Vehículos pesados dañaron el ficus del Mora
medio ambiente urbano | un árbol emblemático herido
La rama se desgajó por sus cinco toneladas de peso, debilitada por una vieja fisura causada por golpes de camiones
Los temporales de marzo hicieron el resto, según un informe técnico municipal, que certifica la salud del ejemplar centenario
Cádiz/Una vieja fisura provocada por golpes de camiones u otros vehículos pesados dañaron la rama desde hace tiempo, los fuertes temporales de marzo la debilitaron y finalmente cayó por sus propias cinco toneladas de peso. A estas tres causas atribuye un informe elaborado por técnicos municipales, difundido ayer por la Delegación de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Cádiz, el accidente que sufrió la madrugada del domingo uno de los emblemáticos ficus del Mora, en la Glorieta de Carlos Cano, frente a la Caleta. Afortunadamente no hubo que lamentar daños personales.
Del informe municipal se desprende que el más que centenario árbol está sano. Lo que no dice -o al menos no recoge el comunicado- es que las enormes ramas de este tipo de árboles se sustentan de manera natural gracias a unas raíces aéreas que hacen de pies. Y que desde hace décadas se les vienen eliminando, de manera que las toneladas de madera nunca encuentran sostén. Algunas se han apoyado en una especie de muletas de hierro, pero no es el caso de la rama que se desgajó el domingo.
Según se detalla en el informe, el Servicio Técnico Municipal se personó en el lugar tras recibir aviso de la Policía Local, activándose un dispositivo especial con la empresa Licuas, adjudicataria del servicio de conservación y mantenimiento de las zonas verdes de la ciudad, para reducir y eliminar la rama accidentada.
En una primera inspección visual "no se detectaron podredumbres" en el ejemplar, que se encuentra "en buen estado sanitario de conservación". Asimismo, se comprobó que la rama afectada es de grandes dimensiones, con una longitud de entre ocho y diez metros y un perímetro de unos tres metros. Se examinaron los restos, se troceó y se redujo en el punto de inserción cercano al nudo del tronco principal.
Los trabajos selvícolas que se vienen practicando conforme a las necesidades -dice el comunicado- son podas de apertura de copa y mantenimiento, primando la preservación de su estructura aerodinámica, respetando su morfología y, a su vez, procurando la disminución de la incidencia directa de los fuertes vientos que predominan con frecuencia en la ubicación de este ejemplar. Con este tipo de podas selectivas se persigue la disminución del posible "efecto vela" sobre la copa, "que puede dar lugar a posibles roturas y caídas por la incidencia directa del viento".
Incide el informe en que, en un primer análisis visual, no se detectaron defectos previos más allá de los causados por el propio peso de la madera de la rama desgajada. No obstante, examinada la documentación gráfica, los restos de madera y analizados los cortes transversales interiores, se ha observado en la disposición de las fibras "unas pequeñas microrroturas interiores producidas por una fisura antigua, originada probablemente por el golpe brusco de vehículos pesados que hasta hace unos meses transitaban por debajo de la copa del árbol a la altura de la bifurcación accidentada". Esto, unido al peso de la madera de la rama (dada su disposición en ángulo), el propio crecimiento corriente de la copa, así como la incidencia directa de los temporales de marzo, son las causas que identifica el informe como causas del desprendimiento de la rama.
"Por todo ello, se recomienda continuar con los tratamientos que se vienen realizando hasta la fecha -concluye el informe- con podas periódicas que respeten la estructura aerodinámica del mismo, adaptado al lugar donde se encuentra, así como podas de clareo que minimicen el impacto del viento y que aporten equilibrio a la copa del árbol.
Una catedral vegetal sin contrafuertes ni arbotantes
¿Qué pasaría si a una catedral gótica se le eliminaran contrafuertes y arbotantes? Algunas de las más de 750 especies de ficus que existen en el mundo, como los Ficus rubiginosa o macrophylla, que llegan a convertirse en auténticas catedrales vegetales, se sustentan, además de sobre sus raíces principales, gracias a un sistema de apoyo radicular aéreo que les sirve de pies. "Por cuestiones estéticas, durante décadas se les han ido eliminando estas raíces, que actúan como contrafuertes y arbotantes, de manera que las ramas terminan por no encontrar sostén y acaban desgajándose si no se les instalan apoyos artificiales", explica José Antonio Sánchez, miembro de la Asociación Gaditana para el Estudio y Defensa de la Naturaleza (Agaden).
De hecho, esta no es la primera rama que se desgaja de uno de los ejemplares de Ficus rubiginosa del Mora y la Alameda. Y no se tiene constancia de que haya sucedido con ningún ejemplar que conserve las raíces aéreas. Quienes no recuerden las que presentaban los cuatro emblemáticos ejemplares a los que nos referimos, tienen una muestra en un árbol mucho más joven a la entrada del Colegio de Las Salesianas, en la Avenida. Brotan de las ramas superiores y se van convirtiendo en lianas leñosas hasta anclarse en tierra firme.
Si bien Agaden viene denunciando desde hace años las podas extremas y las talas injustificadas a las que se ha sometido al arbolado urbano durante las últimas décadas, la asociación conservacionista detecta una mejora considerable en los últimos meses. Sobre todo en ejemplares como las melias (Melia azedarach), "que se las ve frondosas y florecidas como nunca", apunta José Antonio Sánchez.
Agaden también observa un cambio de tendencia en la reposición de árboles. Las palmeras Washingtonias se han convertido en una verdadera plaga desde que sustituyeran a las datilíferas y canarias, diezmadas por el picudo rojo. "Ahora vemos cómo se están plantando otras especies mucho más interesantes, como los Gingko biloba, unos árboles fósiles, únicos en su clase", explica Sánchez./ J. M.
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