mejores, como Rosewall, Pancho González, Andrés Gimeno, Ayala, Lewis Hoad, o el mismísimo Rod Laver, seguramente el mejor tenista de todos los tiempos. 

Este último grupo de tenistas fue el llamado por el Tenis de Cádiz para acudir a sus pistas en partidos de exhibición. El grupo Kramer estaba realizando una gira por España y el gaditano Enrique García de Movellán logró contactar con ellos y formalizar su participación.

El honorario de los jugadores fue conseguido con la colaboración del Ayuntamiento, del Ministerio de Información y Turismo y con el importe de las entradas vendidas para los partidos.

En una de las pistas fue colocada una gran tribuna metálica y cientos de aficionados, socios o no del Tenis de Cádiz, pudieron disfrutar del juego de estos grandes tenistas. 

Estas exhibiciones tuvieron lugar en agosto de 1962. Llegaron hasta Cádiz el español Andrés Gimeno, el australiano Ashley Cooper, el chileno Ayala y el norteamericano Alex Olmedo.

Disputaron dos individuales y un partido de dobles entre el entusiasmo de una creciente afición que quedó muy satisfecha de la jornada.

Al año siguiente volvió el grupo de los Kramer a Cádiz . En esta ocasión repitieron Andrés Gimeno y Luis Ayala, que estuvieron acompañados de Ken Rosewall y Kurt Nielsen.

Cinco años más tarde el tenis gaditano viviría otra jornada histórica con la presencia de Manolo Santana, que llegó acompañado de Manolo Orantes, Luis Arilla y el argentino Soriano.

Santana era el número uno de los ‘amateur’, ganador de Roland Garros, el campeonato de Estados Unidos y Wimbledon. El grupo Kramer le ofreció un sustancioso contrato, pero Samaranch logró convencerlo para que siguiera compitiendo en la Copa Davis y poder participar en los Juegos Olímpicos. A cambio, el tenista madrileño fue contratado por la Philip Morris para trabajos de propaganda.

De la contratación de Santana estuvo encargado el directivo Valentín Lasanta, que contó con la ayuda del Ministerio de Información y Turismo y del Ayuntamiento, ya que la exhibición tenística tuvo lugar dentro de las actividades programadas para las Fiestas Típicas. La Federación de Tenis también ayudó a estos encuentros ya que España debía enfrentarse a Holanda en Copa Davis y los españoles estaban faltos de partidos.

Los tenistas pudieron disfrutar previamente de un paseo por la Bahía de Cádiz a bordo del Vapor Adriano. Un viaje que estuvo amenizado por el coro de Puerto Real y por la Reina de las Fiestas, Amalín Guillén, y las damas de su corte.

En esta ocasión también fue colocada una tribuna metálica en una de las pistas para aumentar el numero de localidades. La numerosa colonia argentina que estudiaba en Cádiz ocupó ruidosamente la azotea del vecino colegio mayor Beato Diego para animar a su paisano Soriano.

Un joven Orantes derrotó a Santana que había llegado a Cádiz muy bajo de forma. Santana y Arilla ganaron en dobles a Orantes y Soriano.

Santana ofreció al directivo Lasanta la posibilidad de volver a Cádiz, pero nunca fructificó esa posibilidad.

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