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Las escalas de Marconi en Cádiz

Recuerdos del Diario

Hace cien años y a través de ‘Diario de Cádiz’, el sabio italiano agradeció, desde su yate ‘Electra’ fondeado en la Bahía de Cádiz, el haber puesto su nombre a una calle de la ciudad

Imagen del científico / D.C.

Hace cien años, en su yate Electra, Guillermo Marconi estuvo navegando frente a nuestro litoral realizando pruebas y experiencias con la radio de abordo. Para ello, en repetidas ocasiones se puso en contacto la Telegrafía sin Hilos de nuestra capital que siguió atentamente las instrucciones del inventor.

El 20 de mayo de 1921, avisado un redactor de Diario de Cádiz, éste aprovechó para hablar con el inventor italiano y comunicarle el acuerdo municipal, a propuesta del concejal Simón Esquivel, de dar su nombre a una calle de Cádiz. Marconi agradeció el acuerdo y desde el propio yate dirigió un radiograma al alcalde de la ciudad. Así lo contó este rotativo: “Hemos conocido nuevas noticias acerca de las experiencias que realiza el sabio Marconi, en su yate Electra. Anoche desde las proximidades de Cabo Trafalgar, hasta frente a Cádiz, realizó pruebas con éxito, para lograr sus propósitos de establecer el servicio de Telefonía Sin Hilos entre Italia e Inglaterra.

El matrimonio Marconi en el muelle gaditano en 1924. / D.C.

Esos mismos ensayos los realizó después durante la madrugada muy cerca del Cabo de San Vicente y costa de Portugal. Después se supo que el Electra tomó rumbo hacia el Cabo de Finisterre y desde allí se desplazó a Southampton (Inglaterra). “Cuando el inventor Marconi llegue a dicho puerto se conocerán los detalles de los nuevos y siempre portentosos trabajos que lleva a cabo causando la admiración general, que seguro han de tener un gran alcance científico e interés mundial”, destacó el Diario hace un siglo.

El 1 de septiembre de 1902, Diario de Cádiz entrevistó al italiano en su primera visita a Cádiz. A las tres de la tarde de ese día fue visto por el vigía de guardia el acorazado Carlo Alberto, entre cuyos palos estaban instalados los artefactos y las largas antenas con las que realizaba sus asombrosas transmisiones.

El buque de Marconi llegó a Cádiz desde Ferrol, fondeando en la Punta de San Felipe. Seguidamente vino a tierra un bote con dos oficiales para recoger la correspondencia que había en Correos para los tripulantes del barco. Un redactor de este Diario subió a bordo, siendo amablemente recibido por “este joven e ilustre hombre de ciencia”. En su crónica el periodista dijo que su estancia en el acorazado se debía a una serie de comunicaciones que, desde alta mar, había realizado con estaciones británicas. “Ya en el barco, el científico Marconi, que aparenta tener unos 26 años, vestía un terno color azul marino y gorra inglesa. Cádiz me agrada extraordinariamente vista desde el mar -dijo- he venido admirando su blanco caserío desde que estamos a la vista". Marconi explicó que todos los días comunica desde alta mar con las estaciones de la costa de Inglaterra, cruzando despachos telegráficos a grandes distancias sin dificultad alguna. De hecho ha comunicado a 1.500 kilómetros de la estación inglesa. En cuanto al sistema de telegrafía sin hilos del Comandante de Ingenieros Español señor Cervera, dijo que conocía al militar gaditano pero no su sistema. Marconi pensaba descansar un rato y después de comer bajar a tierra para visitar la población y acudir al teatro”.

Tras las pruebas, el científico acudió al Teatro Principal acompañado por el general Ceballos. Sobre las once de la noche Marconi se retiró al buque italiano, desde donde deseaba realizar experimentos hasta el amanecer, pues, según manifestó, “durante la noche las condiciones atmosféricas hacen que resulte más fácil el envío de despachos”.

En su última escala, el 4 de septiembre de 1924, Marconi fue recibido en el Ayuntamiento de Cádiz por una lucida representación de autoridades de la capital y provincia. El ilustre italiano, que se alojaba en el buque Electra atracado en el Muelle, recorrió la capital gaditana, donde visitó sus célebres establecimientos de antigüedades, comprando diversos artículos, entre ellos dos mantones de Manila.

En su honor se ofreció un banquete en el Balneario.

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