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Lo que está pendiente por hacer en las fortificaciones de la ciudad, en el sentido de darles un uso que reporte riqueza cultural, social y económica a Cádiz, es tanto que ahora incluir una nueva propuesta de actuación parece una ironía.
Pero ahí está: Aguas de Cádiz emprende un ambicioso proyecto para recuperar técnicamente la fuente de la Puerta de Tierra y potenciar sus usos, y en el proceso sale a la luz (ya controlado por ellos) las bóvedas del siglo XVIII que soportaban el acceso a la ciudad de intramuros. En perfecto estado y con los lienzos tal cual estaban cuando comenzó el derribo de los glacis y el relleno de todo este frente urbano.
La empresa municipal ya tiene su proyecto para que este tesoro histórico no se oculte.proyecto para que este tesoro histórico no se oculte Pero para ello, evidentemente, hace falta un dinero que Aguas de Cádiz no tiene hoy, metida como está en obras en la red.
En toco caso, ahí tiene el Ayuntamiento una tarea más que sacar adelante en uno de los tesoros de la ciudad, todo el frente de la Puerta de Tierra (como una parte de sus fortificaciones), que no por denunciado una y otra vez deja de ser un elemento esencial en la apuesta de Cádiz por su patrimonio, la cultura y el turismo que permanece ignorada y, en muchos casos, abandonada sin que se actúe sobre ella.
Sin entrar en lo incomprensible que resulta que una ciudad, y las administraciones que la gestionan, no mime este tesoro, hay un listado extenso de proyectos a realizar y de otros a mejorar que deberían de haberse acometido ya, o al menos contar con un plan director en marcha para mejorar su gestión, planificar sus usos y buscar financiación.
Al filo de terminar el segundo mandato de José María González como alcalde de la ciudad, que en una de sus primeras entrevistas como regidor a este diario priorizó la recuperación de las fortificaciones como un elemento dinamizador de Cádiz, se ha afrontado la creación de un centro de interpretación de las murallas en una parte del torre de la Puerta de Tierra.
Financiado en parte con fondos europeos, el complejo debería de haber estado abierto a principios de este año, e incluso asumiendo los retrasos habituales en las obras públicas, haber aprovechado la temporada de verano, con la ciudad llena de turistas, para su puesta en funcionamiento.
Sin embargo, se indica desde el Ayuntamiento que hasta el próximo mes de septiembre no se contará con el pliego de condiciones para adjudicar la gestión de este nuevo centro. La idea es que funcione como el Yacimiento Gadir, gestionado por una empresa privada pues desde el gobierno municipal se reconoce que no tienen equipo humano para llevarlo por su cuenta.
De esta forma nos ponemos ya en el último tramo del año para disfrutar de este proyecto. Aunque se indica que toda la instalación está terminada, queda por ver si se incluye en esta operación el adecentamiento de la planta baja del torreón, que funciona como acceso al mismo. Hoy está en mal estado de conservación, lógicamente tras meses cerrado por las obras superiores, por lo que cabe pensar, y esperar, que se actuará previamente sobre el mismo, habilitando información de este recinto.
Por si fuera poco, y como reconocía el propio Ayuntamiento, el paseo superior no se adecentará en su totalidad, pues el coste del proyecto se comió toda la partida. Otra cosa será que se utilicen fondos municipales para arreglar los desperfectos que se localizan en este paseo, modernizar puntos de luz, mobiliario urbano y señalética. Aunque lo cierto es que vista la tendencia de este gobierno de gastar poco, esta necesaria actuación podría quedar relegada a tiempos mejores.
El frente de Puerta Tierra mantiene también dos espacios de mucha visibilidad que necesitan también una actuación urgente, y que permitiría abrir los mismos al disfrute de propios y extraños.
Por una parte está el foso del Pelícano. Al inicio del verano el alcalde dio la orden de desalojo de los sin techo que habitualmente acampaban, a veces de forma masiva, en estos jardines a pie de una muralla BIC y considerada Monumento Nacional hace medio siglo.
Dejando a un lado las necesidades de este colectivo, era evidente que dejarlos donde estaban no mejoraba su calidad de vida, ni solucionaba sus problemas. Y, a la vez, daba imagen de abandono a un lugar histórico por parte del Ayuntamiento.
Este desalojo no ha ido acompañado de la recuperación de los jardines. Aunque se mantienen al igual que el resto de las zonas verdes de la ciudad, tiene un nulo aprovechamiento: sin iluminación, sin bancos para descansar y sin papeleras. El acceso al foso está en precario, especialmente los escalones, y sigue sin arreglarse el tramo de la balaustrada que da a la avenida de Bahía Blanca y tuvo que reforzarse para evitar su desplome.
Por si fuera poco, buena parte del foso se utiliza como parque canino (bien cerca están los terrenos del aparcamiento de Renfe, donde se podrían habilitar este equipamiento), aunque muchos de los perros utilizan para correr todo el jardín.
Por otra parte está el frente de las bóvedas de Santa Elena, que este Ayuntamiento cerró también como forma de evitar la presencia de los sin techos. Se pierde así un espacio urbano a utilizar para actividades culturales y lúdicas.
Actividades que podrían estar relacionadas con el vecino Museo del Títere.
Más allá de la lógica de acoger en las bóvedas un museo con este contenido (y lo mismo pasa con el Litográfico), de nula relación con la muralla, lo cierto es que estos dos centros culturales están infrautilizados, uno con parte del mismo vacío y otro necesitado de un proyecto museístico más moderno.
Lo cierto es que todas las bóvedas que conforman el frente de la Puerta de Tierra tienen un uso ajeno a la historia de la misma: desde oficinas municipales, a naves a modo de trasteros, pasando por bóvedas vacías y muchas ocupadas por entidades privadas como talleres, bares, peñas y asociaciones carnavalescas.
Más allá de las tasas que el Ayuntamiento pueda ingresar por el alquiler de estas dependencias municipales, poco obtiene la ciudad, de forma global, por las mismas.
Falta una visión más ambiciosa de esta parte de la muralla. Basta con viajar un poco, o buscar documentación, para ver cómo otras ciudades con fortificaciones aprovechan las mismas como referentes culturales e históricos, sin que ello les reste la posibilidad de ubicar tiendas y bares bien diseñados como complemento de una oferta que debe estar relacionada con la historia de Cádiz.
Asumiendo que la ciudad carece de un museo o centro de interpretación de estas características, bien podría ir por ahí el desarrollo futuro del frente de Puerta Tierra.
Para ello hacen falta ideas e imaginación. Y dinero. Atendiendo a que estamos hablando de un BIC es indispensable la implicación de la Junta de Andalucía y del Ministerio de Cultura, aunque vista la escasa suerte de esta ciudad con equipamientos abandonados como el castillo de San Sebastián o la tercera fase de la ampliación del Museo Provincial, no es de esperar una respuesta positiva de estas administraciones.
Buscar dinero en fondos europeos, como se consiguió para el torreón, es la alternativa principal. Y utilizar, ya puestos, una parte de lo obtenido por la venta del hotel del Estadio y del millonario remanente de tesorería.
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