La estética del carril bici impacta en algunos tramos del casco histórico
Movilidad
El pavimento en verde con la valla metálica protectora es la solución que más choca visualmente en un tramo de la Alameda, otro de la Caleta y las Puertas de Tierra, frente a los botones de señalización usados de forma más sutil
El carril bici le viene bien a esta ciudad. La hace más amable, accesible a los ciudadanos y menos contaminada. Le hace bien, si no fuera por el eterno problema de aparcamiento y la poca delicadeza a la hora de plantarlo en espacios protegidos de nuestro patrimonio histórico, donde su estética irrumpe en algunos de los tramos del casco antiguo, fundamentalmente.
No puede ser lo mismo el diseño de esta vía en Juan Carlos o la Avenida, que en las Puertas de Tierra, la Caleta o la Alameda, que son justo los puntos donde su imagen no parece la más acertada. Básicamente, por el color verde elegido para el pavimento y la baranda metálica que bordea algunos acerados, frente a la implantación de botones para señalar algunas zonas para aminorar el impacto.
El recorrido
En verde y metal se presenta el carril bici a su paso por las Puertas de Tierra, convirtiéndose en uno de los lugares donde más llama la atención, al ubicarse en el entorno de las fortificaciones, que son BIC (Bien de Interés Cultural). Bajo el arco interior más cercano a la carretera se levanta la valla metálica y el pavimento en verde, que aunque afea, parece que responde a cuestiones de seguridad, pues la bici circula en dirección contraria a los vehículos, según apunta Rocío Plasencia, arquitecta y fundadora de la Consultora i-CITE que trabaja fundamentalmente en el campo del urbanismo, la movilidad y la intervención en el espacio público.
El carril continúa con este diseño similar en las Cuestas de las Calesas, donde choca esta solución en la principal entrada de esta vía al casco antiguo por su perímetro, por su ubicación entre las murallas y el barrio de Santa María.
Hacia el otro lado de las Puertas de Tierra el carril conduce hasta el Campo del Sur, primero, tras los edificios de la Casa de Iberoamérica y el colegio Campo del Sur, para continuar posteriormente por este paseo totalmente ya a la vista con este mismo aspecto, pero ya sin valla en casi todo el borde marítimo, aún en construcción a la altura de la Catedral. La valla se levanta a la altura del Baluarte de los Mártires llegando a La Caleta y del colegio Santa Teresa, para volver a desaparecer en todo el tramo del paseo Duque de Nájera, que enmarca la coqueta playa del centro urbano.
Curiosamente, la sutilidad regresa a la altura del Parador Hotel Altántico, donde el carril se señala con botones, que es la fórmula elegida cuando se pretende un impacto menor y que se ha utilizado en lugares como éste, tramos cercanos a la muralla como la calle Fernando el Católico y la parte peatonal del Paseo Marítimo. Si bien, este sistema "crea confusión entre peatones y ciclistas y alguna que otra confrontación", explica Rocío Plasencia, "aunque quizás sea cuestión de tiempo, información y pedagogía por parte de la administración".
Por el Parque Genovés, el carril cruza ya la calle y se aleja de la reja del parque atravesando toda esta avenida por la parte de los edificios, para meterse por la Alameda de nuevo con botones en el firme a la altura del Baluarte de la Candelaria, frente a la iglesia del Carmen.
Continúa el carril por el resto de la Alameda, causando mayor impacto debido a la valla metálica protectora a la altura del monumento hasta alcanzar la calle Buenos Aires, para continuar sin ellas por el resto del paseo, hasta llegar a la altura del Balandro. En este punto el carril continúa con prioridad preferente para el peatón por la calle Fermín Salvochea, que conecta con la plaza de España, pendiente de su futura peatonalización.
Resulta llamativo que numerosos tramos del carril a su paso por Extramuros ofrece una estética que desentona menos, optando por el cambio de firme en el mismo color del asfalto.
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