El foso de la vergüenza y la muralla abandonada de Cádiz

La ciudad de Cádiz está a punto de cerrar el mes de julio y avanzar hacia el final de la temporada estival. Y lo hará un año más sin tener abierto, para propios y visitantes, todo el frente de la Puerta de Tierra.

Dejando a un lado el estado en el que se encontró el actual gobierno municipal el proyecto de recuperación del Torreón y el paseo superior de la muralla (que ha tenido que modificar ante los numerosos errores encontrados en el plan, a la vez que ha realizado una inversión no prevista en el arreglo de los aseos), tras más de un año desde la llegada a San Juan de Dios se ha tenido tiempo para adecentar este equipamientos. Por lo menos para una apertura provisional y para que los miles de turistas de este verano no se topen con la verja de entrada a la muralla cerrada a cal y canto.

Si ya da mala imagen de la ciudad encontrarse cerrado el que debería de ser su monumento de referencia, y su principal centro de atracción cultural y turística, la fallida visita del turista culmina con la imagen de abandono que se le ofrece de los fosos de la muralla. Abandono que se le ofrece al turista y que los propios vecinos de Cádiz sufren cada día. Por lo menos los que se preocupa al ver cómo se gasta el dinero de sus impuestos municipales.

El popularmente conocido como foso del Pelícano, junto a las bóvedas de Santa Elena, acumula ya muchos años de abandono municipal, más allá de la limpieza periódica que se hace en sus jardines. Tampoco ha ayudado la instalación a pie de la muralla, Monumento Nacional, de un parque para perros, cerrado con vallas en un límite de espacio diariamente ignorado por los propietarios de los canes, pues sus mascotes corren sin ningún control por todo este espacio.

Asumiendo que el foso forma parte del proyecto que el Ayuntamiento pretende ejecutar en todo el frente de la Puerta de Tierra, dando uso a las bóvedas hoy vacías y muchas en mal estado; abriendo un espacio divulgativo sobre las fortificaciones y, sobre todo, restaurando todos los lienzos de la murallas, que en algunos tramos se encuentran en muy mal estado, sí se podría haber realizado una actuación de urgencia para dignificar el foso de cara a la temporada estival. Y más, cuando éste está abierto al público, siendo una de las entradas y salidas a la estación del ferrocarril y la terminal del autobús interurbano.

Hubiera bastado con una actuación en profundidad en los jardines existentes en el tramo más cercano a los arcos de la muralla, adecentándolos y eliminando los parterres que o bien se han secado o bien están en mal estado. Igualmente realizando una poda selectiva de los árboles que ocultan parte del lienzo principal de la muralla (al estilo del arbolado en la avenida de Portugal). Y, sobre todo, reponiendo el albero, hoy perdido casi en su totalidad. Una mejora de la iluminación, la instalación de bancos y papeleras también hubieran ayudado a mejorar este espacio

También era, y sigue siendo necesaria, una limpieza en la esquina por la que se puede acceder al interior de las bóvedas de Santa Elena (donde se ubicado el Museo del Títere), con una buena capa de pintura al portón de madera. Y, finalmente, el arreglo de toda la escalinata. No sólo por la falta de pintura sino por el importante desgaste de todos los escalones, con el riesgo que ello supone de caída.

La balaustrada superior también reclama un pintado, así como la recuperación de las antiguas farolas.