Tras las huellas del gaditano Carlos Cuarteroni
Historia
Una delegación de Malasia visita Cádiz para conocer la ciudad natal del solidario misionero
Cuarteroni, pescador de perlas y de almas
Cádiz/Una delegación de Malasia, encabezada por el sacerdote Cosmas Lee, vicario de la diócesis de Kota Kinabalu), ha visitado recientemente Cádiz para conocer los lugares más significativos de la vida del gaditano Carlos Cuarteroni, misionero en aquellas tierras cuyo cuerpo está enterrado en la cripta de la Catedral de Cádiz.
Durante su estancia en el Ayuntamiento de la capital fueron recibidos por la segunda teniente de alcalde, Maite González, y por el cuarto teniente de alcalde, Pablo Otero, , a los que entregaron un libro sobre su fundador don Carlos, como se le conoce en los países en los que tuvo una presencia activa como misionero.
La delegación inició después un recorrido dirigido por el guía gaditano Jesús Carrillo, desde la casa donde nació Carlos Cuarteroni en 1816, en la calle de la Aduana (actual avenida Cuatro de Diciembre y antes Ramón de Carranza), junto al bar Pablito. En la mencionada casa existe una placa instalada por el Ayuntamiento para recordar su buen hacer en tierras de Filipinas y de Borneo.
También pasaron por la casa donde murió y finalmente llegaron a la cripta de la Catedral, donde está enterrado. Allí tuvo lugar un emotivo momento de recuerdo y oración.
Carlos Cuarteroni, ya con 13 años, estaba embarcado como ayudante de piloto y a los 20 mandaba los barcos que hacían la ruta Manila-Cádiz. Contaba 28 años cuando encontró en un arrecife, en el mar del sur de China, un barco cargado con plata. Por ello se hizo inmensamente rico y abandonó la marina mercante. Pero en lugar de darse la gran vida, como hombre de bien que era, se dedicó a rescatar a los filipinos cautivos por los piratas malayos.
Para completar su obra, visitó el Vaticano y obtuvo del Papa Pío IX las órdenes sacerdotales y el nombramiento de prefecto apostólico (obispo). Con ello consiguió permiso para fundar misiones en el norte de Borneo. La fundación de las misiones, los barcos, los pagos de los rescates y el mantenimiento de los pueblos que fue creando lo sufragó de su propio bolsillo.
Finalmente solo, sin ninguna ayuda, fue atacado por los piratas malayos al tiempo que tuvo en contra a los ingleses. Afectado por diversas enfermedades, se vio obligado a abandonar Bormeo. Después de 25 años haciendo el bien por el mundo, fue a morir a su ciudad natal.
En la isla de Labuan existe un monumento dedicado a Cuarteroni, que fue sufragado en parte por el Ayuntamiento de Cádiz.
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