Un hostal que recupera su historia
Turismo Cádiz
El número 15 de la calle Obispo Urquinaona se convierte en un hotel con 32 habitaciones y una torre mirador restaurada tal y como era
En marzo abrirá sus puertas al público
Si en pleno siglo XVIII los moradores de la torre mirador de la calle Obispo Urquinaona, 15 vigilaban desde sus ventanales si sus barcos llegaban a puerto, sus próximos habitantes disfrutarán de la suite del nuevo hostal de dos estrellas y 32 habitaciones en el que se está transformando esta finca. Un nuevo emplazamiento hostelero cuya habitación estrella será un dúplex que albergará dormitorio, sala de estar, terraza e incluso jacuzzi. De modo que aparte del lujo de visualizar las impresionantes vistas de la Catedral y el bello caserío que la rodea con la estampa del mar gaditano de fondo, el huésped podrá presumir de dormir en una torre mirador que ha sabido mantener su historia.
Así lo cuenta Macarena Aguilar Bellón, la especialista en conservación y restauración que junto a Paco Sarmiento han afrontado la misión de devolver el esplendor original a este singular elemento arquitectónico de la ciudad. “Ha sido un reto y lo hemos disfrutado mucho”, explica Macarena a pie de la torre de tipo garita, de las pocas que se mantienen en Cádiz. “Fíjate cómo estaba”, dice señalando la foto de la torre tres meses atrás, donde aparece totalmente deteriorada.
Así que desde que pusieron un pie en esta altiva construcción “al parecer del XVIII” apostaron por recobrar su aspecto primitivo. “Aún quedaba parte de la original, así que entre los restos, el estudio paramental y la investigación que hemos llevado a cabo hemos conseguido que luzca tal y como era”. Para ello también se han servido de la colaboración de Juan Alonso de la Sierra, como autor del libro de torres miradores, y donde puede leerse que esta torre conservaba “restos de pintura roja alrededor de las ventanas, simulando un marco de líneas barrocas en las cornisas y filetes”. También hace referencia a la base del dibujo geométrico del pretil y remates del tambor y la cúpula, mezclados a su vez con cerámica vidriada.
Elementos que de la mano de la restauradora vuelven a su ser, remarcando el rojo sobre el blanco impoluto. “Es una pena que esto no se haga con el resto de torres miradores de la ciudad, que se suelen pintar de blanco y ya está”, lamentan. Claro que los esfuerzos se elevan, pero merece la pena. En el caso de Obispo Urquinaona, 15, aparece curiosamente anexa a otra torre de tipo sillón, “las únicas en Cádiz que permanecen así, unidas”.
La restauración
En cuanto a las labores de restauración se ha llevado a cabo la consolidación de todos los restos originales de decoración almagra y de morteros, así como la reposición de material que había desaparecido. Como singularidad, “la aplicación del enfoscado y enlucido se ha hecho manual con materiales similares y compatibles con los originales, con morteros de cal artesanal de Morón de la Frontera”, desglosa Macarena. “Y la decoración se ha reintegrado con pigmentos naturales minerales a base de sílice”.
Porque la realidad es que “no se ha escatimado en nada a la hora de convertirlo en un hotelito con encanto”, confirma Juan Pablo Ruiz, el jefe de obra de la constructora Joasra S.L., que junto a su compañero Fernando Zapata cuentan que en el resto del edificio se ha perseguido la misma filosofía,“mantener todo cuanto ha sido posible de su encanto original, con lo que habrá un equilibrio entre lo moderno y lo nuevo”. Ésta ha sido la meta de Ratisbona, que es el grupo inversor alemán que está al frente de esta operación.
Hacen referencia a parte de la solería, carpintería, el brocal del patio “donde se servirán los desayunos”, y otros elementos como la azulejería de la garita, de la escalera de la torre e incluso del sillón del vigía que aún se conserva. Todo un lujo para sus huéspedes, que podrán disfrutar de este nuevo hostal a partir de marzo.
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