“Los graduados sociales hemos sido esenciales en la pandemia”

El Colegio Oficial de Graduados Sociales cumple 50 años, 40 de ellos con José Blas Fernández como presidente, cargo que jurará de nuevo este viernes para otro cuatrienio

El presidente del Colegio de Graduados Sociales de Cádiz, José Blas Fernández.
El presidente del Colegio de Graduados Sociales de Cádiz, José Blas Fernández. / Jesús Marín

Hace medio siglo era una profesión por armar estructuralmente, una actividad que tenía como único órgano de apoyo un colegio andaluz con sede en Granada. Y entonces un grupo de profesionales gaditanos se adentró en la aventura de intentar sumar 25 para que, en base a la ley, crear un colegio en Cádiz; y sumaron 80, lo que permitió crear el Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz, oficialmente instituido el 30 de septiembre de 1971 (hace justo 50 años).

Ese es el punto de inicio de una institución a la que años más tarde se uniría Ceuta y que ha ido configurando todas las aristas de una profesión, la de graduado social, perfectamente reglada y reconocida en el día de hoy. “La pandemia nos ha dado el espaldarazo definitivo, porque hemos sido los profesionales que realmente han tenido que trabajar día y noche. Hemos sido esenciales en la pandemia para que las empresas estén cerradas y la gente acogida a Ertes”, defiende el presidente del colegio, José Blas Fernández, que hoy afirma con rotundidad que los graduados sociales “somos imprescindibles en el mundo sociolaboral”.

Esta afirmación la lanza quien ha vivido todo el proceso de construcción de la profesión en sí y de la actividad en Cádiz desde el seno del colegio. Miembro fundador, fue elegido secretario con la primera junta, hasta que en el año 1980 ascendió a presidente, cargo en el que sigue y que precisamente este viernes volverá a jurar para otros cuatro años, después de haber ganado holgadamente las recientes elecciones, a la que se presentó otra candidatura.

A juicio de José Blas Fernández, los grandes logros conseguidos en este medio siglo son “haber sido reconocidos en la Ley Orgánica del Poder Judicial en las mismas condiciones que cualquier otra profesión”; algo que, recuerda, “me llevó a una querella criminal del Colegio de Abogados por usar toga”. Querella que fue archivada. Y otro gran logro es conseguir el grado del título. “Cuando nos creamos éramos una Diplomatura de la rama de Trabajo. Y en 1980 pasamos a Educación, con el espaldarazo académico que eso supuso para la profesión”, precisa.

Pero aún hay mucho recorrido por delante para estos profesionales sociolaborales. Implantar un turno de oficio gratuito como el de los abogados; conseguir el reconocimiento como título académico “normal y corriente”; conseguir rebajar la “tardanza de los juicios” porque “no se puede esperar dos años, como mínimo, a que se resuelvan las causas”; lograr también la especialización de los jueces de lo social, porque “hay muy pocos jueces especializados y eso da lugar a sentencias mal redactadas y a multitud de recursos”; el reconocimiento del recurso de casación como ya se consiguió con el de suplicación; crear un cuerpo de preparadores para aquellos graduados sociales que aspiran a ser inspectores de Trabajo; o seguir luchando por la Ciudad de la Justicia, apoyando el proyecto actual en los Depósitos de Tabaco “porque más vale pájaro en mano y porque no lo que no puede ser es lo de ahora, con todo repartido en múltiples sedes, que es una locura”.

Por tanto, justo en la celebración de las bodas de oro del colegio oficial y después de cuarenta años en la presidencia, José Blas Fernández asume el compromiso de otro cuatrienio al frente de los graduados sociales de Cádiz “con una satisfacción muy grande y con el orgullo profesional de haber conocido a tantos compañeros”. “Me siento reconocido en mi trabajo, del que estamos muy orgullosos porque no hay quien abarque tantas materias como nosotros, los graduados sociales”.

José Blas Fernández: "La política no la tengo apartada. No descarto nada"

-Cuarenta años como presidente del colegio de Graduados Sociales de Cádiz. ¿No ha pensado todavía que ya ha llegado la hora de la retirada?

-Yo lo que tengo es verdadera vocación por mi profesión. Puedo decir que prácticamente he nacido con ella, hace 52 años, cuando ni siquiera existía el colegio. Y por eso le tengo tanto cariño. Siempre le digo a mis compañeros que cuando ellos me digan, lo dejo; y sin embargo acabo de recibir un respaldo enorme en las últimas elecciones, que hasta emociona. Podría irme ahora, si quiera; pero lo cierto es que no quiero jubilarme.

-Para colmo, fuera ya de la política puede dedicarse por entero a su profesión. ¿O estaba mejor antes?

-Estoy mejor ahora, lógicamente, plenamente dedicado a la profesión. Además, al no estar en política me siento mucho más libre. Antes había muchos cosas que no podía hacer por estar en política, o no podía llevar casos contra la administración, cualquiera, porque me parecía poco ético siendo yo concejal o senador. Ahora sí lo puedo hacer.

Pero sí quiero resaltar que pese a haberme dedicado muchos años de mi vida a la política, nunca he dejado de lado mi profesión. Siempre he mantenido mi despacho y mi actividad en el colegio. De hecho, he llegado a estar en el Consejo General de Graduados Sociales, en el Ayuntamiento de concejal, en la presidencia del colegio y en mi despacho, todo a la vez. Gracias, lógicamente, al apoyo de mi mujer y de mi familia.

-Al colegio entonces le va a dedicar otros cuatro años. ¿Y la puerta de la política está cerrada?

-La política nunca la tengo del todo apartada, aunque sí me da mucha pena porque cada vez veo que hay más profesionales de la política, y yo siempre fui un profesional en política. Pero no descarto nada; si se me propone algo o se plantea algo que considero interesante y que veo que puedo aportar, por qué no voy a aceptarlo. Yo creo que es un error pensar que uno ya es mayor y que no sirve; la experiencia es muy importante, y en mi caso mi experiencia anterior en política y la profesional de tantos años luchando y defendiendo a los graduados sociales creo que puede aportar mucho. Lo que no voy a entrar es en la lucha titánica que hay hoy, donde prima el enfrentamiento personal, el insulto… entre otras cosas porque no necesito de la política para vivir, gracias a Dios.

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