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Francisco Serrano Castro. Juez de familia
El juez Francisco Serrano se ha hecho famoso, no sabemos si a su pesar, por sus críticas a la ley contra la violencia de género y a la tesis que sustenta de que la mayoría de las denuncias por maltrato de mujeres son falsas. Y también por algunas sentencias polémicas en favor de la custodia compartida de los hijos.
-Dice usted que una ideología dominante está cambiando la verdad sobre las relaciones de pareja.
-Sí, ése es el gran problema, que nos meten una serie de mitos de pensamiento único, de lo políticamente correcto, que no es forzosamente lo socialmente correcto, que debe ser que los conflictos familiares se resuelvan de una forma armoniosa. Yo promuevo la mediación, la custodia compartida como mejor solución, que se fomente una jurisdicción especializada en familia, promuevo que se reconozca una modificación profunda de la ley del divorcio y de la que va contra la violencia de género... yo no critico una ley en concreto, sino la ideología que está fomentando toda esta situación.
-¿Esa ideología tiene nombre?
-La ideología de género, la ideología de género. Una falsa ideología de la que discrepan muchos profesionales, y muchísimas mujeres, y que parte de un dato falso que todo el mundo termina creyéndose. Ya decía Goebbels que a fuerza de repetir grandes mentiras se convierten en verdades.
-¿Cuál es esa gran mentira?
-La de que la mujer española del siglo XXI está discriminada en las relaciones sociales y en las relaciones personales de pareja.
-¿Hablamos, entonces, de una ideología nueva?
-No, no, lleva ya dominando siete u ocho años. Y nos está imponiendo una dictadura de género dentro del tejido democrático, y está metida en todas las instituciones, y tiene poder económico y poder político. Y también el poder mediático, puesto que contra esto no se puede hablar: han impuesto una ley del silencio.
-También tiene usted su propia idea sobre la mujer maltratada.
-La mujer maltratada sensu strictu es la que sufre una relación de pareja en desigualdad y discriminación ¡que no son todas! Pero interesa decir que son todas y considerar que toda situación de conflicto verbal, o de enfrentamiento entre personas iguales es maltrato por parte del hombre. Eso es una falacia que perjudica, en primer término, a las mujeres maltratadas, a las que no protegemos eficazmente.
-¿Quiere usted decir que hay menos mujeres maltratadas de lo que se afirma?
-Muchísimas menos. Dicen que los datos que yo manejo no son rigurosos, pero es que yo parto de los que dan las instituciones que tienen la obligación de darlos. Lo que yo digo es que la interpretación que dan de esos datos están sesgados. Lo que no se puede hacer es una macroencuesta para saber el número de mujeres maltratadas y preguntarle sólo a mujeres. Habría que hacerles las mismas preguntas a los hombres. Porque ya se parte del prejuicio de que no puede haber hombres maltratados, sólo maltratadores, y al revés con las mujeres.
-¿Usted considera que milita en el campo contrario?
-Es que no debemos militar en campos diferentes, sino en el del género humano, en el que va en contra de las desigualdades. Precisamente lo que no se puede tomar es partido, y menos siendo juez. En todo caso, debemos tomar el partido de los niños. Lo que pasa es que el hecho de la independencia se considera algo pernicioso. O estás conmigo o contra mí.
-Pues usted tiene en contra a mucha gente
-Y a favor muchísima más. Tengo conmigo, seguro, a la sociedad civil ¿A quién tengo en contra?: a quien vive del maltrato, pero del que no es auténtico, que se ha convertido en España en una forma de promoción profesional y promoción política. De esos recibo críticas. Pero la inmensa mayoría, la que se considera en igualdad, está conmigo.
-¿Ha sido usted feminista alguna vez?
-Yo sí, totalmente. Siempre he ido con la igualdad. ¡Si yo he dado conferencias en el Instituto de la Mujer, ante mujeres maltratadas, y me han dado la razón! Porque una cosa es el maltrato, de la mujer que sufre miedo, humillación, vejación y anulación de la voluntad, y otra es las situaciones de conflictividad en las que un hombre y una mujer discuten en un tono airado, por ejemplo, de las pensiones tras el divorcio, o por el régimen de visitas a los hijos.
-Y se denuncia maltrato en esos casos.
-Claro, pero yo creo que en el siglo XXI, es humillante para las propias mujeres el decir que por el hecho de serlo están en inferioridad con respecto a sus parejas ¿Y con eso se justifica una norma de discriminación positiva?
-¿Hay muchos hombres maltratados?
-Claro que los hay. Tengo aquí una lista de nueve de febrero, con quince páginas de agresiones a hombres. Este año van ocho mujeres muertas en España. Es una tragedia que hay que lamentar, pero no se puede olvidar a los cinco hombres que han sido asesinados este año por sus parejas ¡cinco! Y el año pasado yo conté hasta 30. Y no contamos a los hombres que terminan suicidándose por estas situaciones terribles en las que tienen que sufrir el estigma de maltratador, aunque después sean absueltos.
-¿Cree usted que esto cambiará?
-Cuando los políticos se convenzan de que esta política no da votos femeninos. Entonces habrá que reformar esas leyes, la de violencia de género, el Código Civil en materia matrimonial... Lo bueno es que se abra el debate.
-¿Cuál es su concepción de la familia?
-Pues mire, yo estoy casado y con dos hijas. Pero hoy en día se tienen que admitir otras formas, como el matrimonio de homosexuales, familias monoparentales, por supuesto. A mí lo que me molesta es que los que presumen de tolerantes no soporten la discrepancia.
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