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La historia de la industria cervecera en Andalucía, su implantación y auge sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, centra el último documento destacado del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, que recupera de sus fondos una documentación que ayuda a dibujar cómo fueron aquellas primeras fábricas en Cádiz, su provincia y también Andalucía, en un país dominado por el mundo del vino y en el que, sin embargo, el negocio de la cerveza fue paulatinamente creciendo como la espuma. Cádiz tuvo su protagonismo en el sector, con algunas humildes instalaciones pero, también, con el hecho de que en una notaría de la capital se constituyó la empresa La Cruz del Campo, una industria andaluza de referencia que se implantó y desarrolló en Sevilla y que permanece hasta nuestros días.
En el Archivo gaditano se conservan documentos que aportan información sobre el proceso de creación de esta industria, desde el monopolio en el siglo XVIII a la creación de sociedades mercantiles en los primeros años del siglo XX. De esos legajos ha surgido este documento destacado que también se muestra en una pequeña exposición en la entrada de la sede del Archivo, en la Casa de las Cadenas de la calle Cristóbal Colón. Estará abierta hasta final de diciembre en horario, de lunes a viernes, de 8.15 a 14.30 horas.
Y entre las curiosidades, algunas de ellas ya conocidas, está el origen gaditano de la conocida empresa sevillana de cervezas La Cruz del Campo, que se constituyó como sociedad mercantil en una notaría de Cádiz de la mano de sus dos fundadores, los hermanos portuenses Tomás y Roberto Osborne y Guezala. Fue un 20 de junio de 1906, y como propósito de la compañía se estableció, según la documentación del Archivo: “Tiene por objeto esta sociedad la explotación de la fábrica de cerveza establecida en Sevilla calle Oriente número ciento trece sitio llamado la Cruz del Campo, y por tanto la fabricación de y venta de la expresada bebida, así como de gaseosa hielo y cualquier otro producto similar”. Se constituyó, recuerda el documento, con un capital de un millón de pesetas, “aportada la mitad por cada uno de ellos, con los terrenos, el edificio, maquinaria y accesorio de la fábrica ya construida”.
“Es curioso -se explica desde el Archivo- que aunque la fábrica se construyó en donde aún continúa, cerca del humilladero de la Cruz del Campo, en Sevilla, sus socios fundadores constituyen la empresa en una notaría de Cádiz. Vemos como se trata ya de una instalación industrial sofisticada con el uso de maquinaria e innovaciones tecnológicas vinculadas a la implantación del frío industrial y su aplicación en la fabricación de cervezas de baja fermentación y otros productos”.
Así se especifica en el documento notarial en el que se constituye la sociedad: “El edificio consta de sótano y tres pisos, conteniendo en ellos bodegas, ante bodegas, escaleras, varias salas de máquinas y para otros usos, escritorios, tránsitos, ascensor, tonelería, cuadras, cochera, carbonería, excusados, patios, archivo, despachos, comedores, cocina, cuartos de baño, dormitorios y otras dependencias”.
“...consta de calderas con sus armaduras, secador de vapor, bombas, máquinas de vapor , barandilla, válvulas y máquina aparato y refrigerante y de hielo, compresores y condensador de amoniaco, generador de hielo, todos los accesorios, tuberías, transmisiones y correas correspondientes, guías móviles, aparatos refrigerantes del aire y de las cubas de fermentación, primera carga de la máquina, instalación completa para la producción de agua destilada, depósito hervidor de cobre, calentador preparativo y otros aparatos”.
Pero el documento destacado se remonta incluso al último cuarto del siglo XVIII, cuando se promulga el Reglamento y Aranceles Reales para el Comercio Libre de España a Indias en 1778, que impulsó el establecimiento de varias fábricas de cerveza de gran producción en la zona de Santander con vistas a la exportación a los territorios ultramarinos: “De esta época conservamos varias reales órdenes de la Aduana de Cádiz que testimonian esta actividad exportadora y su franquicia”.
Y de años después, el Archivo Provincial custodia un recurso de Diego Sewell para establecer una fábrica de cerveza El Puerto de Santa María, “solicitando poder traer dos oficiales ingleses y la libertad de 1.000 quintales de carbón de piedra y la porción de cebada y de la yerba llamada ‘hublon’”. De hecho, en una orden de la Aduana de Cádiz de 18 de enero de 1805 se autoriza el establecimiento de una fábrica de cerveza a Diego Sewell: “Concediéndole un año de término para que pueda establecerla, y para lo que se le permite la introducción libre de derechos de 200 quintales de ‘yerba hublón’ y de 4.000 fanegas de cebada tostada y cruda, con destino a su fábrica.
Y es que ya entrado el siglo XIX, anota el Archivo, se empezó a producir “una cerveza de alta fermentación caracterizada por su elaboración a temperatura ambiente mediante un proceso de fabricación eminentemente artesanal, con alto contenido etílico y de color oscuro. Son pequeñas fábricas situadas en pequeños locales o en el propio domicilio con poca tecnología y con escaso capital”.
De hecho, en un protocolo notarial de Cádiz de 1821 se encuentra “la constitución de una compañía entre Ramón Texeyro, maestro de fabricar cerveza, Ignacio de la Torre y Santiago Pérez, vecinos de Cádiz, para la administración de una fábrica de cerveza, propiedad del primero, situada en la accesoria de la calle del Marzal número 113, de Cádiz, por tiempo de dos años y bajo ciertas condiciones”.
O también, en 1833, se constituyó la compañía mercantil entre “Diego Palomino y José Trone, vecinos de Cádiz, bajo la razón social de Palomino, Trone y Compañía, para establecer una fábrica de cervezas en Cádiz, por tiempo de tres años y bajo ciertas condiciones”.
Ya entre los años 1895 y 1910 se empieza a producir, detalla el documento del Archivo, “una cerveza de baja fermentación, más atractiva para un público más amplio, debido a su menor graduación alcohólica y por ser más suave y refrescante. Una fiscalidad más atractiva, mejores precios y la crisis de la filoxera hacen que este producto gane cuota de mercado al vino. Aumentan la producción y el consumo, por lo que son necesarias fábricas de más envergadura, instalaciones más sofisticadas y más tecnología y financiación. Para ello, los fabricantes se constituyen en sociedades con la participación de financiación ajena y de socios capitalistas”.
Es el caso, por ejemplo, de una escritura notarial del 21 de octubre de 1895 con la constitución de la sociedad entre Carlos Maier y Grimm y Adolfo Guttenberger y Scmitt, vecinos. de Cádiz, bajo la razón social de Carlos Maier y Compañía, para dedicarse a la fabricación y expedición de cervezas y bebidas gaseosas, por tiempo de veinte años y bajo ciertas condiciones, según se explica también en el trabajo del Archivo, firmado por el técnico José Ramón Barroso Rosendo.
Otros ejemplos de esa época, además de la ya mencionada Cruz del Campo, se encuentra la solicitud, fechada el 22 de mayo de 1903, firmada por Juan Osborne Guezala, en representación de Francisco. Javier Tosar y Ciª., domiciliada en El Puerto de Santa María, para registrar la marca de cervezas El León. Se trata, recuerda el documento, de la primera incursión de la familia Osborne en el sector cervecero. Y el 10 de marzo de 1905 se constituyó en Cádiz la sociedad anónima El Mediterráneo, por parte de Francisco Sánchez Cosio y Alfredo Gutiérrez de Celis: “En los estatutos se dice que la compañía tendrá su domicilio en Málaga, y que su objeto será ‘la fabricación y venta de cervezas, gaseosas, agua de setz y hielo’”.
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