Preliminares COAC
Orden de actuación

Festival marítimo en la Bahía de Cádiz

Historias de Cádiz

Verano de 1897: Numerosas embarcaciones iluminadas a la veneciana

Focos eléctricos del crucero Emperador Carlos V

Actuación de la popular comparsa Los Claveles

El crucero Emperador Carlos V, construido en los astilleros de Vea Murguía.
El crucero Emperador Carlos V, construido en los astilleros de Vea Murguía. / D. C.

Cádiz/Benito Arroyo Gil fue uno de los grandes alcaldes de Cádiz del siglo XIX. A su labor se deben numerosas reformas urbanas, como el actual diseño de la Plaza de Mina , como bien recuerda una placa situada en la fachada de una de sus casas. También fue un alcalde que promocionó el turismo fomentando la temporada de baños y organizando atractivos festejos populares.

Benito Arroyo era de una familia extremeña que había venido a Cádiz para acompañar al canónigo Benito Gil Ruiz. Estudió en nuestra Facultad de Medicina, donde se licenció en 1876. Tras varios años de profesor fue nombrado en 1894 catedrático de Patología general. Poco después y a solicitud de numerosos vecinos, accedió a la Alcaldía de Cádiz.

En el verano de 1897 el Ayuntamiento de Cádiz, presidido por Arroyo, procedió a la inauguración del nuevo diseño de la Plaza de Mina y a la colocación, por vez primera, de su alumbrado eléctrico. Catorce enormes farolas fueron colocadas estratégicamente en la plaza para no dejar ningún rincón sin suficiente luz. Días antes, un grupo de señoras había firmado una carta abierta al alcalde para que la colocación de este alumbrado llegara hasta los rincones más ocultos de la plaza, donde “algunas parejas de enamorados escandalizan con sus conductas y atentan contra las buenas costumbres que siempre han existido en nuestra ciudad”.

Para la inauguración de la plaza llegaron las bandas de música de los Regimientos de Álava y Pavía, con sede en las Puertas de Tierra. Ambas bandas atacaron la Marcha de Cádiz, que fue coreada por todos los presentes.

Benito Arroyo dejó la Alcaldía pocos días más tarde, pero continuaron adelante los programas de festejos organizados por su equipo. Además de la tradicional Velada de los Ángeles, el municipio organizó otros festejos como la llamada Fiesta del Comercio, de la que hablaremos en otra ocasión, corridas de toros, carreras de caballos y un excepcional Festival Marítimo que causó la admiración de gaditanos y forasteros.

Uno de los objetivos de esta fiesta marítima era el empleo de la luz eléctrica desde los buques y embarcaciones situadas en la bahía. La mayoría de las casas de Cádiz no contaban con electricidad y solamente algunas calles y plazas, como la recientemente inaugurada de la Plaza de Mina, contaban con alumbrado eléctrico. El efecto de los focos de luz sobre la ciudad resultaba algo fantástico para los gaditanos de finales del siglo XIX.

Los grandes buques, iluminando Cádiz

El Ayuntamiento contó con la colaboración de la Marina, de la Compañía Trasatlántica y del Círculo Mercantil e Industrial para la organización de esta fiesta marítima nocturna. La idea principal era que algunos grandes buques de la Marina, como el crucero Emperador Carlos V y otros barcos, lanzaran sobre Cádiz sus potentes focos eléctricos. Otros buques más pequeños y botes se situarían en las dársenas formando caprichosas formas geométricas, mientras numerosos botes con público darían paseos por muelles y bahía.

Desde la punta de San Felipe hasta los astilleros de Vea Murguía fueron colocados varios candrays y botes pequeños iluminados a la veneciana, es decir, con farolillos de colores con una luz en su interior. Estos botes marcaban el límite exterior del festival. En las dos dársenas existentes entonces fueron colocadas algunas bateas también con profusa iluminación eléctrica. En el espigón de San Felipe, en el muelle de la Comandancia de Marina y aguaduchos y en el espigón cercano al astillero fueron colocados hileras de barriles embreados que daban fantástico aspecto al recinto portuario.

Sillas, gradas y casetas en la muralla para presenciar la fiesta marítima

Para contemplar el espectáculo fueron colocadas sillas y pequeñas tribunas en la muralla, desde la actual Diputación hasta el Baluarte de los Negros. En esta muralla, frente a San Juan de Dios y Fábrica de Tabacos, fueron colocadas cuatro casetas; una para autoridades, otra para el Casino Gaditano, otra para el Centro Mercantil y otra para los centros militares. También fueron autorizados para colocar puestos de bebidas, buñuelos y flores a los que así lo solicitaron previamente.

La velada comenzó a las nueve de la noche, si bien los muelles y la muralla estaban atestados de público desde las ocho. Hasta Cádiz llegaron varios trenes con más de treinta vagones repletos de pasajeros. Previamente se habían recibido telegramas de Tarifa informando que el levante no haría acto de presencia.

El coro Los Claveles, participante en la fiesta marítima celebrada en 1897.
El coro Los Claveles, participante en la fiesta marítima celebrada en 1897. / D. C.

Encendieron un enorme escudo de Cádiz

Desde una de la bateas del interior de la dársena fue encendido un enorme escudo de Cádiz con Hércules y los leones. Numerosas embarcaciones y cuatro remolcadores, todos con farolillos a la veneciana, fueron los encargados de embarcar al público que quiso dar un paseo nocturno por esas aguas.

A las diez de la noche comenzaron los fuegos artificiales con caprichosas figuras, lanzados tanto desde tierra como desde las bateas y embarcaciones.

La animación se mantuvo hasta bien pasadas las doce de la noche, a pesar de alguna molesta racha de poniente. Varias bandas de música ofrecieron sus composiciones a lo largo de la muralla y hasta hubo baile. El punto más ambientado estuvo en torno a los aguaduchos del muelle, que colocaron numerosas mesas para poder atender a los parroquianos. Allí intervino la famosa comparsa de Los Claveles, de Antonio Rodríguez, que había sido un éxito absoluto en los Carnavales del año anterior de 1896. Las coplas de Rodríguez fueron coreadas por numeroso público.

La prensa de Madrid recogió la celebración de esta velada y de esta manera se cumplió el deseo de que nuestros festejos fueran conocidos en toda España.

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