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La realización de la compra se ha vuelto un problema para los bolsillos de muchos gaditanos. Durante este primer cuatrimestre de 2023, la subida de los precios en alimentos básicos como la carne o la fruta ha sido constante. Las consecuencias negativas en las economías familiares y en los pequeños comercios han sido directas. Medidas adoptadas por el Gobierno central, como la rebaja del IVA al 0% en productos de necesidad, no han conseguido frenar la escalada agresiva de precios. De marzo de 2023 a marzo de 2022, la diferencia de precio en el sector de la alimentación es del 18%. Una cifra con la que se traducen los abusivos precios que hoy se ven en ultramarinos, plazas de abastos y ultramarinos.
En Cádiz, los vendedores del Mercado de Abastos son testigos directos de esta tendencia preocupante. Comprar por el precio más bajo posible se ha convertido en una hazaña. "Los precios han subido muchísimo, y eso se nota en la gente que compra. Mira cómo están la mitad de los puestos, vacíos. Es que la gente antes se podía llevar por 50 euros una cantidad de pescado y ahora solo un cuarto de lo que sea", reconoce Pedro, dueño de uno de los puestos de pescadería.
La mayoría de los comerciantes afectados son autónomos, de modo que reconocen haber subido los precios para cubrir los costes. "Antes por ejemplo este pescado costaba 20 euros y ahora 30. Ahora mismo tenemos los mismos precios que en festivo, como en verano. Los clientes son los más afectados por la subida del precio, esto no mejorará en el futuro porque los sueldos no suben", confiesa Pedro.
Los costes de la producción, también crecen. "Todo esto en realidad es una cadena. Si sube 4.000 euros la materia prima, me veo en la obligación de subir también", confiesa un repartidor de queso. Según un distribuidor del mercado, los incrementos en carne y queso ha estado promovida por la peste porcina, ovina y la gripe aviar que llevan sufriendo los productores en el último año.
En cuanto a otros básicos como las frutas y verduras, las circunstancias son similares. Pese a engalanar diariamente los puestos, los clientes no compran lo mismo que antes. O solo se llevan la mitad, lo que pueden asumir, según expone Rafael, frutero del mercado.
Entre los productos más afectados se encuentran las patatas, huevos y tomates. Cuatro kilos de patatas cuestan hoy 3,89€, mientras que los tomates 1,99€. Esto obliga a los fruteros a realizar estrategias que le permitan ser más competitivos que otros establecimientos, como explica Eli, de la Frutería El Chico.
La opinión de los clientes es imprescindible para el mantenimiento de estos negocios. En los pocos ultramarinos abiertos actualmente son conscientes de ello. Así que tratan de ofrecer lo mejor y al mejor precio aunque la inflación les perjudique. Joaquín, del ultramarinos Sopranis, confiesa su preocupación a este periódico: “Todos los días tengo que mirar facturas, raro es la vez que no compre algo que haya subido”.
Los tenderos de estos establecimientos de alimentación son testigos directos de cómo empeora la capacidad de compra de las familias. Negocios como el de Joaquín o el de Edmundo, de ultramarinos De Alba, deben adaptarse a las necesidades sociales para evitar la pérdida de clientela. "En algunos aspectos ha subido y en otros ha bajado. Los supermercados se han aprovechado de la situación subiendo precios que no han cambiado. La gente está muy agobiada y se cree que subimos los precios porque nos queremos enriquecer", explica Edmundo.
La tienda de alimentación de Pedro, en la calle Teniente Andújar del barrio de Santa María, es ese tipo de lugar que fía productos a familias de confianza. Cada vez más la lista de clientes que deben se engrosa más. Los sueldos, ya se sabe, llegan justos. "Por suerte o por desgracia trato con familias trabajadoras. Todo el que llega a contarte cosas del mismo estilo: no llegamos, no tengo para el niño darle de comer...".
Los supermercados, opción más común, entran en esta ecuación como una amenaza para esos pequeños comercios. Joaquín reconoce que hay mucha ignorancia social en este sentido. “Cuando voy al súper comparo las diferencias con los nuestros, y no veo diferencia alguna, incluso algunos son más caros”.
Para Pedro, la supervivencia futura de estos almacenes de toda la vida está en jaque si todo continúa igual que estos últimos meses. "Si vienes dentro de un par de meses puede que cierre esta. Antiguamente aquí, ocho o diez ultramarinos había seguro. Ahora hay tres. No aguantamos el ritmo, los supermercados ofrecen precios más competitivos. La gente prefiere recorrer largas distancias para evitarse aunque sea dos pesetas. Es que es normal".
Algunos gaditanos prefieren seguir apostando por el comercio local. Es el caso de María Luisa y José Luis, un matrimonio que confiesa seguir apoyando las zonas de compra de siempre pese a la subida de los precios. "¿La compra? La del barrio. Al barrio es al que hay que ayudarle y a los pequeños comerciantes", asegura rotundamente José Luis.
No obstante, otros vecinos prefieren apostar por realizar la compra tratando de evitar al máximo los efectos de la inflación. "Hay que ir buscando de sitio en sitio. Si el supermercado al que voy sube de un día para otro los precios. ¿Qué hago? Pues me voy a otro lado. Tenemos que estar salteando sitios", confiesan Dolores y Agustina. Estas dos vecinas del centro, entre bromas, admiten estar hartas.
En definitiva, el 18% de subida del IPC en alimentación en la provincia de Cádiz, con respecto a marzo de 2022, promueve que las familias hagan malabares para llegar a fin de mes. Aunque desde los comercios locales poner de su parte suavizando precios al máximo, el momento trasciende las fronteras de actuación de estos. El futuro sigue siendo una incógnita a resolver, aunque ni los propios comerciantes sepan cómo dar una respuesta efectiva.
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