“Hay que convertir el libro y la comprensión lectora en un mecanismo de cambio social”
Pablo Morillo Pérez | Director general de la Fundación José Manuel Lara
Responsable de la Fundación creada desde el Grupo Planeta, este gaditano analiza los proyectos de la entidad que dirige, que están enfocados a mejorar la competencia lectora en los jóvenes
"Queremos ampliar el número de colegios de Cádiz que participan en el proyecto Leer + de acompañamiento lector”
La Fundación Lara busca voluntarios en Cádiz para el proyecto Leer +
Nacido en Cádiz en 1979, Pablo Morillo Pérez es el actual director general de la Fundación José Manuel Lara, la entidad nacida en Sevilla que creó el fundador de la editorial Planeta y que centra muchos de sus proyectos en mejorar el acceso de los jóvenes a los libros y en trabajar la comprensión lectora entre los estudiantes. Pablo Morillo, que fue alumno del colegio La Inmaculada durante la EGB y que hizo el BUP y el COU en San Felipe Neri -para luego licenciarse en la Facultad de Económicas de la UCA-, analiza en esta charla el momento actual de la lectura entre los jóvenes españoles y la implicación de Cádiz y sus colegios en los proyectos lectores de la Fundación Lara.
Pregunta.–Además de dirigir la Fundación Lara, es usted profesor universitario en Sevilla.
Respuesta.–Sí, la universidad me gusta mucho. La docencia universitaria es algo que me engancha con la gente joven. Me mantiene pendiente de lo que somos. Y también me sirve para comprobar cómo ha ido empeorando el nivel intelectual. Llevo dando clases en la universidad 17 años, y el primer día de curso siempre hago un test de cultura general...
P.–Aunque su asignatura sea de economía.
R.–Sí, ese test me marca mucho el nivel de la clase. Son 100 preguntas tipo trivial; o sea, de historia, de cine, de deportes, de televisión, de actualidad... Antes, hace unos 10 o 15 años, la media de acierto era de un 55 o un 60%. Quien más acertaba se acercaba al 80%. Ahora, la media de acierto es de un 35% de las preguntas, y el que más acierta llega a un 47%, a veces al 50%.
P.–Ha bajado el nivel.
R.–Es que no se lee; ni libros ni prensa. Es curioso: cuando más acceso hay a la información, menos informado se está. Y la comprensión lectora ha bajado.
P.–Ese test es como un termómetro.
R.–Sí, es un termómetro de cómo está la juventud. Y, también, me sirve para la tesis doctoral que estoy haciendo sobre fomento de lectura, y lo que investigo me sirve para el trabajo en la Fundación. Es como una especie de vaso comunicante que me permite pasar conocimiento de un lado a otro.
P.–Es que ese es uno de los objetivos fundamentales de la Fundación Lara, el fomento de la lectura, pero también parece un compromiso personal suyo si miramos su perfil en redes sociales.
R.–La fundación tiene ya 32 años de historia, y siempre ha tenido un marchamo editorial muy importante, por su raíz en Planeta. Y desde hace unos diez años, cuando cambió el patronato y entró la tercera generación, el presidente está obsesionado con el tema educativo: de la comprensión lectora y del fomento de la lectura. Todos nuestros proyectos están muy centralizados en convertir el libro y la comprensión lectora en un mecanismo de cambio social y, sobre todo, de cambio a los jóvenes. Los niños que leen más y, sobre todo, que leen mejor, son niños que tienen un mayor futuro. Eso está demostrado, está clarísimo. Y es algo en que tenemos que involucrarnos todos: administraciones públicas, privadas, familias, colegios... Porque es nuestro futuro.
P.–Parece importante entender lo que se lee en todas las asignaturas. Un problema de matemáticas, por ejemplo, será más difícil de resolver si no se entiende el enunciado.
R.–Claro, no se comprende. Es injusto que la mochila de la responsabilidad de la competencia lectora esté en el profesor de lengua y literatura. Es verdad que, por la materia que imparten, tienen más implicación, pero la lectura debe ser algo transversal en toda la educación. Entonces, como bien dice, hay niños que saben matemáticas y saben perfectamente aplicar una fracción, hacer un mínimo con un múltiplo, pero cuando le ponen un problema, no entienden lo que le pide el problema. Y esto es un asunto de comprensión lectora, y eso pasa en física, pasa en química, pasa en todas las asignaturas.
P.–¿Ha habido entonces cierta desidia en las autoridades educativas?
R.–Yo creo que durante mucho tiempo se ha mirado hacia otro lado en este aspecto. Pero creo que ahora, desde hace dos o tres años, se ha empezado a ver que realmente hay un problema serio. Aquí, en Andalucía, se puso la media hora de lectura obligatoria en los centros escolares. No va a solucionar el problema, pero puede ser un primer paso.
Pero yo creo que el sistema educativo español tiene unos males endémicos en el tema de lectura y como no vaya a la raíz... Cuando hablo del sistema educativo, no solamente hablo de colegios; hablo también de las familias. Es decir, el tema de la lectura tiene que verse también en las casas. Y, por desgracia, hoy en día, en la mayoría de las casas puede haber muchos libros, pero no se lee. Normalmente, los niños en sus casas no ven a los padres leer. No hay ambiente lector en casa.
P.–Antes había más lecturas obligatorias en el colegio.
R.–Creo que es importante que, sobre todo en cierta edad, los chicos puedan elegir su lectura. Que haya una elección guiada, pero que el niño sea quien elija al final el libro. Pienso que el hecho de imponer los títulos ha generado mucha aversión a la lectura en algunas generaciones.
P.–Ahora, además, cuando hay que hacer un trabajo de un libro, se recurre a internet o se ve la película de ese libro...
R.–Esa es una cuestión, imagino, que es difícilmente controlable en la clase, pero sí más fácilmente controlable en una casa. Nosotros tenemos un proyecto, que se llama ‘Mi libro preferido’, que ya lleva 12 ediciones. Es un concurso en el que los niños tienen que escribir un relato sobre cuál es su libro preferido y explicar por qué. Lo que potenciamos es la reflexión personal sobre el libro. Ya no es algún resumen, sino que es explicar cómo se ha identificado la historia con tu vida y en qué te sientes identificado con un personaje. O sea, buscamos relaciones personales del lector con el libro. O el certamen ‘Enseñamos a leer’, destinado a colegios y docentes; el nuevo premio de novela juvenil Leer Suma o el proyecto Leer + de competencia lectora. El trabajo que estoy intentando hacer con mi equipo es que todos los proyectos tengan un hilo conductor, que no sean proyectos estancos. El fin es que haya más lectura, por supuesto, pero que haya más lectura de calidad, que se comprenda. Trabajar la competencia lectora.
P.–El objetivo es amplio.
R.–Estamos trabajando en un modelo integral de lectura, que es el que ofrecemos a colegios, ayuntamientos y bibliotecas. Hay que actuar sobre el alumno, a través del libro preferido, por ejemplo, o a través del proyecto Leer Suma de acompañamiento lector; actuar sobre el profesor, con formación, con su proyecto específico de enseñar a leer; y actuar con talleres para la familia, porque hay muchos padres que se preguntan qué pueden hacer para que sus hijos lean más en casa, y tenemos talleres también para formar a la familia en la lectura.
También creemos que es muy importante la dinamización del espacio de lectores de la biblioteca. A la biblioteca hay que darle una vuelta, no puede seguir siendo el lugar al que se iba castigado cuando nos portábamos mal. Incluso las bibliotecas públicas se han convertido en centros de estudio, pero los niños no van a la biblioteca a buscar libros. Tenemos que dar una vuelta a eso porque creemos que la biblioteca debe ser un espacio en el que a los niños les apetezca ir.
P.–¿Cómo ha acogido Cádiz los distintos proyectos de la Fundación Lara?
R.–Siempre muy bien. En el concurso ‘Mi libro preferido’ siempre hay algún finalista entre los colegios de Cádiz. Recuerdo, hace seis o siete años, una niña de Chiclana que demostró ser un portento y después ganó varios premios literarios. En Cádiz hemos tenido alumnos muy brillantes y, siempre, una alta participación, que es muy importante. También han participado en el proyecto de ‘Enseñamos a leer’ profesores muy brillantes, con ganadores en la última edición. En Cádiz hay muy buena cantera docente, profesores realmente implicados con el tema del fomento de la lectura.
P.–También está Leer +, el programa de acompañamiento lector.
R.–Sí, tuvimos el año pasado un proyecto piloto en dos colegios, Gadir y Fermín Salvochea, junto a la Fundación Cajasol. Fue una experiencia muy positiva y creo que hicimos un buen trabajo de siembra. Este año, de la mano de la Agenda 2030, queremos ampliar el número de colegios, quizás hasta cinco, y el número de alumnos; queremos estar en torno a los 50 y 60 alumnos.
En este punto, estamos trabajando con el Ayuntamiento que nos está asesorando sobre los colegios a los que se puede llevar el proyecto, que está destinado a zonas vulnerables. Creo que aquí Cádiz tiene una oportunidad muy importante respecto a su proyecto de Cádiz, Ciudad de Libro. Lo he hablado con Maite, la delegada de Cultura. Tenemos firmado un convenio con el Ayuntamiento en fomento de la lectura, y le dije que se aprovecharán de nosotros. Además, yo soy de aquí, de Cádiz, y encantado de hacer cosas en mi ciudad. Yo creo que sería una oportunidad importante si quieren optar a esa capitalidad del libro, y creo que tienen que hacer algo distinto al resto de candidaturas. Si Cádiz, además de usar el libro como lo van a usar el resto de candidaturas, le da la vuelta y también hablan de Cádiz, capital del libro como motor de cambio social, y que gracias al libro, gracias a la lectura, los niños pueden tener un futuro mejor. Si usamos el libro como una herramienta de cambio social, es una manera de diferenciarse de otras candidaturas.
P.–¿Cree que volverá a ser Cádiz una ciudad cosmopolita y erudita, como en su mejor siglo? No sé si la lectura tiene algo ver.
R.–Yo creo que Cádiz es una ciudad erudita. Lo que pasa es que muchas veces, quizás, la parte erudita de las ciudades y de la sociedad y de los niños, en particular, de los niños que leen, pues parece que les da vergüenza decir que leen. Nosotros hacemos encuentros con niños y resulta que el que lee le da vergüenza levantar la mano y decir que lo hace, porque es que eso de quedarse en casa un sábado leyendo en vez de estar con los amigos o ver el móvil... Creo que hay que romper con eso, hay que volver a poner de moda la cultura.
Pero la gente no termina de arrancar, no termina de leer porque somos de la inmediatez. Ahora mismo, todo lo que sea estar más de cuatro minutos haciendo lo mismo nos cansa Es que ver los audios de wasaps, por ejemplo, que se escuchan a doble velocidad... No somos capaces de estar 15 minutos concentrados haciendo lo mismo. Nosotros siempre decimos que hay que intentar tener en las casas 15 minutos de lectura Si todas las casas, durante 15 minutos al día, se pararan a leer el mundo iría de otra manera.
P.–Aunque fueran las instrucciones de la Play.
R.–Aunque sean las instrucciones de la Play, pero que lean Si en casas fuéramos capaces de decir: “Oye, mira, pues todos los días, de ocho a ocho y cuarto o a ocho y media, antes de la cena, antes de la ducha Oye, nos paramos a leer”. Un día, cada uno con su libro; otro día, el padre lee en voz alta para todos; y otro, el niño va a leer a los padres Y también en los colegios. Si todos los colegios se pararan 15, 20 minutos para leer todo el mundo... La directora, el conserje, todo el mundo leyendo... Ojalá fuéramos capaces, poco a poco, de ir metiendo esa capacidad de concentración a los niños.
También te puede interesar