Gaditanos contra marineros franceses
Riña tumultuaria en la plaza de San Juan de Dios de Cádiz en 1967 con intervención de la Policía Municipal con motivo de las maniobras navales 'Atlantide 67'
En febrero de 1967 tuvieron lugar unos graves incidentes entre marineros de la escuadra francesa atracada en el puerto de Cádiz y numerosos gaditanos. La plaza de San Juan de Dios fue el escenario de una tumultuaria bronca en la que hubo varios heridos y se produjeron daños en comercios de la zona. La serenidad de las autoridades de ambos países evitó que los sucesos tuvieran mayor trascendencia.
En la fecha citada, febrero de 1967, España y Francia se disponían a realizar unas maniobras navales conjuntas en aguas del Atlántico, denominadas Atlantide 67. España todavía estaba alejada de la integración económica y militar con Europa y las maniobras conjuntas suponían un reto para nuestra Marina y una prueba de su modernización. Tras largas negociaciones políticas, quedaron fijadas las maniobras en aguas próximas a Canarias y el puerto de Cádiz fue designado como el lugar de reunión y partida de ambas flotas.
Hasta nuestra ciudad llegaron las cámaras del NODO y numerosos corresponsales de prensa para informar de los ejercicios. El entonces príncipe Juan Carlos de Borbón también llegó a Cádiz para embarcar en el Transporte de Ataque Aragón, como teniente de navío, y participar en las maniobras.
A las siete de la mañana del 2 de febrero comenzó a entrar en el puerto de Cádiz la flota francesa, en la que arbolaba su insignia el vicealmirante Evenau. El crucero Colbert, buque insignia, saludó a la plaza con los cañonazos reglamentarios y la batería de San Felipe respondió al saludo. Además del Colbert atracaron en el muelle los destructores Cassard, Le Bearnais y Casablanca, el buque nodriza Gustave Zede, el buque logístico Rhin, los escoltas Le Provençal, Le Normand, y Alsacien. En la bahía quedó fondeado el portaaviones Arromanche. Un total de tres mil hombres.
La visita comenzó con gran cordialidad, los marinos franceses cumplimentaron a las autoridades españolas y el Ayuntamiento de Cádiz ofreció un ‘vino de honor’ en el salón de sesiones al almirante francés y comandantes de los buques.
Mientras tanto, el muelle se llenó de gaditanos deseosos de conocer los modernos barcos de la flota francesa.
Los incidentes comenzaron al día siguiente. Por la mañana numerosos marineros habían acudido en autobuses a visitar las bodegas de Jerez y regresaron a Cádiz con algunas copas de más. Sobre las ocho de la tarde tuvieron lugar las primeras broncas en la plaza de San Juan de Dios, donde grupos de franceses, vistiendo uniforme, alborotaron en algunos bares y lanzaron frases soeces a algunas muchachas que por allí se encontraban.
El primer escándalo grave tuvo lugar en la calle Botica, en el Bar del nombre de la calle. Un considerable grupo de marineros decidieron “ocupar” por la fuerza el establecimiento. Se hicieron dueños del mismo, sirviéndose a su gusto y rompiendo botellas. Acudió una pareja de la Policía Armada que, mientras pedían refuerzos, intentó hacer frente a los alborotadores. Los franceses, con navajas, atacaron al guardia Domínguez Delgado al que golpearon y rompieron su uniforme de varios tajos. Su compañero, Brandón Barrena, también resultó contusionado. Llegaron los refuerzos y a duras penas fueron detenidos los agresores, Michel Peter y Jean Louis De Moine, que fueron puestos a disposición de la Policía Naval.
Los ánimos, ya caldeados, fueron subiendo de tono puesto que los marineros franceses no cesaban de ofender e insultar a todos los vecinos del barrio de Santa María, en particular a las mujeres.
Y llegó lo que Diario de Cádiz llamó “reacción viril del pueblo gaditano”. Los vecinos de Santa María acudieron a la plaza de San Juan de Dios donde los marineros franceses se habían adueñado de bares y terrazas. Los taxistas de la parada allí existentes fueron los primeros en responder a las provocaciones y a continuación fueron los vecinos los que arremetieron contra los extranjeros.
Hubo palos de todas clases. Llegó la Policía Municipal, la Policía Naval francesa y la española y los franceses empezaron a emprender la huida hacia sus buques. Especialmente la Policía Municipal tuvo un destacado comportamiento reduciendo a varios alborotadores. Hubo algunos marineros que llegaron a saltar la verja del muelle y otros dejaron en el camino sus gorros marineros tocados con el airoso y tradicional pompón rojo.
No hubo detenidos. La Policía Naval española, acompañada por la francesa, recorrió toda la ciudad en busca de los marineros rezagados a los que se enviaba de vuelta a los barcos.
El almirante francés entendió perfectamente lo ocurrido. Ordenó que todos los buques, a excepción del insignia, saliesen a fondear a la bahía y prometió sancionar a los culpables.
Al día siguiente siguieron las visitas protocolarias y hasta los marineros salientes de guardia del buque insignia pudieron pasear tranquilamente por la ciudad, sin que ocurriera el más mínimo incidente. El cónsul de Francia en Cádiz, Emilo Huart, ofreció una fiesta a los oficiales en el Casino Gaditano que se llevó a cabo con absoluta normalidad.
Las maniobras navales Atlantide 67 tuvieron lugar con normalidad en aguas de Canarias y TVE emitió un programa con un amplio resumen de las mismas.
Algún bar de San Juan de Dios lució como trofeo de guerra un gorro de la marina francesa adornado con un pompón rojo. El buque francés Gustave Zede, en Canarias, tuvo que quedar en cuarentena debido a otro trofeo menos “guerrero”, las ladillas.
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