El gran fiasco del puente de Cádiz: millones de euros para el paso de un tranvía que no existe
EL PASEANTE
La Junta no tiene previsto poner en marcha, por el momento, la segunda línea del metropolitano lo que deja sin uso la plataforma que se construyó para este servicio
La imagen de abandono en la entrada a Cádiz por el puente de la Constitución
El puente más largo de España está en Cádiz
La decisión de la Junta de Andalucía de no ejecutar la segunda línea del tranvía metropolitano, al menos a corto y medio plazo, confirma el fiasco en el que ya se ha convertido la plataforma que, destinado a este transporte, forma parte del puente de la Constitución de 1812.
El proyecto original del segundo puente diseñado por el ingeniero Javier Manterola, incluía dos carriles por sentido para todo tipo de tráfico. En aquel momento el proyecto preveía una inversión superior a los 200 millones de euros.
En medio de esta operación, la Junta de Andalucía trasladó su intención de poner en marcha una segunda línea del tranvía metropolitano. Mucha fe, pues en aquel momento, hace más de una década, aún no se habían terminado las obras de la primera línea, entre Cádiz y Chiclana pasando por San Fernando, que iba acumulando un retraso de años y un importante incremento de costes.
El paso por la avenida de Astilleros
Al final, el Ministerio de Fomento aceptó ampliar el tablero del puente instalando en uno de sus laterales una plataforma con capacidad para dos carriles destinados exclusivamente al tranvía. Este iba a comenzar su recorrido en la avenida de Astilleros de Cádiz, con parada en el Campus de Puerto Real, para después enganchar con el trazado ferroviario ya existentes, hasta culminar en Jerez de la Frontera.
Esta modificación en el proyecto provocó un nuevo retraso en las obras del puente, y disparó su coste, pues esta plataforma suponía un gasto por encima de los 50 millones de euros.
No fue este el primer cambio, costoso en tiempo e inversión, que sufrió el puente (también afectado por varios parones por los recortes presupuestarios). Así, se incluyó la construcción de un tramo móvil, que pagó también Fomento con la condición de que la Junta afrontase el coste del dragado del canal de la Bahía (unos 30 millones de euros) en el caso de que se plantease la construcción de un gran buque en Navantia-Puerto Real, por encima del gálibo de la nuevo paso por la Bahía.
Con todo, en 2015 se inauguró el flamante puente de la Constitución de 1812. Dos carriles de salida de la ciudad para coches, camiones y autobuses, y otros dos carriles de entrada. Y como extra, una plataforma para el tranvía... que aún tardaría unos años en abrir su primera línea.
El uso como carril bici
Ocho años después, la millonaria plataforma sigue sin ser utilizada para la función para la que se construyó. Sólo en los primeros meses de uso del puente se habilitó para el paso de determinados autobuses interurbanos, aprovechando la cercanía de la estación de autobuses en la avenida de Astilleros. Sin embargo, este servicio, que evitaba cruzar toda la ciudad para encaminarse al puente Carranza, duró muy poco.
La construcción de la plataforma para el paso del tranvía también obligó a modificar la gran rotonda de acceso a la ciudad. Así, se habilitó una pequeña rotonda para permitir la conexión del tranvía con la avenida de las Cortes (por donde estaba previsto que iba a discurrir la vía), lo que recortó espacio a un suelo donde se preveía inicialmente instalar una zona de juegos para pequeños y mayores.
Ocho años después, con la millonaria plataforma sin uso y sin expectativas de que algún día entre en funcionamiento la segunda línea del tranvía (la primera supuso un coste de más de 200 millones de euros y más de quince años de obras), queda por ver qué uso se le puede dar a este viario.
Su uso para el transporte interurbano, recortando tiempo de viaje en los trayectos que utilicen la autopista, resta efectividad ciudadana al no recoger al numeroso pasaje que sube y baja a estos autobuses en las paradas de la Avenida, por lo que habría que habilitar líneas para este recorrido específico.
Algunos colectivos plantean incluso su transformación en un carril bici, reclamado como mejora de la movilidad urbana en la Bahía. E incluso como paso peatonal para los que tengan fuerza para subir la pendiente que tiene el puente y que sin duda serviría para convertir al puente de la Constitución de 1812 en una atracción turística, como pasa con infraestructuras similares en Nueva York y San Francisco, cuyos puntos se pueden recorrer a pie.
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