Los comercios de Cádiz que deben inmortalizar su esencia

Patrimonio etnológico

Numerosos locales de la ciudad están protegidos en el PGOU hasta el punto de que deben mantener su actividad o, en su defecto, los elementos que los hacen únicos

El Salón Italiano Café se fundó en 1940.
El Salón Italiano Café se fundó en 1940. / D.C.

La historia de Cádiz es la de los acontecimientos vividos en sus calles, en sus emblemáticos edificios y la que sus gentes han protagonizado en esos añejos comercios de los que nuestros abuelos ya nos hablaban y que el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU)obliga a inmortalizar, al menos en esencia.

Desde el Pay Pay hasta la Heladería Salón Italiano, pasando por el Bar Brim, la Freiduría Las Flores, la Panadería El Molino, la Mantequería Miña Terra, la Cepa Gallega, Casa Hidalgo, Casa Serafín... decenas de establecimientos disponen de un apartado especial en el PGOU que establece de qué forma deben permanecer e inmortalizar su huella como parte de nuestro patrimonio etnológico. Si bien, no todos la han mantenido tal y como recoge la normativa. A continuación les mostramos algunos de estos comercios históricos protegidos.

Heladería Salón Italiano

Entre los locales más emblemáticos de la ciudad se encuentra el que ocupa la famosa heladería popularmente conocida como los Italianos, que debe mantenerse siempre al servicio de la hostelería, en su especialidad de heladería, cafetería o confitería. De hecho, desde 1862 hasta los años 20 estuvo vinculada a la tradición dulce, como tienda de chocolates y cafés Matías López, la Confitería Francesa, y a partir de 1940 como Heladería Salón Italiano, donde se inventó la especialidad del topolino y en la que se mantiene su arquitectura. Abrió de la mano de Arturo Campo y su mujer, que era italiana, y siempre abre por primavera y cierra por el otoño.

Café Bar Liba

Interior del Bar Liba, en calle Ancha con San José.
Interior del Bar Liba, en calle Ancha con San José. / Jesús Marín

Fundado en 1938 en la calle Ancha, este bar decorado con carteles y fotos taurinas ha sido históricamente un punto de parada para los desayunos del comercio y la banca de la zona, y muy concurrido en las fiestas de la ciudad. Su valor etnológico crece en cuanto a que la misma familia lo ha regentado durante décadas, por lo que el PGOU establece que se mantenga vinculado a la restauración y hostelería.

Bar la Estrella

Dionisio Llaca, fundador de la peña.
Dionisio Llaca, fundador de la peña. / Joaquín Hernández Kiki

Vinculado históricamente a la fiesta grande de Cádiz, el Bar la Estrella, sito en la plaza de Candelaria, acogió en 1959 la fundación de una de las peñas carnavalescas más emblemáticas. En 1977 organizó en la plaza uno de los eventos más multitudinarios del Carnaval de Cádiz, el frito popular gaditano, celebrado el Domingo de Piñata. Por todo, se propone que mantenga su uso vinculado ala restauración y la hostelería.

Pay Pay

El Café Teatro Pay Pay.
El Café Teatro Pay Pay. / D.C.

Si en los años 30 ya existía este local que entonces era un cabaret nacido al calor del trasiego portuario, de militares y estudiantes en la ciudad, en los 80 se cerró como club y resurgió como cafetería teatro. Su protección etnológica reside en su singularidad como único local superviviente de aquellos clubes, cabarets o salas de fiestas surgidas en el XIX. Por este motivo, este establecimiento de la calle Silencio, 1, en pleno barrio del Pópulo, debe mantener los usos relacionados con el espectáculo y su historia debe ponerse en valor con señalización informativa.

Antigua Cueva del Pájaro Azul

Entrada al portal del edificio de la Cueva del Pájaro Azul.
Entrada al portal del edificio de la Cueva del Pájaro Azul. / Almudena Torres

Precisamente la antigua Cueva del Pájaro Azul es uno de los establecimientos que está a punto de recuperarse, aunque su finalidad no está estrechamente vinculada al flamenco, tal y como fue concebido, sino a la cultura y la gastronomía. En los 60 y 70 este local se convirtió en un templo del flamenco y todas las grandes figuras desplegaban su arte en este bar ubicado en el sótano del número 39 de la calle San Juan. Por ello, el PGOU propone rehabilitarlo con un uso que permita vincularlo al flamenco y la puesta en valor a nivel informativo.

Casa Manteca

Imagen de Casa Manteca.
Imagen de Casa Manteca. / Fito Carreto

Es uno de los locales más conocidos e internacionales de Cádiz, pues raro es el medio de comunicación que no lo destaque por la singularidad de la taberna y personalidad de su fundador, José María Ruíz 'el Manteca'. Este establecimiento ha sido y es punto de encuentro de personajes del toro, el Carnaval y el flamenco que han protagonizado entre sus paredes tertulias al calor de los vinos, salazones y las chacinas que ofrecen en papel de estraza. Por todo esto, el plan general indica que mantenga por siempre los usos de hostelería y la fisionomía interior del local, así como señalización informativa de su historia.

Café Brim

El mítico Bar Brim, al lado de Casa Serafín, también protegido.
El mítico Bar Brim, al lado de Casa Serafín, también protegido. / Fito Carreto

Fundado en 1956 por el montañés Antonio Díaz González, está considerada como una de las cafeterías de Cádiz de mayor prestigio a la hora de servir el café, manteniendo además el aspecto de los cafés de toda la vida en su rincón de la calle Compañía. La singularidad y prestigio de este lugar hace que el PGOU considere que perpetúe su uso hostelero en su especialidad de café y cuente con señalización informativa de su historia.

Café Churrería La Marina

Los tradicionales churros con chocolate de La Marina.
Los tradicionales churros con chocolate de La Marina. / C.C.A.

Ya en el siglo XVIII el local que ocupa la mítica cafetería churrería de la plaza de las Flores era un despacho de bebidas, para convertirse en el XIX en cafetería e incorporar en el XX la churrería. La historia de este establecimiento no se podrá desligar por tanto en un futuro de este uso hostelero destinado a churrería y tendrá que ponerse en valor su contenido etnológico. También se recomienda la misma preservación de establecimiento para venta de churros del mítico puesto de La Guapa.

Freidurías: Las Flores, Veedor, Europa

La freiduría Las Flores, en la plaza que lleva el mismo nombre.
La freiduría Las Flores, en la plaza que lleva el mismo nombre. / Fito Carreto

Los freidores constituyen también una de las señas de identidad de la hostelería y gastronomía gaditana. Su forma de exponer en una vitrina de cristal el género recién frito es todo un referente y reclamo no sólo para turistas, sino también para los gaditanos. Por este motivo, estos locales deben mantener su uso hostelero que permita la continuidad de pescado frito del freidor.

Taberna La Manzanilla

La Taberna la Manzanilla es punto de encuentro de ilustres visitantes.
La Taberna la Manzanilla es punto de encuentro de ilustres visitantes. / Jesús Marín

La fundó el bodeguero sanluqueño Manuel Barón en 1898 para venta de manzanilla y en 1942 se convierte en pequeña taberna cuya esencia todavía persiste, siendo regentado por varias generaciones de la familia José García Harana. El local sito en la calle Feduchy, que además atesora tres botas de vino con más de dos siglos, debe mantener preferentemente un uso vinculado a la cultura del vino.

Hornos y obradores

Antiguo Horno la Gloria.
Antiguo Horno la Gloria. / Fito Carreto

Las panaderías y hornos tienen también su lugar en este catálogo por la forma en que han preservado la labor de este gremio. Algunas aún sobreviven y para las que no lo hacen se recomienda que en estos locales se perpetúe el oficio de obrador o, en su defecto, la preservación de la maquinaria antigua de valor etnológico. En el listado figuran El Molino, La Rosa de Oro, La Palma, así como la mítica La Gloria, que ya cerró.

Casa Hidalgo

Los regentes de Casa Hidalgo y la maestra respostera.
Los regentes de Casa Hidalgo y la maestra respostera. / Lourdes de Vicente

La mítica pastelería de la plaza de la Catedral, especialista en empanadas gallegas, el turrón y otros muchos dulces artesanos tiene su origen a inicios del siglo XX, de la mano de un montañés que en los años 20 abrió un estanco y un ultramarinos. Sus hijos se hicieron cargo de los negocios en los años 50, en plena crisis, siendo Pedro Hidalgo y su esposa Maruja quien levantó el ultramarinos introduciendo estos productos estrella con tanta fama. La calidad artesanal de sus productos elevan su valor, de modo que el negocio debe estar siempre vinculado a la pastelería o, en su defecto, mantener el mobiliario y la maquinaria.

Otros inolvidables

El listado de establecimientos de gran valor etnológico es bastante extenso. También recoge el nombre de míticas mantequerías como el Ultramarinos Santa Inés, Barreda, Tienda Honda, la Cepa Gallega, la Posada del Mesón, Confitería Maype e históricas farmacias, entre otros tantos, para los que se recomiendan la preservación de sus mismos usos o la preservación del mobiliario y la antigua maquinaria.

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