El histórico poblado de Sancti Petri afronta sus últimos días de existencia
El lunes comienza el derribo de todas las edificaciones que se encuentran en estado de ruina · Tan sólo se mantendrán en pie la iglesia, los locales de hostelería y las sedes sociales
Hace casi tres décadas, concretamente en 1979, el Ministerio de Defensa expropiaba los terrenos del poblado de Sancti Petri con objeto de proceder a la rehabilitación de este privilegiado enclave, que durante décadas había tenido en la almadraba su razón de ser.
Sin embargo, no será hasta el lunes cuando la historia comience a tocar a su fin. Será justo cuando la empresa Tragsa inicie los trabajos de demolición de todos aquellos edificios que se encuentran en estado ruinoso. El cambio de fisonomía, no obstante, será lento. Por una parte, porque las labores se prolongarán por espacio de tres meses. Y por otra, porque la rehabilitación en sí tardará aún meses o incluso años en iniciarse a pesar de las promesas que han ido acumulando, desde hace tres décadas, los distintos gobiernos tanto local como regional y nacional.
De momento, el primer paso va a servir para atender la reclamación que, en especial durante los últimos meses, han venido realizando tanto los colectivos que aún permanecen en el poblado como la propia administración local. De hecho, esta insistencia motivó que la propia Demarcación de Costas, a través del anterior director general, José Fernández Pérez, se comprometiera a llevar a cabo estos derribos, aunque dicho compromiso, adquirido hace ya casi un año, fue dilatándose en el tiempo.
Durante este tiempo surgió una iniciativa, de carácter privado pero altruista, que ha resultado fundamental para que el poblado comience a ofrecer una nueva imagen a partir del lunes.
Esta iniciativa tenía como fin rehabilitar la iglesia Nuestra Señora del Carmen Atunera. Para ello, un grupo de personas, liderado por el presidente del Club Náutico Sancti Petri, Rafael Vázquez, había iniciado una cuestación popular para hacer frente a los 270.000 euros que costará su rehabilitación.
Sin embargo, existía un problema añadido, al margen del económico. Y es que era necesario proceder al derribo de las dos edificaciones anexas a la iglesia para garantizar la seguridad de los trabajadores.
Después de numerosas gestiones, estos derribos se iniciaron hace escasamente dos semanas.
Ahora, aprovechando la presencia de la maquinaria en la zona, la Demarcación de Costas ha decidido destinar otros 300.000 euros para continuar con el derribo de todas aquellas edificaciones que se encuentran en estado ruinoso. Tan sólo se mantendrán en pie, según las previsiones iniciales, las edificaciones que albergan locales de hostelería o sedes de colectivos náuticos o pesqueros. Prácticamente todo lo demás será reducido a escombros.
Desde el Consistorio se entiende que "éste puede ser el primer y definitivo paso en firme para el desarrollo futuro que todos los chiclaneros esperamos de este poblado".
En opinión del alcalde, Ernesto Marín, "el futuro de Sancti Petri no puede seguir en el aire", por lo que el primer edil ha realizado "un llamamiento a la directora general de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, Montserrat Badía, para que visite la zona y compruebe el estado que presenta la misma. De esta forma se daría cuenta de la necesidad de poner en valor un espacio de tanta belleza y tan demandado por todos los chiclaneros".
Ernesto Marín ha explicado, además, que está pendiente de mantener un encuentro con los miembros de la Mesa por Sancti Petri, si bien éste quedará aplazado hasta que se reúna con la directora general de Costas en Madrid, que se espera pueda celebrarse en el transcurso de este mismo mes, con objeto de que en la reunión con los miembros de la Mesa se puedan poner sobre la mesa nuevos datos del futuro poblado.
De momento, la APPA está a la espera de que Costas concluya el estudio de impacto medioambiental para poder recibir la adscripción de los terrenos.
La Agencia Pública, por su parte, cuenta ya incluso con cuatro propuestas que le fueron remitidas el pasado año y que son fruto del consenso alcanzado entre numerosos colectivos de la localidad. En aquel entonces se explicó que el futuro del poblado podría ceñirse a una de estas cuatro propuestas o bien a una que surgiera de la puesta en común de todas ellas.
Lo que sí quedó claro, y así se mantiene, es que el poblado no tendrá uso residencial ni tampoco hotelero y que en el mismo se compaginará la iniciativa privada con la pública, alternándose en sus edificaciones los usos culturales con los de ocio.
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