Los hosteleros reclaman unidos la salvación del sector del desastre del covid
Consecuencias del brote de coronavirus en Cádiz
Trabajadores de varios establecimientos de la ciudad secundan un paro de diez minutos en apoyo a una concentración nacional reivindicando más apoyo económico para salir del trance
Diez minutos de parón en muchos de los establecimientos de hostelería tanto de la capital como de la provincia valieron para que el sector volviera a hacer visible su delicada situación por culpa de la pandemia. Tras un complicado verano y ante un desesperanzador otoño, los hosteleros gaditanos, con Horeca al frente, convocaron una parada de diez minutos a las once de la mañana en apoyo a la concentración convocada en Madrid con el objeto de pedir ayudas para la hostelería. Este sector considera que se le ha exigido mucho y se le ha prestado poca atención y ayuda y que ahora, para colmo, muchos quieren estigmatizar mostrándolos como culpables de los rebrotes del covid.
En Cádiz capital fueron muchos los establecimientos que quisieron mostrar este apoyo a la concentración que ha tenido lugar en la plaza de Cibeles de Madrid. En la calle Plocia y en el Paseo Marítimo, además de otras zonas de la ciudad, los trabajadores de muchos de estos locales salieron a la puerta de sus bares y restaurantes para, bandejas en mano, pedir un mimo por parte de la Administración que consideran que no tienen y necesitan.
Así lo hacía constar, por ejemplo, Manolo Pérez, propietario del Arte Serrano, en el Paseo, y del Don Jamón, ubicado en la Avenida principal, justo enfrente del Hotel Playa. Este hostelero quiso dejar claro que ellos llevan ya muchos años trabajando y más o menos “logramos salvarnos de la quema”, a pesar de que cuenta con una nómina de unos 40 empleados “y cero ayudas”.
Realmente “empezamos el año muy bien, con un Carnaval muy fuerte, pero llegó el palo de la pandemia y creo que los políticos reaccionaron tarde y nos hicieron sentir olvidados”. Pérez es de los que considera que la hostelería y el turismo son el alma de la ciudad. “Los hosteleros hacemos lo que podemos por Cádiz, invertimos en nuestros locales, en personal, pero no obtenemos contraprestación alguna.
En cuanto al verano, Manolo Pérez, del Arte Serrano, indica que las pérdidas en julio y agosto rondan el 30% respecto a años anteriores. “Tengo a todo el personal fuera del erte porque quiero dar un buen servicio y mi gente no quiero que esté mal pagada”, pero está seguro este hostelero que “este año cerraremos con pérdidas”.
Manolo Pérez sabe que cuenta con el apoyo de todo su personal, que no ha puesto ningún impedimento en hacer este paroncito de diez minutos en solidaridad con la concentración de Madrid.
Y habla, además, de septiembre. “La primera semana ha ido muy bien con un ritmo parecido al de agosto, pero ayer (por el lunes) notamos un preocupante bajonazo y sabemos que ahora con los colegios lo pasaremos canuta y no descartamos, incluso, tener que volver a dispensar comida para llevar. Está todo el mundo está muy preocupado y Cádiz lo va a pasar mal si los políticos no se acuerdan de nuestra provincia”.
El futuro no se muestra muy esperanzador, según Manolo Pérez, que afirma que “nos han quitado el Carnaval, que para nosotros era un pelotazo, la cabalgata, la Semana Santa... Y le recuerdo que en el mes de mayo perdí 80 comuniones que tenía contratadas, lo que me supone más o menos medio millón de euros de pérdidas”. “Es un dinero que no recuperaremos jamás porque hemos recuperado alguna comunión pero, claro, con limitaciones de gente y si antes venían 80 invitados, ahora no son de más de 20”.
Por su parte, María José Cueto, propietaria de la Arrocería La Pepa, ubicada en el Paseo Marítimo, hace igualmente repaso del verano aprovechando el parón de ayer de diez minutos de la concentración convocada para este martes que ha hecho meditar al país sobre la problemática que rodea al sector de la hostelerería por culpa del coronavirus.
Cueto insiste en que, por supuesto, que les hace falta ayuda. “La gente ha estado viendo nuestros establecimientos con las terrazas llenas pero realmente no son conscientes de lo que hay detrás de todo esto”. Cueto se refiere a las dificultades añadidas que les ha supuesto el organizar las mesas para conjugar la rentabilidad del negocio con las medidas sanitarias. “En verano ha salido todo el mundo pero ahora se avecina un invierno plagado de incertidumbres que se suma a esos tres meses de confinamiento que nos ha tenido con ingresos cero”.
María José Cueto se ha visto afectada por la negativa del Ayuntamiento a ampliar el número de mesas en su terraza. Cueto recuerda que “nosotros movemos reuniones familiares y de amigos y ahora mismo el número de comensales se ha reducido mucho por lo que ya cuatro se han convertido casi en multitud”. Para la propietaria de la Arrocería La Pepa, se echa de menos esa alegría generalizada “y el público llega con miedo y con poco ánimo de gastar”.
“Por supuesto que hemos tenido pérdidas de ingresos, de hecho he tenido que reducir el número de empleados. Hemos tenido que quitar los desayunos porque no podemos distanciar las mesas por un café”, según esta hostelera gaditana.
Otro de los hosteleros que no dudó en secundar esos 10 minutos de solidaridad con el sector fue Antonio Martín, dueño de la Bodeguita de Plocia, ubicado en una de las calles más animadas de Cádiz.
“Aparentemente la cosa funciona, pero nada comparado con años anteriores”. Un ejemplo, en la apreciada barra de su restaurante antes cabían unas 25 personas y ahora no caben más que tres en cumplimiento de la distancia de seguridad y eso representa un 30 o un 40% menos de ingresos.
En cuanto al cercano otoño, “viendo lo que está ocurriendo con los rebrotes veo un horizonte oscuro, y no sólo porque las autoridades decidan cerrar o aprieten más, sino porque la gente tiene miedo a salir y eso para nosotros resulta fatal”, sentencia Antonio Martín, de la Bodeguita de Plocia.
“A la gente hay que darles un poco de caña”
Manolo Pérez, propietario del Arte Serrano y del Don Jamón de la Avenida hacía hincapié en las estrictas medidas que llevan en sus establecimientos para evitar, en la medida de lo posible los contagios. Pero “muchas veces son los propios clientes los que parece que se olvidan, por lo que, en ocasiones, nos vemos forzados a darle un poco de caña porque se saltan las medidas a la torera. Se levantan al cuarto de baño sin ponerse las mascarillas o cosas así. Nosotros y, al menos, los restaurantes del entorno como La Marea lo llevamos esto a rajatabla porque no es ni más ni menos que el pan nuestro de cada día”, sentencia el hostelero Manolo Pérez. Por su parte, María José Cueto, de la Arrocería La Pepa, cree que a veces las administraciones están equivocadas porque las reuniones en bares y restaurantes cuentan, casi siempre, con más garantías sanitarias. “Una vez que uno sale de aquí puede organizar en su casa una comida para veinte personas que seguro no llevarán mascarillas ni guardarán las distancias de seguridad”. “Los hosteleros nos tomamos muy a pecho las medidas porque va nuestra vida en ello y una muestra es la agresión que sufrió no hace mucho la trabajadora de un local de la Plaza de Mina a la que le pegó una cliente por el simple hecho de pedirle que no fumara y que tenía que llevar mascarilla”.
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