La gran torre de Cádiz que se derribó por culpa de los americanos
Hace 125 Estados Unidos aún no se había convertido en la primera potencia mundial
El faro se eliminó tras el inicio de la guerra de Cuba
Gaditanos para la guerra de Cuba
Hace 125 años, los Estados Unidos aún no tenía grandes expectativas de convertirse en la primera potencia mundial. Había crecido, sí, ocupando las inmensas tierras donde vivían las tribus autóctonas americanas, comprando suelo a la propia España o invadiendo México. Sin embargo, a finales del siglo XIX comenzaba a mirar con cierta envidia el reparto de África por parte de las potencias europeas añorando tener su propio imperio.
El largo conflicto de España con los grupos cubanos que ansiaban la independencia de su isla de la metrópolis española, fue la excusa ideal para poner en marcha su maquinaria de guerra, que ya entonces comenzaba a ser muy potente, para hacerse así con este suelo tan cercano a ellos y, también con las más lejana Filipinas, que entonces conformaban los últimos restos del imperio español. Lo que vendían como un apoyo a los independentistas no era más que el inicio de un proceso de ocupación.
Más allá de ayudar a los insurrectos cubanos, el gobierno de los Estados Unidos aprovechó la explosión de su acorazado Maine, atracado en La Habana, para declarar la guerra a una España entonces ya en decadencia social y económica. Antes había puesto unos millones sobre la mesa para comprar la isla, operación que no le salió bien. En esta incursión bélica, el gobierno americano contó con la punta de lanza de grandes grupos de prensa del país, William Randolph Hearst, dueño del New York Journal, y Joseph Pulitzer, del New York World, que iniciaron una campaña contra los españoles, animando al ataque. El hundimiento del Maine fue utilizar con la gran excusa, acusando de ellos al gobierno de Madrid. Fue uno de los primeros ejemplo de 'noticias falsas'.
Aunque se tenía por medio todo un océano, la guerra contra el gigante americano, y su cuantiosa armada, asustó a más de uno en la península. Entre ellos al gobernador militar de Cádiz. Este ordenó el derribo del faro de la ciudad, construido en piedra en una punta de la Avanzada del castillo de San Sebastián. Con esta drástica medida se pretendía evitar que la torre fuera un punto de referencia para un posible bombardeo norteamericano a la ciudad.
Para no asustar a la población, no se informó en la prensa de la decisión de proceder a este derribo, aunque los trabajos de demolición de la torre, lógicamente, no pasaron desapercibidos. Antes se habían retirado todos los equipos técnicos del faro.
Del faro sólo quedaron la estructura más baja de la torre, que se restauró con motivo de los fastos de la Constitución de 1812.
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