El falso problema del turismo con la ciudad de Cádiz

Más allá de la incidencia de los nuevos modelos de alojamiento, el número de visitantes ha aumentado de forma comedida en los últimos años

Desde 2016 el crecimiento de plazas para visitantes se ha concentrado especialmente en los pisos turísticos

Más de 2.000 personas se manifiestas en Cádiz en contra del "turismo masivo"

Turistas por la plaza de San Juan de Dios en Cádiz.
Turistas por la plaza de San Juan de Dios en Cádiz. / Lourdes de Vicente

No hay constancia de que turistas de visita por Cádiz hayan provocado altercados en la ciudad, hayan agredido a sus vecinos, destrozado su mobiliario urbano, dañado su patrimonio o robado en sus tiendas. 

Sólo en contadas ocasiones alguna denuncia contra ocupantes de pisos turísticos por celebrar en los mismos fiestas a altas horas de la noche. 

Ya puestos, son más las quejas por el ruido que generan los vecinos de la propia ciudad en tiempos de Carnaval o en las grandes celebraciones deportivas del Cádiz, por ejemplo.

Tampoco hay señales de colapso peatonal en las calles y plazas de la ciudad, ante la avalancha de miles de turistas, como sí ocurre en Sevilla o Granada. Y por poner, sólo se detectan colas en el acceso a la Catedral. En el resto de los museos y equipamientos culturales, el gaditano no tiene problema para entrar con celeridad. Si quiere visitarlos alguna vez, claro.

Incluso en días de lleno de cruceros en los muelles de la ciudad, sólo puede ser molesto circular por calles como Compañía o Pelota, especialmente por su estrechez. Pero siempre hay circuitos alternativos para quienes tienen prisa. Así que, en esta cuestión, la turismofobia se diluye con la realidad.

Una ciudad que quiere apoyarse en el turismo como una de sus patas de crecimiento, adolece de estudios oficiales sobre el número de visitantes que recibe cada año, más allá de los que aporta el INE sobre la ocupación hotelera y el puerto sobre la llegada de cruceros. Quedan fuera los usuarios de los pisos y apartamentos turísticos, los que ya tienen una segunda residencia para el verano, y los que llegan en excursiones para pasar un día de playa.

El año pasado, con los récord de clientes hoteleros (286.112) y de cruceristas (679.765), la cifra de turistas superó el millón sin grandes problemas. 

Las cifras están aún muy lejos de las grandes capitales del turismo andaluz. Si aquí contamos con el beneficio de nuestras grandes playas, adolecemos de una política de atención y potenciación de nuestro patrimonio histórico, que allí donde sí se cuida se convierte en un imán de atracción de un turismo de mayor calidad y más gasto en la ciudad.

Con todo, hay un evidente aumento en el número de turistas que, hasta junio, seguía al alza en este 2024.

Si utilizamos datos de 2008, poco antes de la crisis económica global que ralentizó el crecimiento del turismo hasta el récord de 2019 (el año previo a la pandemia de coronavirus), Cádiz ha experimentado un aumento de visitantes, aunque concentrando su mayor aumento en los cruceristas (turismo de un día, por otra parte).

52.000 clientes hoteleros más que en 2008

En 2008 los hoteles de la ciudad acogieron a 234.243 clientes, 52.000 menos que en 2023. Teniendo en cuenta que han transcurrido quince años entre las dos fechas, no puede considerarse un aumento exagerado. Un incremento curiosamente sustentado sobre el turismo internacional que pasó de apenas 59.256 en 2008 a 107.891 el año pasado. 

Eso sí, las pernoctaciones crecieron de forma notable, de 459.229 a 681.395.

Si nos centramos en el turismo hotelero, hace tres quinquenios fueron 1,87 turistas por gaditano, frente a los 2,55 turistas por vecino en 2024. Una diferencia debido al contenido aumento de este tipo de visitantes y a los 16.000 habitantes menos de la ciudad.

Esta cifra nos sigue situando detrás de Granada, Sevilla, Málaga y Córdoba. Que estemos por delante de Almería y Huelva se debe más al reducido censo de la ciudad, aunque la capital onubense tampoco despunta como ciudad turística, al igual que Jaén.

Hay otro dato que hay que tener en cuenta y que marca una tendencia muy positiva para la ciudad: la desestacionalización en cuanto a usuarios hoteleros. Este año, por primera vez, se están rozando e incluso superando los 30.000 clientes por mes, una cifra sólo alcanzada hasta ahora en la temporada estival. El aumento de la oferta hotelera (unas 1.000 camas más que hace dos años) ha ayudado a ello, pero sobre todo la buena imagen de la ciudad en el exterior. Y, más aún, su excelencia climática frente a los calores o fríos de otros referentes del turismo nacional.

Este aumento, contenido que no exagerado, del turismo en la ciudad también se ha notado en el empleo. 

En 2022 la Junta cuantificaba en Cádiz capital 2.897 establecimientos centrados en la hostelería (859) y el comercio (2.897), los primeros 100% dependientes del turista, mientras que los segundos, especialmente en tiendas muy concretas, también beneficiados por la presencia de visitantes. Hay que tener en cuenta que la pérdida de población de la capital (40.000 vecinos en tres décadas) no ayuda al comercio de la ciudad.

En septiembre de 2022 la oficina de empleo tenía a 1.772 demandantes de trabajo en el sector de la hostelería. Doce meses después se bajó a 1.332 y si se mantiene la tendencia a la creación de empleo en la ciudad, el próximo septiembre podría quedarse en el límite del millar. Lo mismo pasa en el sector de alojamientos, con un descenso de solicitantes de trabajo en un centenar entre 2022 y 2023, por lo que terminada la temporada estival de este año podrían quedar unos 140 demandantes.

El INE refleja que el sector hotelero tuvo un empleo medio en 2008 de 393 trabajadores, frente a los 522 de 2023. Este dato aumenta si tenemos en cuenta el empleo indirecto que se genera.

Con unas y otras cifras, es evidente que la turismo crea riqueza en la ciudad: llena los hoteles, llena los bares y restaurantes (que en estos años han aumentado en número, en calidad y en mejora de sus diseños), y aporta ingresos a una parte notable del comercio para poder aguantar los meses bajos del año. Habría que esperar que esta mejora en los ingresos empresariales se refleje en una mejora de las condiciones laborales de los trabajadores, que a la vez implican un mayor gasto en la economía de la ciudad.

La turistificación también ha ido en paralelo a un aumento de la ocupación de la vía pública por las terrazas de bares y restaurantes en numerosas ciudades. Es un problema especialmente grave en Sevilla que en Cádiz se supo contener con normas municipales más estrictas, aunque no siempre cumplidas al cien por cien.

Turistas, de paseo por la ciudad.
Turistas, de paseo por la ciudad. / Julio González

La llegada de los pisos y apartamentos turísticos

Pero el análisis sobre la realidad del turismo en Cádiz se queda sustancialmente cojo si se deja fuera la notable incidencia que en el mismo ha tenido la llegada de los pisos y apartamentos turísticos.

Los datos dejan claro que el turismo hotelero, aún al alza, no genera suficiente movimiento para llenar nuestra ciudad y acercarla a la turistificación. Y que el crucerista es turista de un día, e incluso de unas horas, y los 600.000 del pasado año tal vez no se repitan en 2024.

Así que toda esta percepción de una ciudad que, según algunos, comienza a agobiarse por el turismo, se sustenta sobre todo por la llegada de dos modelos de alojamiento: los pisos y los apartamentos turísticos (lejos estos del clásico concepto de Isecotel).

Aunque el concepto de piso turístico nació en Estados Unidos en 2008 con la creación de Airbnb, la legalización de este sistema llegó a Andalucía en 2016, con la imposición de un registro por parte de la Junta.

Hoy, tras la “limpieza” de los últimos meses, a fin de cumplir con la ordenanza municipal aprobada en octubre de 2022, hay registradas 2.498 viviendas de uso turístico (en 115 de ellas, en base a alquiler solo de habitaciones), con 11.955 plazas.

Está pendiente la elaboración de un estudio que fije el número exacto de VUT que están en funcionamiento. Hay inversores que las sacan del mercado sin anular el registro de la Junta. El sector calcula que entorno al 20% de estas viviendas ya no son alojamientos turísticos.

Pero también hay divergencia con los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística, que en febrero pasado fijaba un censo de 1.641 VUT con 6.999 camas. Sea un dato u otro, es una cifra muy elevada, y más atendiendo a la población de la ciudad y a su tamaño.

Aún aceptando como correcto el dato del INE, este implica 7.000 camas extras. Casi el doble de la oferta hotelera en la ciudad (48 establecimientos y 3.819 camas). Y a esa cifra le podemos añadir las 1.545 camas que ofertan los 48 apartamentos turísticos que funcionan en la capital.

Es decir, contamos con 9.000 camas extras al tradicional mercado hotelero. No hay datos oficiales, pero sin duda iráb parejos, en incluso por encima, de la ocupación media de los hoteles. Y ello implica varios miles más de turistas de “más de un día” en la ciudad. 

Hay que destacar que en pocos años ha crecido de forma notable la oferta hotelera, con un aumento de un millar de camas. Ello ha permitido rebajar el déficit que tenía Cádiz en este modelo de alojamiento respecto a otras ciudades y capitales del entorno. Quedan por abrir otros centros hoteleros, entre ellos los dos primeros con categoría de cinco estrellas.

En el estudio que se haga sobre la oferta de alojamientos en la ciudad habrá que calibrar también el funcionamiento de las viviendas y apartamentos turísticos fuera de temporada, y de las semanas de Carnaval y Navidad. Es esencial romper también una posible estacionalidad, ya que se está venciendo poco a poco en el sector hotelero.

La ruptura de la estacionalidad es esencial para el sector, así como para el comercio y restaurante y bares. Se evita concentrar el turismo en unas semanas, y se reparte y se aumenta el beneficio a lo largo de los doce meses del año. A la vez, el impacto visual del visitante se relaja para los vecinos más críticos, dejando solo las puntuales aglomeraciones que se producen cuando coinciden varios grandes cruceros en el muelle.

La relación entre el gaditano y el turista ha sido históricamente amable, sin mayores problemas.

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